diciembre 03, 2014

AMOR Y PASIÓN (carta Nº 16)

Preámbulo (después de un noviembre de sosiego).


El 25 de julio de 2014 comenzábamos, por fin, la publicación en el blog “La divina Tula” del epistolario menos conocido y difundido de la Avellaneda: el mantenido con Antonio Romero Ortiz. Epistolario no disponible, transcrito electrónicamente, en ningún otro medio. Y lo hacíamos de la siguiente manera:

Preámbulo.
En octubre de 2012 anunciábamos la publicación (a partir del verano de 2013 y como antesala a los actos por el bicentenario del nacimiento de la divina Tula), de las cincuenta cartas de amor y pasión escritas por la Avellaneda a un tal Armand Carrel (Antonio Romero Ortiz). No pudo ser entonces. Creímos oportuno -pensábamos, ilusos que somos- que una editorial sería el mejor medio para reeditar lo que en 1975 publicara la Fundación Universitaria Española, homenajeando a la autora por su bicentenario. Pero salvo en la Asociación Cultural y Literaria “La Avellaneda de Sevilla (Edith Checa, Isabel Martín Salinas, Rosa María García Barja, Miguel Hermoso Alón, Rosa Ciriquián y Manuel Lorenzo Abdala), en la editorial Los libros de Umsaloua (Inmaculada Calderón) y en el CSIC (Brígida Pastor), la Avellaneda no ha tenido otros homenajes (al menos significativos), como merece la poetisa, escritora y dramaturga en España.

En noviembre de 2014, la Avellaneda fue motivo de otro reconocimiento en la UNIA (Universidad Internacional de Andalucía), curso organizado por una catedrática de una Universidad española que al parecer puso gran empeño en su tarea sin tener en cuenta la labor del blog “La divina Tula” del cual ha sacado mucha información y mayor provecho. Era como si no existiéramos para ella. Pero resulta que nuestro blog está estrechamente relacionado con la Asociación Cultural y Literaria “La Avellaneda” de Sevilla de la cual somos miembro. Es más, somos parte de la prestigiosa Asociación. Y eso, parece indicar, se le escapó a los organizadores del “curso homenaje por el bicentenario”.
Durante todo el mes de noviembre el blog “La divina Tula” detuvo sus publicaciones esperando ver el resultado final del curso en la UNIA, actividad a la que no fuimos invitados (no tenían por qué hacerlo). Muchos amigos nos han preguntado los motivos y en privado se lo hemos comunicado. Hoy lo hacemos público.
Sabíamos que  nuestras publicaciones, las de nuestro blog, eran consultadas por varios profesores y catedráticos alrededor del mundo, incluido algunos de los organizadores del curso impartido en la UNIA anteriormente aludido. Pero lo que no imaginamos nunca es que no nos citaran en ningún momento. Literalmente no existimos para ellos, no nos consideran Institución de prestigio. Y eso nos ha parecido injusto, tremendamente inmerecido porque nuestra labor y empeño ha sido el rescate y difusión de la obra avellanediana –al margen de Instituciones-, firmeza que continuaremos realizando gratuitamente.
Nuestros post han sido siempre fuente de información de acceso libre. Hoy nace, necesariamente, una nueva etapa. Para evitar futuros olvidos y maltratos o menosprecios por parte de algunas Instituciones –no todas-, nuestra política de publicación de “entradas” cambia radicalmente. A partir de ahora solo publicaremos un resumen o parte del contenido del post tratado, y a través del e-mail ladivinatula@gmail.com los lectores, todos (sean cuales sean éstos y pertenezcan a la universidad u organización que pertenezcan), nos solicitaran el resto de la información faltante y que a nosotros nos ha costado obtenerla a través de disímiles medios esparcidos alrededor del mundo. Jamás pediremos dinero por ello. Nuestro blog ha sido y es un medio de información gratuito relacionado con la vida y obra de Gertrudis Gómez de Avellaneda. Nunca se nos ocurrirá cobrar por la información ofrecida. Pero al menos demandamos nos citen en cursos, eventos y homenajes varios, tal y como hacemos nosotros en todas nuestras publicaciones.
En el nombre de Gertrudis Gómez de Avellaneda, atentamente.

Manuel Lorenzo Abdala







Carta Nº 16*.
“Viernes 6 – Una de la noche” [oficialmente ya era sábado 7 de mayo de 1853].

        ¿A que no se te ocurre hacer esto? ¿A que ni se te pasa por las mientes el ponerte a escribirme una hora después de apartarte de mi lado…? Pues ya ves; yo lo hago; y eso que tengo infames plumas a cual peor todas, y que para ponerme a charlar contigo a esta hora, me ha sido menester comenzar por declarar a mi doncella que no quiero que me despierten mañana hasta muy tarde, porque renuncio a presenciar el ensayo de la pobre Aventurera. Y sin embargo; ya has oído decir que yo no me enamoro; mi mamá te diría más todavía, te diría que soy egoísta. ¡Yo, que me privo del placer de recibirte en mi casa, y de mostrarte mi amor públicamente, por ahorrarle a ella un temor, un leve disgusto! ¡Yo, que con un carácter de hierro me estoy plegando sin cesar para complacerla hasta en sus preocupaciones! Tal es el mundo, vida mía, y tales los juicios de los hombres. Eloísa te jurará que no tengo corazón, que soy una especie de máquina que produce ideas, y nada más: lo jurará de buena fe, porque cuando está de humor de hacerme oír sus idilios eternos y empalagoso sentimentalismo; cuando me espeta a su placer un curso completo de ciencia amorosa, ponderándome las excelencias de su alma volcánica, según ella dice, entonces es precisamente cuando se me antoja a mí, a fuerza de hallarla fastidiosa, soltarle dos o tres teorías destartaladas y locas, que la dejan boquiabierta y espantada. Yo no puedo sufrir que se hable de amor sino entre los que se aman. La ostentación de lujo del sentimiento me parece detestable, cuando no es sublime. No creo nunca que sean tesoros reales del corazón los que se andan arrojando para que los valué todo el mundo, sin objeto y sin causa. He aquí el porque soy en la opinión de mi sentimental vecina incapaz de enamorarme; del mismo modo que soy egoísta para mi excelente madre (tan buena conmigo en todo lo demás) solo porque siempre que se le antoja jugar al tresillo no me encuentra bastante desocupada para prestarme a dormirme sobre barajas, y porque cuando he tomado una resolución por motivos poderosos no la abandono fácilmente por solo la razón de que ella no ve las conveniencias de llevarla a cabo; y por otras mil pequeñeces que prueban en su concepto que soy poco afectuosa, y que en el mío solo son señales de que lo soy demasiado para tener la puerilidad de adornarme con sus vanas apariencias. Es una gran desdicha, amigo mío, que no entiendan a uno las personas queridas, y ese ha sido siempre mi sino. Como tengo orgullo y no me quejo de la injusticia,…


EL Resto de la carta Nº 16 escrita por la Avellaneda y dirigida a D. Antonio Romero Ortiz en 1853 puede usted solicitarla, totalmente gratis, a través de la siguiente dirección e-mail:


(*) La carta Nº 16 ha sido trascrita electrónicamente desde CARTAS INÉDITAS EXISTENTES EN EL MUSEO DEL EJÉRCITO, obra autoría de José Priego Fernández del Campo, editada por La Fundación Universitaria Española, Madrid 1975. Pp 47-50.