22 de marzo de 2014 (retrospectiva)
A primera hora de la mañana del 22 de marzo el cielo se nubló caprichosamente sobre la majestuosa Sevilla. Parecía como si Tula llorara emocionada por el tributo que se le rendía desde la noche anterior. Pero la lluvia no impidió que el grupo de entusiastas "ruteros", venidos desde diversos puntos de España, se dispusieran iniciar el largo recorrido que mediaba entre el hotel Alcázar y el número 9 de la calle Gravina. Comenzaba así la Ruta Literaria, Gertrudis Gómez de Avellaneda, organizada por la UNED para homenajear a la ilustre poetisa, escritora, novelista y periodista en el bicentenario de su nacimiento.
La primera parada se realizó, bajo inusual lluvia y paraguas mediante, en los Jardines de Murillo donde se explicó el recorrido matinal. El más de medio centenar de "ruteros" visitarían los lugares por los que la Avellaneda transitó en su andadura sevillana de 1838, siguiendo las pautas que ella misma dejó escritas en la parte que a la hechicera Sevilla corresponde en su Cuadernillos de viaje, libro que sirvió de guía a la Ruta Literaria.
La primera parada se realizó, bajo inusual lluvia y paraguas mediante, en los Jardines de Murillo donde se explicó el recorrido matinal. El más de medio centenar de "ruteros" visitarían los lugares por los que la Avellaneda transitó en su andadura sevillana de 1838, siguiendo las pautas que ella misma dejó escritas en la parte que a la hechicera Sevilla corresponde en su Cuadernillos de viaje, libro que sirvió de guía a la Ruta Literaria.
Sevilla fue la ciudad donde la Avellaneda vivió algunos años y donde siempre que pudo regresó. No por gusto sus restos descansan en el cementerio de San Fernando por expreso deseo, según consta en sus últimas voluntades, testamento de 1872.
Con los participantes en la Ruta Literaria visitamos las calles que ella amó, los lugares en los que se sintió feliz, y respiramos hasta el mismo olor que ella respiró a su llegada a la ciudad porque los naranjos estaban -y están- en plena floración. Sevilla olía a azahar, a eterna primavera.
Con los participantes en la Ruta Literaria visitamos las calles que ella amó, los lugares en los que se sintió feliz, y respiramos hasta el mismo olor que ella respiró a su llegada a la ciudad porque los naranjos estaban -y están- en plena floración. Sevilla olía a azahar, a eterna primavera.
Durante todo el recorrido fuimos desgranando su vida y obra en la medida de lo posible, pues Sevilla es siempre un hervidero de turistas por doquier.
Tuvimos la gran suerte de visitar uno de los patios con mayor solera de la ciudad gracias a la generosidad de su propietaria. Allí, mientras describíamos curiosidades y anécdotas de la vida de la Avellaneda, la lluvia cesó de improviso y nos permitió continuar con la alegría que caracteriza a los sevillanos. Cerramos los paraguas y comenzó la fiesta de los sentidos, el día se transformó en luz, olor y alegría.
Llegamos a la Catedral y una nueva parada se impuso. Después de una breve explicación de la monumental obra, Giralda y Patio de los Naranjos incluidos, continuamos hasta la iglesia de la Magdalena con su Cristo del Calvario, templo que acostumbraba visitar la Avellaneda. Allí leímos el poema Oración al Cristo del Calvario, y sin darnos cuenta casi era la hora de llegar a la que fuera su casa en la calle Gravina, destino de nuestro recorrido matinal.
Cuando arribamos al número 9, una gran mansión de tres plantas con dos patios interiores, un considerable número de asistentes se aglomeraba en las aceras esperando el gran momento de la mañana: el descubrimiento de la placa que recordaría la que fuera su residencia sevillana entre 1864 y 1868.
Como podrá comprobarse en la foto, algunos nos vestimos de época para dar un toque decimonónico a la ocasión. Y los asistentes a la Ruta Literaria, principalmente, no se lo pensaron dos veces: todos hicieron fotos para inmortalizar la ocasión.
Después de quedar la calle cerrada al tráfico, Edith
Checa, presidenta de la Asociación Cultural y Literaria “La Avellaneda” vestida
para la ocasión, como ya hemos dicho, y acompañada siempre por los Miembros de la Junta directiva, conocidos
como “Los Avellanedos” (Miguel
Hermoso, Rosa María García Barja, Isabel Martín Salinas, Manuel Lorenzo Abdala
y Rosa Ciriquián), pronunció las palabras iniciales presentando a
las personalidades asistentes al acto y agradeciendo a todos por su asistencia.
El gran momento se celebró con la presencia de la Directora General de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla, Eugenio Martínez Enriquez Embajador de Cuba para España y Andorra, Ulises Arranz Cónsul General para Andalucía, Extremadura, Ceuta y Melilla, así como por decenas de entusiastas "ruteros" de la UNED y el numeroso público asistente, entre los que destacaban la escritora Rosa Ciriquián y su marido Alberto, actuales dueños de la mansión.
Descubrió la placa, como puede apreciarse en una de las fotos anteriores, la Directora General de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla, la cual pronunció unas sencillas palabras. A continuación el Embajador de Cuba recordó la figura de la poetisa y nos hizo saber, tremendamente emocionado, la importancia capital que para la literatura hispanoamericana (en especial para Cuba y para España), representa el ilustre nombre de Gertrudis Gómez de Avellaneda.
A los pocos minutos de descubierta la placa todos los presentes (más de cien personas) recorrimos el interior de la casa, decorada como un museo con objetos y muebles del siglo XVIII y XIX. Se visitaron la planta baja, la sala del piano, la sala de estar y la habitación donde falleció Manuel, el hermano de la Avellaneda. Seguidamente, la señora Rosa Ciriquián, anfitriona y propietaria de la mansión, interpretó una bella melodía al piano. A continuación la multitud se agrupó en el espléndido comedor, engalanado especialmente para la ocasión. Allí soplamos velas, comimos tarta y brindamos por la Avellaneda.
Un día inolvidable: el Bicentenario del nacimiento de Gertrudis Gómez de Avellaneda, la más grande poetisa hispanoamericana del siglo XIX.
Pasado un tiempo prudencial se leyeron versos de la escritora y se cantó en su honor. La hermosa voz de Isabel Martín Salas se dejó escuchar al interpretar una versión para canto del poema A las Estrellas, una de las primeras composiciones líricas de la Avellaneda.
Terminada la merienda homenaje, caminamos de nuevo por las calles de las que la Avellaneda habla en Cuadernillos de viaje, Plaza del Duque y calle Sierpes, entre otras, hasta llegar al restaurante seleccionado para una comida de lujo. Durante el recorrido, Manuel Lorenzo Abdala, editor y prologuista del libro, así como Miguel Hermoso, historiador (Ambos Miembros de la Junta Directiva de la Asociación), narraron pasajes de la vida y obra de la escritora y su vinculación con la ciudad de Sevilla.
Tras la comida caminamos hacia la Plaza de España (la más hermosa de nuestro país), allí el guía fue Ricardo Montecatine que a su vez fue nuestro fotógrafo y gracias al cual podemos ofrecer hoy gran parte del reportaje fotográfico que acompañan estas líneas.
A continuación recorrimos un segmento del Parque de María Luisa y nos detuvimos en la Glorieta de Bécquer para leer poemas y rendir un homenaje a dos de las figuras más representativas del romanticismo y de la poesía hispanoamericana: Gustavo Adolfo Bécquer y Gertrudis Gómez de Avellaneda.
En el Casino de la Exposición Casa de los Poetas, se proyectó el documental que la UNED realizó sobre la vida y obra de Gertrudis Gómez de Avellaneda, cuyo guión fue obra de Edith Checa. Seguidamente se realizó la mesa redonda donde se analizaron diversos aspectos de la escritora y en la que intervinieron la Doctora María Caballero Wangüemert, la periodista de la UNED Edith Checa, el profesor de Literatura de la UNED-Sevilla Miguel Cruz Giraldéz y el investigador, especialista en la Avellaneda, Manuel Lorenzo Abdala.
En la sala, además del numeroso público asistente, se encontraba la señora María Luisa de la Barrera Caro, descendiente de la estirpe Gómez de Avellaneda.
Al finalizar la mesa redonda y tras responder a diversas preguntas de los asistentes, el jurado del III Premio de Poesía "Gertrudis Gómez de Avellaneda" compuesto por cuatro miembros de la Asociación entregó los diplomas correspondientes a los finalistas que pudieron estar presentes en el acto, pues en el certamen, tercero que se realiza en su categoría, participaron 432 poetas de diversos países. Edith Checa leyó Rostro de agua, el poema ganador, cuya autora, Teresa Frías delgado, no pudo asistir al acto. De la misma manera, otros finalistas presentes en la sala leyeron sus poemas.
El poema ganador, así como los cinco finalistas y sesenta y un poemas más, compuestos por diversos autores, están recogidos en Antología Poética, obra que la editorial sevillana "Los libros de Umsaloua" ha publicado en homenaje al Bicentenario de Gertrudis Gómez de Avellaneda.
Antología Poética junto a Cuadernillos de viaje y La dama de gran tono ya están disponibles para su venta en librerías especializadas y también pueden adquirirse a través del correo electrónico de la editorial andaluza "Los libros de Umsaloua".
Continuará...
Edith Checa / Manuel Lorenzo Abdala
Magnífico trabajo, proyecto, crónica y reportaje gráfico.
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