marzo 31, 2014

CRÓNICAS DEL BICENTENARIO (III PARTE)


23 de marzo (retrospectiva)

A primera hora del domingo 23 de marzo, día real del bicentenario por el nacimiento de la inmortal poetisa, todos los participantes en la Ruta Literaria, así como los miembros de la Asociación Cultural y Literaria, nos acercamos al monumental Alcázar de Sevilla, uno de los palacios en uso más antiguos del mundo, lugar del que Gertrudis Gómez de Avellaneda habla en Cuadernillos de viaje de manera singular.


Guiados en todo momento por un experto, entramos a través de la puerta para caballerizas que da al famoso patio de las banderas. Y a partir de aquí la historia de Sevilla, marcada por la diversidad de Culturas, nos atrapó inevitablemente.


Visitamos el Patio de las Doncellas, el Salón de Embajadores, así como otras instalaciones de singular belleza. Nos llamó la atención el Patio de las Muñecas, minúsculo si se le compara con el resto y cuya peculiaridad radica en los nueve pequeños rostros infantiles, apenas perceptibles, que aparecen en sus elocuentes arcos, todos muy diferentes.


El considerable grupo escuchó con atención las explicaciones de nuestro guía. Aunque algunos intentamos revivir -con éxito en nuestro caso particular-,  las poéticas imágenes que la Avellaneda dejó plasmada en su Cuadernillo de viaje cuando visitó -sin guía-, el célebre “morisco edificio”. La joven poetisa tuvo que contentarse entonces con lo que había leído, dejando volar su imaginación “vivamente exaltada”, al punto de intuir deslizarse por entre los oscuros corredores sombras fantasmales y llegar a ver en las columnas otros tantos fantasmas inmóviles y silenciosos1.


Nos quedamos con las ganas de visitar los Baños de Doña María de Padilla y algunos salones de las plantas superiores, pero el tiempo apremiaba. Y es que visitar los Reales Alcázares de Sevilla lleva algo más de una jornada y nosotros sólo disponíamos de un par de horas.



Después que dejamos el Alcázar atrás, y de un breve recorrido por el barrio de Santa Cruz, caminamos a través de los Jardines de Murillo hasta las instalaciones del hotel, y desde allí, en autobús, nos trasladamos al cementerio de San Fernando, otra gran obra sevillana, lugar donde descansan los restos mortales de Gertrudis Gómez de Avellaneda junto a los de su marido Domingo Verdugo.


El cementerio de San Fernando.


Esa mañana el sol resplandeció en Sevilla como no lo había hecho en toda la semana. No imaginamos que se fuera a reunir tanto público alrededor de su tumba por eso quedamos gratamente sorprendidos. Muchos se acercaron con flores y las depositaron sobre la lápida. Y comenzó el emotivo recital poético planificado –un acto meramente cultural-, digno homenaje en su memoria.



Muchos poetas recitaron composiciones dedicadas a la Avellaneda, y una vez más se escuchó la voz de Isabel Salinas que retumbó por el recinto mortuorio. Difícil es resumir en palabras todo lo acontecido la mañana del 23 de marzo, por ello preferimos mostrarlo en imágenes con una selección de fotos que hicieron Carmen Hermoso, Ricardo Montecatine y otros amigos, inmortalizando aquel emocionante homenaje por el bicentenario de la divina Tula.




Después del conmovedor acto nos fuimos todos a un restaurante para disfrutar una comida de despedida, dando por finalizada la Ruta Literaria Gertrudis Gómez de Avellaneda organizada por la UNED. Muchos de los "ruteros" se nos acercaron y nos trasladaron, emocionados, sus positivas opiniones sobre lo acontecido y aprendido durante el fin de semana. Y nosotros, profundamente satisfechos, nos quedamos con el dulce sabor del deber cumplido. De alguna manera habíamos contribuido a rescatar del absurdo ostracismo a la poetisa y dramaturga más grande del romanticismo hispanoamericano del siglo XIX, a Gertrudis Gómez de Avellaneda.


Manuel Lorenzo Abdala


1 Entre las páginas 112 y 116 de Cuadernillos de viaje y La dama de gran tono se inserta la composición “Al Alcázar de Sevilla”, concluida en septiembre de 1839 según hemos comprobado en Poesías de la Excelentísima Señora Dª Gertrudis Gómez de Avellaneda de Sabater. Madrid, 1850, 60-63.

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