julio 22, 2013

SALVAR A TULA DE LAS GARRAS DEL SILENCIO



El título de este post lo ha sugerido, inconscientemente, Hortensia Domínguez Tolón, dramaturga, historiadora, poeta, escritora y artista. Una mujer que ha estado siempre al pie del cañón, como suele decirse, en todo lo referente a Gertrudis Gómez de Avellaneda. Destaca igualmente Edith Checa, poetisa, escritora, periodista e incansable luchadora por los derechos de la mujer, entre otras más que imagino sepan perdonarme el que hoy no les mencione como ciertamente merecen.
Hace más de un año, en el más estricto silencio y al margen de la opinión pública, Hortensia Domínguez Tolón, escribió, conjuntamente conmigo, una larga carta a Inés Fernández-Ordoñez, académica de número de la RAE para que la hiciera extensiva a sus muy escasas compañeras de Institución con el objetivo de proponer a La Avellaneda, también mujer igual que ellas, como Académica honorífica post-mortem de la Real Academia Española. Pese a que sabemos dicha carta llegó a la Real Institución, jamás recibimos respuesta, ni a favor ni en contra. Para nuestro asombro, las garras del silencio tuvieron su inicial parto.
En enero de este año, aprovechando lo anunciado por Darío Villanueva, Académico y Secretario General de la RAE respecto a los actos por el 300 aniversario de su Institución, el blog La divina Tula publicó un post, que sin quererlo ni pretenderlo, hizo historia porque la Agencia EFE se hizo eco del mismo. En el mencionado “artículo” se sugería a la RAE considerase la posibilidad de nombrar a la desdichada escritora Gertrudis Gómez de Avellaneda como Académica honorífica post-mortem, aprovechando la coincidencia del 300 aniversario de la creación de la Real Institución con el bicentenario del nacimiento de la poetisa. Pero al parecer las garras del silencio tuvieron un nuevo parto: volvieron a ser las protagonistas.
Hace unos días, Edith Checa, conocida periodista y escritora, Presidenta de la Asociación Cultural y Literaria “La Avellaneda” con sede en Sevilla -ciudad que guarda los restos mortales de la conocida escritora y poetisa- decidió recoger firmas a través de la ya célebre plataforma Change.org para que la Real Academia Española, en el marco de su 300 aniversario, reconozca como Académica de la Lengua post-mortem a Gertrudis Gómez de Avellaneda, rechazada en su momento por el único hecho de ser mujer.
El objetivo esta vez es salvar a Tula, definitivamente, de las garras del prolongado e injusto silencio. Para ello te pedimos, amigo lector, amiga lectora, colabores firmando la petición en el enlace que más abajo aparece.
 
 
 
Muchas gracias,
 
Manuel Lorenzo Abdala

julio 10, 2013

CARTAS DESDE PALACIO (IV)

El Presidente del Consejo de Ministros de España, don Ramón María de Narváez y Campos, duque de Valencia. Musée national de la légion d'honner et des Ordes de Chavalerie, Paris. Óleo sobre lienzo de Vicente López Portaña. 
 


Cartas de Ramón María Narváez, duque de Valencia.

Gertrudis Gómez de Avellaneda supo moverse y relacionarse muy bien con diversas personalidades, las más importantes de la época. Se codeó, no solo con la intelectualidad de su tiempo, sino también con Reyes, Ministros y Presidentes varios. La prensa, los diferentes escritos y la correspondencia que se conserva (la publicada y la pendiente de publicar) corroboran lo antes expresado.

Hace poco iniciábamos en el blog La divina Tula una sección titulada “Cartas desde Palacio”, apartado con el que hoy continuamos pero esta vez desde la Presidencia del Consejo de Ministros (que no es Palacio propiamente dicho, pero muy estrechamente relacionado…). En el post que nos ocupa transcribimos, literalmente, cuatro cartas de las pocas que se conservan escritas por Ramón María de Narváez, duque de Valencia, y enviadas a Gertrudis Gómez de Avellaneda. Entre la primera y las otras tres median diez años de diferencia. En ellas puede notarse, sin lugar a dudas, el trato de amistad profunda que cultivaban el duque y la escritora (Sabemos que mantuvieron una correspondencia ininterrumpida, pero solo se conservan las misivas que hoy presentamos)

La primera de las cartas fue recibida por Tula en Burdeos días después de que la muerte sorprendiera en esa ciudad a su primer marido, Pedro Sabater, que era en aquel momento el Jefe Político de Madrid. Dos semanas posteriores, sumida en una terrible desesperación y angustia, la joven escritora se recluyó en el convento de Nuestra señora de Loreto de Burdeos, lugar donde se mantendría tres meses más hasta que gracias a las gestiones y ruegos posteriores que hiciera el propio duque de Valencia, decidiera regresar a Madrid en pleno mes de diciembre (No olvidemos que seis meses antes Gertrudis Gómez de Avellaneda había dedicado su novela Guatimozín al duque en gesto de amabilidad como “demostración de aprecio y afectuosa amistad”)

La segunda carta corresponde a la época en que el duque era Presidente del Consejo de Ministros de España por quinta vez (Lo fue siete veces entre 1846 y 1868). Tula buscaba un puesto de relevante importancia para su hermano Manuel a través de la influencia que ejercía el Presidente con el Ministro de la Corona, Pedro José, marqués de Pidal, quien finalmente, y gracias también a las gestiones e influencias de Gabriel García Tassara (¡Ex amante de la escritora y Embajador en los EEUU!), otorgaría el importante puesto de cónsul en Malta a Manuel Gómez de Avellaneda, su algo “descarriado” hermano.

La tercera del 27 de noviembre de 1856 es casi un billete (especie de nota) indicando la hora en que el duque podía, por sus múltiples responsabilidades políticas, recibirle en su casa para charlar distendidamente.

La cuarta es un rogatorio, disculpándose el duque por el retraso en cierta correspondencia recibida de su parte. Pero lo más interesante es la invitación que le hace el duque a la escritora para que asista, como figura muy relevante, al baile que efectuaría en su casa en celebridad por los días de Su Majestad Isabel II, amiga de ambos.
 
Al final del post transcribimos una amplia reseña biográfica, tomada de la internet (www.biografiasyvidas.com), sobre el hombre que fuera más veces en la historia, Presidente del Consejo de Ministro de España (un verdadero record a nivel nacional y posiblemente internacional)

 

Manuel Lorenzo Abdala

 


Carta nº 1

París, 12 de agosto de 1846.

Señora doña Gertrudis Gómez de Avellaneda.

Mi apreciable amiga: Consecuente a lo que ofrecí a usted en mi carta de anteayer, incluyo a usted la carta que le ofrecí a usted para el señor Maire, de esa ciudad, y también otra para Mme. Duffur, sobrina de mi madre política, la condesa de Suscher; cuya señora es la que en ambas cartas me recomienda a usted. Repito a usted el grande interés que me causa la suerte de usted, la mucha parte que tomo en sus desgracias y el deseo que tengo de contribuir a aliviarlas. Puede usted disponer como guste de s. s. s. y amigo, q. s. p. b., Ramón María Narváez.

 


Carta nº 2

Excelentísima señora doña Gertrudis Gómez de Avellaneda.

Mi muy estimada amiga: Creo que no tengo necesidad de persuadir a usted de que he sentido mucho no haber disfrutado el placer de verla cuando usted tuvo la bondad de venir a visitarme. Creo también que usted se habrá hecho cargo de mis graves y urgentes ocupaciones y que se habrá anticipado a disculparme, bien convencida de mi buena amistad y consideración.

Aprovechando estos momentos que me dejan libre, tendré el gusto de anunciar a usted que me he interesado con el señor marqués de Pidal por su señor hermano; y aseguro a usted que, si mi eficaz recomendación surge el efecto que usted desea, tendré en ello una verdadera satisfacción.

Sírvase usted aceptar la seguridad de la alta estimación y verdadera amistad con que es, como siempre, de usted, afectísimo y atento s. q. b. s. p., Ramón María Narváez.

Madrid, 31 de octubre de 1856.

 

 


Carta nº 3
 
Excelentísima señora doña Gertrudis Gómez de Avellaneda.
Mi muy estimada amiga: Sería muy difícil para mí recibir a usted de cinco a seis de la tarde, según se sirve indicarme, porque muy pocos días puedo hallarme en casa a esas horas.
Pero si usted quiere venir de once a una de la tarde, es casi seguro que proporcionará el gusto de recibirla a su muy afecto amigo y servidor, q. b. s. p., Ramón María Narváez.
Madrid, 27 de noviembre de 1856.
 
 
Carta nº 4
 
Madrid, [¿?] noviembre de 1856.
Señora doña Gertrudis Gómez de Avellaneda.
Muy señora mía, de toda mi consideración y aprecio: En este momento, las diez de la noche, he recibido la apreciable carta de usted de ayer, y al paso que agradezco sobremanera la distinguida manera con que usted tiene la bondad de honrarme, me ha causado muy grande pena el retardo con que la he recibido, porque me ha privado de asistir hoy al teatro, a donde habría concurrido con mucho gusto y voluntad, ya para disfrutar el generoso favor de usted ya para admirar las producciones de su fecundo y esclarecido ingenio.
Suplico a usted encarecidamente me dispense y que crea que, admirador de los envidiables talentos con que el cielo le ha enriquecido, he recibido su carta como la más dulce recompensa de los escasos servicios que he prestado a mi Reina y a mi Patria, bien inferiores por cierto a la generosa manera con que usted tiene la bondad de calificarlos.
Usted me permitirá, señora, que a mi vez me atreva a suplicar a usted se digne asistir al baile que doy en mi casa el día 19 del mes actual, a las diez de la noche, en celebridad de los días de Su Majestad. Yo miraré como una honra muy singular la presencia de usted en mi casa ese día, así como el que usted se haga acompañar por las personas que usted guste convidar.
Cuando mis graves ocupaciones me lo permitan, tendré el honor de irme a poner a los pies de usted, de quien se repite s. s. y apasionado admirador q. b. s. p., Ramón María Narváez.
 
 
 
 
 
 
Biografía de Ramón María Narváez y de Campos, duque de Valencia
 
Ramón María Narváez y de Campos fue un militar y político español (Loja, Granada, 1799 - Madrid, 1868). Segundón de una familia de labradores acomodados de la pequeña nobleza andaluza, ingresó en el ejército con sólo quince años. Durante el Trienio Constitucional (1820-23) se decantó por los partidarios del liberalismo y tuvo un papel destacado en la lucha contra la sublevación absolutista de la Guardia Real de Madrid (1822). Ello le obligó a retirarse del ejército cuando la invasión de los «Cien mil hijos de San Luis» restableció a Fernando VII como rey absoluto.
 
Muerto el rey diez años más tarde, Narváez se reincorporó al ejército y defendió la causa del liberalismo y el Trono de Isabel II en la Primera Guerra Carlista (1833-40). Ascendió rápidamente por los éxitos obtenidos en los frentes del Norte (batallas de Mendigorría, 1835 y Arlabán, 1836), el Maestrazgo, Andalucía y La Mancha; pero en esas campañas se fue enconando también su rivalidad personal con Espartero, que habría de degenerar en enfrentamiento político desde 1838.
 
La persecución de la que fue objeto por Espartero le obligó a exiliarse en Francia durante la Regencia de éste (1841-43); y, dado que su rival había asumido el liderazgo de la rama progresista de los liberales, Narváez se inclinó hacia la rama conservadora, convirtiéndose pronto en el máximo dirigente del partido moderado. Dirigió la sublevación militar que derrocó a Espartero en 1843 (encuentro de Torrejón de Ardoz), ascendiendo entonces a teniente general y capitán general de Castilla la Nueva.
 
En 1844 era llamado a formar gobierno, iniciando una serie de siete periodos como primer ministro de Isabel II: 1844-46, 1846, 1847-49, 1849-51, 1856-57, 1864-65 y 1866-68. Impulsó la elaboración de la Constitución de 1845, que se mantuvo vigente hasta 1868; pero también otras muchas leyes importantes, como la reforma fiscal de Mon (1845), el Código Penal (1848) o las reformas administrativas de Bravo Murillo. En suma, conformó el Estado español contemporáneo según la ideología liberal-conservadora de su partido y según su temperamento autoritario: detuvo el proceso de desamortización de los bienes eclesiásticos, amordazó a la prensa, organizó una Administración centralizada y reprimió los movimientos populares impidiendo tanto el resurgimiento del carlismo (Segunda Guerra Carlista, 1849) como la extensión a España de las revoluciones europeas de 1848.
 
El gran poder que atribuyó a la Corona en la Constitución de 1845 se vio correspondido con el sistemático otorgamiento de la confianza regia, que encargaba al «espadón moderado» la formación de gobierno con independencia de la voluntad del electorado, permitiendo después la «fabricación» de unas Cortes adictas mediante el fraude electoral; tal tergiversación del sistema político representativo llevó a los progresistas al pronunciamiento militar y a la revuelta popular como únicos medios de acceder al poder, lo que consiguieron en 1854 (contando en parte con el apoyo de Narváez para derrocar a un gobierno ultraconservador de escasa base social).
 
Narváez se mantuvo apartado de la política activa durante el Bienio Progresista y, tras la caída de Espartero en 1856, regresó estableciendo un sistema de alternancia con un partido de vocación centrista, la Unión Liberal del general O'Donnell. Durante todo el reinado de Isabel II, Narváez representó el principal soporte del Trono, como jefe indiscutible del partido moderado y árbitro entre sus tendencias internas; su muerte en 1868 dejó al partido descabezado y dividido, facilitando el triunfo de la revolución que derrocó a la reina en aquel mismo año. Tras haber contribuido a vencer la resistencia absolutista, implantó una monarquía constitucional inspirada formalmente en los principios liberales, pero la vació en gran parte de contenido con su exagerado autoritarismo y su política conservadora; su legado es, por tanto, ambiguo, como representante político de las oligarquías de notables locales y grandes propietarios que sustentaron su régimen.
 
 
Bibliografía:
·          Gómez de Avellaneda, Gertrudis, Obras completas (tomos II, III y IV) Imprenta y Estereotipia de M. Rivadeneyra, Madrid 1870
·          Figarola-Caneda Domingo, Gertrudis Gómez de Avellaneda: Biografía, bibliografía, iconografía y cartas. (Notas ordenadas por Emilia Boxhorn) SEGL, Madrid 1929.
·          Navas Ruíz, Ricardo, El Romanticismo español. Madrid: Cátedra, 1982 (3ª edición)
·          Marqués de Lozoya, Historia de España, Tomo 10, Salvat Editores, Barcelona, 1979.
·          www.wikipedia.org
·          www.biografiasyvidas.com


julio 04, 2013

UNA HISTÓRICA CARTA Y UN SONADO HOMENAJE

Gertrudis Gómez de Avellaneda en Barcelona
 
En la composición vemos a una muy joven Concepción Arenal, al famoso músico y poeta catalán José Anselmo Clavé (Josep Anselm Clavé) y al famoso escritor granadino Pedro Antonio de Alarcón.
 

Homenaje catalán

Muy pocas son las personas que están al corriente de un histórico acontecimiento acaecido en el año de 1859 en Barcelona. La ciudad condal escogió su grandioso coliseo para marco del brillantísimo homenaje tributado a la célebre escritora y poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda. El ofrecimiento consistía en la puesta en escena de su aplaudida obra La hija de las flores, así como una corona poética que le fue tributada. Y queriendo que en la ovación delirante de que la hizo objeto tuvieran parte todas las clases de la sociedad, se agrupó, pasada la media noche, a las puertas de la Capitanía general, una nutridísima representación de la culta clase obrera catalana, que, bajo la inteligentísima dirección del insigne maestro José Anselmo Clavé, entonó una histórica y magnífica serenata. Allí se interpretó “Las flors de maig” y “La queixa d’amor”, dos de las últimas composiciones del maestro Clavé. Fue tanto el publico acumulado y tan entusiasta los honores recibidos por parte de los obreros catalanes, que el marqués de Castelflorite, que ejercía el mando militar en la ciudad condal, se vio obligado abrir las puertas de la Capitanía general a cuyo patio acudió la nutridísima representación obrera entonando himnos, canciones y recitando los versos de la homenajeada. Este insólito hecho, sin precedentes en España, emocionó profundamente a la Avellaneda, cuyas impresiones recogió en una carta que envió a su amigo el escritor Pedro Antonio de Alarcón. La casualidad del destino quiso que en la lejana Potes, Concepción Arenal, también amiga de la Avellaneda, leyera dicha misiva y se emocionara igualmente.
La desconocida e histórica carta que reproducimos a continuación es el resultado de la lectura por parte de Concepción Arenal de la carta escrita por la Avellaneda a Pedro Antonio Alarcón.

Carta de Concepción Arenal a Gertrudis Gómez de Avellaneda:

 
 

 
Esta desconocida carta de Concepción Arenal fue celosamente guardada por Gertrudis Gómez de Avellaneda con opiniones y notas manuscritas al margen. El texto lo reproducimos a continuación porque en el original publicado en 1914 por la viuda de Figarola Caneda (de donde la hemos tomado y referido) se presenta algo borroso como puede comprobarse.
Dice así Gertrudis Gómez de Avellaneda sobre Concepción Arenal:
 
(1) La autora de esta carta, poco conocida en España como escritora, es sin embargo, uno de los más grandes talentos de su sexo. Sus artículos, publicados sin firma en el periódico “La Iberia”, bastarían a su reputación si no la hubiera desdeñado por modestia o por misantropía. Es, además, poeta no vulgar y de las más desgraciadas de cuantas recibieran del Cielo ese don funesto, que parece incompatible con la fortuna. Año 59.- G.G. de A.
 
Aprovechamos igualmente la oportunidad para hacer una merecida reseña biográfica de Concepción Arenal (donde damos a conocer importantes datos absolutamente desconocidos hasta el momento), así como del gran escritor granadino Pedro Antonio Alarcón (destinatario de la carta de la Avellaneda que llegó a las manos de la Arenal) y del eminente y casi olvidado músico catalán José Anselmo Clavé (Protagonista de la famosa serenata ofrecida a la poetisa en Barcelona).


Manuel Lorenzo Abdala

 
 
 
Reseñas biográficas:
 
Concepción Arenal y Ponte
Nació el 31 de enero de 1820 en Ferrol, su padre, Ángel Arenal Cuesta, fue un eminente militar que sufrió muchas veces represión por su ideología liberal y por estar en contra del régimen monárquico absolutista del rey Fernando VII. A consecuencia de sus estancias en prisión, cayó enfermo y murió en 1829, quedando huérfana de padre a los 8 años. En 1829 marcha con su madre, María Concepción Ponte Mandiá Tenreiro y sus dos hermanas, Luisa y Antonia, a Armaño (Cantabria), a casa de su abuela paterna, donde recibió una férrea formación religiosa. Un año después, fallece su hermana Luisa. En 1834 se trasladan a Madrid, donde Concepción estudia en un colegio para señoritas. Siete años después entra, contra la voluntad de su madre, como oyente en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid, vistiendo ropas masculinas, puesto que en la época la educación universitaria estaba vedada a las mujeres. Vestida también de hombre, Concepción participa en tertulias políticas y literarias, luchando así contra lo establecido en la época para la condición femenina.
En una tertulia literaria efectuada en el famoso café El Parnasillo de Madrid conoce a la joven Gertrudis Gómez de Avellaneda, famosa escritora y poetisa de moda en Madrid, que presentaba a las mujeres españolas la revista “Álbum del bello sexo”. Corría el año 1842 y la Avellaneda acabada de editar Sab (novela abolicionista), Dos mujeres (Un alegato feminista sin precedentes) y Espatolino, novela está última que influyó en los pensamientos y carrera posterior de la Arenal. En dicha tertulia, Concepción Arenal conoció a Fernando García Carrasco, abogado y escritor con el que se casaría en 1848. Años después colaborarían juntos en el periódico liberal "La Iberia", hasta que en 1857 Carrasco murió de tuberculosis. Concepción viuda y con dos hijos se trasladó a la lejana localidad de Potes donde conoce al joven músico Jesús de Monasterio, alumno de Santiago Masarnau, primer presidente de las Conferencias de San Vicente de Paúl, que la invita a fundar en 1859 el grupo femenino de las referidas Conferencias para ayuda de los pobres. Para ellas, Concepción escribe en 1860, "La beneficencia, la filantropía y la caridad", que dedica a la Condesa de Espoz y Mina, y que presentará al concurso que convoca la Academia de Ciencias Morales y Políticas, bajo el nombre de su hijo Fernando, que tiene entonces 10 años. Después de una serie de conflictos sobre la forma incorrecta de introducir su escrito en el concurso, se le concede el premio y será la primera mujer premiada por dicha Academia (Algo similar ocurrió con la Avellaneda unos cuantos años antes y en otro concurso)
En 1863 se convierte también en la primera mujer que recibe el título de Visitadora de Cárceles de Mujeres, cargo que ostentó hasta 1865. Posteriormente publicó libros de poesía y ensayo como Cartas a los delincuentes (1865), Oda a la esclavitud (1866) —que fue premiada por la Sociedad Abolicionista de Madrid—, El reo, el pueblo y el verdugo o La ejecución de la pena de muerte (1867). En 1868, es nombrada Inspectora de Casas de Corrección de Mujeres, y tres años después, en 1871, comienza a colaborar con la revista La Voz de la Caridad, de Madrid, en la que escribe durante catorce años sobre las miserias del mundo que la rodea.
En 1872, junto a la condesa de Espoz y Mina, funda la Constructora Benéfica, una sociedad que se dedica a la construcción de casas baratas para obreros. Posteriormente también colabora organizando en España la Cruz Roja del Socorro, para los heridos de las guerras carlistas, poniéndose al frente de un hospital de campaña para los heridos de guerra en Miranda de Ebro. En 1877 publica Estudios Penitenciarios.
Se ha dicho repetidas veces que con Concepción Arenal nace el feminismo en España, pero eso no es cierto o al menos muy discutible. Su antecesora, sin lugar a dudas, fue Gertrudis Gómez de Avellaneda. La propia Concepción Arenal lo reconoció en vida, hecho que hizo público en 1873, durante un acto de agradecimiento, cuando recibió el importante legado que la Avellaneda dejó al morir para contribuir con la noble causa de la Constructora Benéfica.
Concepción Arenal murió el 4 de febrero de 1893 en Vigo, ciudad donde fue enterrada. Es su epitafio el lema que la acompañó durante toda su vida: A la virtud, a una vida, a la ciencia. Sin embargo, su frase más célebre fue probablemente "Odia el delito y compadece al delincuente", que resume su visión de los delincuentes como el producto de una sociedad reprimida y represora.

 
Pedro Antonio de Alarcón
Pedro Antonio de Alarcón fue un novelista y periodista español nacido en Granada en 1833, uno de los más destacados autores del movimiento realista, y uno de los artífices del fin de la prosa romántica. Tuvo una intensa vida ideológica, y como sus personajes, evolucionó de las ideas liberales y revolucionarias a posiciones mucho más tradicionalistas.
Sus grandes excitaciones e inquietudes literarias estallan en 1853, año en el que se marcha a Cádiz para fundar El Eco de Occidente, iniciando su larga carrera periodística. Dos años antes y con tan solo 18 años, había escrito, El final de Norma, su primera obra narrativa, aunque no fue hasta 1855 cuando se publicó. En 1854 se traslada a Madrid y crea el periódico satírico, El látigo, con ideología antimonárquica, republicana y revolucionaria.
En 1857, escribe El hijo pródigo, drama que obtuvo un gran éxito en la capital. Ese mismo año empieza a publicar relatos y artículos de viajes, así como, críticas de teatro. Desde su llegada a Madrid se convirtió en fiel admirador y en amigo personal de la famosa Gertrudis Gómez de Avellaneda, también lo fue de Concepción Arenal y de Pedro Carrasco (De esta época son las dos cartas que hoy reproducimos).
En 1859 interviene como soldado y periodista en la guerra de África, recogiendo todo lo que acontecía en la campaña y en su vida allí. Esta serie de artículos fueron recogidos en un libro bajo el título de Diario de un testigo de la guerra de África (una obra muy apreciada por su gran y prolija descripción de la vida militar).
Más adelante cultivó la literatura de viajes en los que el realismo de las descripciones contrasta con la ilusión de una prosa que narra lo cercano y desconocido. Todos estos artículos rebasan el interés meramente periodístico, constituyendo un ejemplo para toda la literatura de viajes que se escribirá posteriormente.
En 1865 se casó con Paulina Contreras de cuyo matrimonio le nacieron cinco hijos, de los cuales solo una sobrevivió.
Como integrante de la Unión Liberal ostentó diversos cargos, siendo el más importante el de consejero de estado con Alfonso XII, en 1875. Fue académico de la Real Academia de la Lengua desde 1877 y además diputado, senador y embajador en Noruega y Suecia. Falleció en Madrid en 1891.
 

 
José Anselmo Clavé
Josep Anselm Clavé fue un poeta, político, compositor y director de música español. Fundador del movimiento coral en España e impulsor del movimiento asociativo.
Nacido en el barrio barcelonés de La Ribera se dedicó de forma autodidacta a estudiar música y poesía. Desde muy joven interpretaba sus propias composiciones en cafés de Barcelona acompañándose de una guitarra.
Clavé mostró siempre una filiación política de izquierdas y republicana. Entre 1840 y 1843 participó de forma activa en las revueltas urbanas que tuvieron lugar en Barcelona; poco tiempo después del bombardeo de la ciudad condal por Espartero (diciembre de 1842) fue arrestado y encarcelado en la fortaleza militar de la Ciudadela.
Volvió a su actividad como músico por los cafés de Barcelona, entrando en contacto con la música de la época, comprobando que sus composiciones, inspiradas, poéticas y refinadas, tenían bastante aceptación al alejarse del talante de la música mayoritaria. Gracias a este talento fue llamado para dirigir un grupo de músicos, "La Aurora", que se dedicaban a tocar por cafés y a interpretar serenatas. Debido a la dificultad de crear un repertorio adecuado para un grupo de músicos tan heterogéneo como "La Aurora", Clavé optó por hacerlos cantar a todos, pero hacía falta conservar una textura polifónica. Así surgió la idea de crear una coral, "La Fraternidad", la primera en España (agosto de 1850), de idéntico nombre al diario (Cinco años antes se había creado una sociedad, pero su propósito era ante todo instrumental, para dar serenatas y funciones de baile).
Mediante la coral La Fraternidad, Clavé se propuso, de acuerdo con su ideología progresista y filantrópica, el objetivo de acercar la música y la cultura a una clase trabajadora a la cual, en aquella época, se le negaba el acceso a la misma. Clavé organizó en Barcelona unas sesiones de baile denominadas "bailes fraternales", donde acudían personas de todas las clases sociales y bailaban juntas. La música era interpretada por el grupo coral La Fraternidad, cuya tendencia se expandió por toda Cataluña en pocos años. El canto coral se convirtió en una actividad propia de las clases obreras, su vía de escape a una vida dura de trabajo laboral.
El 1853 Clavé alquiló los Jardines de la Ninfa, situados en el Paseo de Gracia, para realizar espectáculos de manera regular. Estos conciertos, encontraron dura oposición por parte de las clases altas. Pero como su éxito perduraba, las actividades se trasladaron a los Campos Elíseos (también en el Paseo de Gracia). Las tensiones socio-políticas que se vivía en aquellos años y la crisis de 1855, fueron la causa de que Clavé fuera detenido y deportado a las Islas Baleares. Al ser puesto en libertad, recuperó aquello que había sido interrumpido: en 1857 organizó unos espectáculos en los Jardines de Euterpe, esta vez sin depender de ninguna empresa externa que pudiera ser clausurada. A partir de entonces, La Fraternidad pasaría a denominarse "Sociedad Coral Euterpe".
Los espectáculos y bailes populares de los Jardines de Euterpe tuvieron gran éxito, llevándose a cabo diversos conciertos en diferentes sesiones a lo largo del día. Clavé decidió editar un programa de actividades llamado Eco de Euterpe, un boletín dónde figuraban todos los acontecimientos relacionados, así como fragmentos literarios y noticias.
En septiembre de 1859 y durante la visita que hiciera Gertrudis Gómez de Avellaneda a la ciudad condal, acompañada de su marido Domingo Verdugo, Clavé se presentó con su coral de trabajadores al completo frente a la Capitanía general de Cataluña donde se alojaban los huéspedes (Fue posterior al homenaje que se le tributó a la escritora en el Liceo). Era ya de madrugada, y allí se interpretó en honor a la visitante “Las flors de maig” y “La queixa d'amor”, dos de sus últimas composiciones, homenaje especial de los trabajadores catalanes. La Avellaneda, muy emocionada, salió a los balcones y saludó a la gran masa de obreros que espontáneamente se habían congregado a las puertas del Palacio. Fue tanto el clamor popular que el propio capitán general se vio obligado abrir las puertas del recinto, en cuyo jardín continuó el improvisado homenaje con diversas serenatas y un recital poético que hizo historia en la época.
En 1860 se fundó la "Asociación Euterpense", una federación que agrupaba a los coros y les proporcionaba asesoramiento y repertorio.
Entre los años 1860 y 1864 las actividades artísticas de esta federación tuvieron un gran eco y agruparon miles de cantores y centenares de músicos en conciertos comunes. En este marco, Clavé hizo interpretar fragmentos corales e instrumentales de la ópera Tannhäuser a los coros euterpenses acompañados por el coro de señoras del Gran Teatro del Liceo, la primera vez que Richard Wagner era escuchado en España, fue el 16 de julio de 1862. La Asociación Euterpense publicó el periódico El Metrónomo, divulgando la actividad coral catalana.
En 1864 estrenó en Barcelona la cantata "Gloria a España" que fue interpretada por 2.000 cantores y una orquesta de más de 300 profesores (Años más tarde, y con el advenimiento de la Segunda República, se solicitaría, mediante carta abierta al Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, que el "Gloria a España" fuese el nuevo himno español).
En 1867 Clavé fue detenido de nuevo y deportado a Madrid, pero pese a esto las actividades de los Jardines de Euterpe, de la Sociedad Coral Euterpe, los bailes, conciertos, actuaciones en las calles de la ciudad y en diferentes teatros, continuaron. A partir de 1868, a consecuencia de la Revolución de septiembre, La Gloriosa, los Coros de Clavé dejaron de ser la herramienta básica para canalizar las inquietudes republicanas para ser dirigidas primero a través del Club de los Federalistas con el Partido Republicano Democrático Federal y posteriormente por el Partido Republicano. Clavé no había abandonado nunca la actividad política, formó parte del comité redactor de La Renaixença y ejerció varios cargos públicos. El mismo año 1868 fue miembro de la Junta Revolucionaria; al año siguiente fue vicepresidente del Pacto de Tortosa. En 1871 fue escogido diputado y nombrado Presidente de la Diputación de Barcelona y en 1873, con la Primera República, Gobernador Civil de la provincia de Castellón y Delegado del Gobierno en Tarragona. El golpe del general Pavía el 3 de enero de 1874 puso fin a la anárquica República y a todas las esperanzas democráticas depositadas en ella. Clavé volvió a Barcelona donde murió, pocas semanas después.