septiembre 28, 2011

A mujer discordante, blog incomparable

Hombre o mujer, poeta o poetisa
¡¡¡Es mucho hombre esa mujer!!! Fue la más famosa y célebre frase de las mil  alabanzas, pirópos, lisonjas, requiebros y lindezas que arrojaron sobre mi persona a mediados del siglo XIX  los poetas y escritores de aquel romático siglo de las luces...
De mí se dijeron muchas más cosas, algunas  muy discordantes -improperios incluidos- otras, la gran mayoría, de una belleza sin par, incluyendo la que encabeza esta primera entrada de mi autoblog... Fue en el estreno de mi Alfonso Munio, que entonces llamé Munio Alfonso, y al final del segundo acto. El protagonista de la eclipso-arrebatadora alabanza, Don Manuel Bretón de Los Herreros, hombre de sagrado verbo y celeste alma... Mientras Bretón lanzaba a viva voz semejante piropo, mi querido José Zorrilla que estaba a su lado, rompía sus guantes de tanto aplaudir...
Y ahora que recuerdo a Zorrilla me vienen a la memoria alguna de sus turbaciones respecto a mi persona y que tanto le hicieron sufrir cuando en una entrevista trató de describirme, años después de que yo hubiera abandonado definitivamente el mundo terrenal: "Tula fue una mujer, pero lo fue sin duda por un error de la naturaleza, que había metido por distracción un alma de hombre en una envoltura de carne tremendamente femenina y bella"  Leído en la distancia de más de un siglo, lo dicho por Zorrilla pudiera provocar la risa y algún que otro desconcierto. Para mí, tanto en aquel momento como a día de hoy, la frase constituyó un gigantesco halago, de los más grandes que haya recibido en mi eterna existencia, física antes y espiritual ahora... Bella, inteligente y de alma superior, ¿se puede pedir más...? Pues si, se puede.
Mi gran amiga, la poetisa Carolina Coronado, contestando a un poetastro contemporáneo que con muy mal augurio intentaba travestirme, dijo: "El genio no conoce el sexo, y la mujer, aunque nazca con dotes de ingenio varonil, es siempre lo bastante mujer para ser lo bastante poetisa" ¡Y Madrid tembló!, tembló porque lo que sucedió realmente conmigo fue que levanté oleadas de celos literarios entre algunos de mis colegas masculinos que no soportaban que una mujer pudiera opacarle en el parnaso español.
Pero si hay una frase que resume con harta genialidad, el paso intelectual de mi persona por aquel mundo, es la que escribió Don Marcelino Menéndez y Pelayo: "Lo que hace inmortal a Tula, no sólo en la poesía lírica española, sino en la de cualquier país y tiempo, es la expresión, ya indómita y soberbia, ya mansa y resignada, ya ardiente e impetuosa, ya mística y profunda de todos los anhelos, tristezas, pasiones, desencantos y naufragios del alma femenina"  Y no equivó los sentidos, es la descripción que mejor me ha retratado, y por eso, me quedo con ella.

Gertrudis Gómez de Avellaneda, sencilamente Tula