junio 21, 2012

Guatimozín, último emperador de Méjico



Apuntes sobre la novela histórica escrita por:

Gertrudis Gómez de Avellaneda


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Prólogo a la presente edición

“La muerte de Maximiliano I colocaba en la frente de Carlos V la corona imperial de Alemania, y mientras el nuevo César recibía el cetro en Aquisgrán, y la España, presa de la codicia y la arbitrariedad de algunos flamencos, ardía en intestinas dimensiones, el genio osado y sagaz de Hernán Cortés, ensanchando los límites de los ya vastos dominios de aquel monarca, lanzábase a sujetar a su trono el inmenso continente de las Indias Occidentales.”

El párrafo anterior corresponde, con exactitud, al primero de la obra de Gertrudis Gómez de Avellaneda Guatimozín, último emperador de Méjico, escrita en 1846. La prosa de la Avellaneda tiene una estructura episódica; se trata de una novela grandilocuente con un discurso altisonante, emotivo, sentimental e hiperbólico, muy propio de la época decimonónica.
La redacción de La divina Tula no pretende analizar bajo el prisma de la actualidad, los valores e interpretaciones de la obra. Para ello existen decenas de estudios y tesis, realizados por disímiles universidades de muchas partes del mundo, cuyos textos pueden consultarse, incluso en la Internet. Solamente pretendemos hacer un pequeño resumen de lo que a día de hoy expresan algunos de sus experimentados estudiosos.
La autora, dice uno de sus analistas, recurre a los modelos de Walter Scott, Chateaubriand, Larra y Espronceda para escribir su obra. Las fuentes de información, según se ha dicho por varios historiadores contemporáneos, fueron las cartas-relaciones de H. Cortés, Bernal Díaz del Castillo, abate Clavijero y otros. Paralelamente se ha llegado a decir por un considerable número de críticos que también fuera posible Gertrudis Gómez de Avellaneda hubiera leído en su juventud Xicoténcatl (1826) atribuida a José María Heredia, uno de sus autores preferidos.
Otro experimentado estudioso dice que Guatimozín, último emperador de Méjico –como obra de ficción- se inserta en las preferencias literarias del Siglo XIX: relaciona el discurso histórico y el discurso novelesco donde se recrea el pasado. La historia es fuente de energía dramática para dar vida a la ficción, por esto la literatura se apropia del material histórico creando la Novela Histórica.
“Una novela histórica no es exactamente historia, sino algo parecido a la historia, dónde los cambios operados en relación con la realidad son válidos siempre que no desvirtúen lo esencial”

Para los lectores más avezados que quieran disfrutar con una copia del original de la novela completa Guatimozín, último emperador de Méjico, dedicada en su día al Excmo. Señor Duque de Valencia, como demostración de aprecio y afectuosa amistad por su autora, escrita en dos tomos y editada en Madrid por la imprenta de D. A. Espinosa y Compañía, calle del caballero de Gracia (1846) podrán consultarla en http://books.google.com
(El programa de Búsqueda de libros de Google ayuda a los lectores a descubrir los libros de todo el mundo a la vez que ayuda a autores y editores a llegar a nuevas audiencias)

Una anécdota en la vida de Cortés
La anécdota que aparecerá publicada en el blog de La divina Tula a partir de mañana 22 de junio de 2012, y dividida en varios capítulos, es lo único que la autora -según juzgó ella misma-  pudo revisar y corregir de la novela original para insertar en Obras literarias (tomo IV) de sus obras completas a causa de su deteriorado estado de salud. Se cree que Una anécdota en la vida de Cortés fue lo último que Gertrudis Gómez de Avellaneda pudo corregir y crear en vida.
La  gélida madrugada del 1 de febrero de 1873, prácticamente ciega y aquejada de una diabetes crónica, dejaba caer su pluma y cerraba sus ojos definitivamente en el número 2 de la calle Ferraz de aquel convulso Madrid testigo de su muerte física. Su obra, sin embargo, ha permanecido y traspasado el tiempo, incluso hasta cierto olvido...


redacción de La divina Tula.

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