En la foto, Nara Araújo y Brígida Pastor, autoras de la introducción y del ensayo que hoy se analiza. |
Dos capitales ensayos sobre Gertrudis Gómez de Avellaneda
Los dos ensayos más importantes sobre Gertrudis Gómez de Avellaneda
realizados en el siglo XXI son, El discurso de Gertrudis Gómez de Avellaneda: identidad femenina y
otredad, obra de Brígida Pastor; y El
Teatro de Gertrudis Gómez de Avellaneda, de María Prado Mas (Algunos críticos así lo han considerado). Curiosamente,
ambas investigadoras son españolas, especialistas y amantes de la obra avellanediana. Textos
muy diferentes por su contenido y análisis; pero
absolutamente incuestionables y tremendamente esclarecedores en todos sus aspectos.
En 2010 —como ya es conocido por muchos— me propuse escribir un guión para
la pequeña pantalla en unión de la dramaturga e historiadora Hortensia
Domínguez Tolón. Para escribir dicho proyecto (cuya primera parte está
concluida desde principios de este año, listo y en espera de su producción) los dos ensayos antes mencionados
jugaron un papel de vital importancia: el uno para discernir la dramaturgia
avellanediana; y el otro, para comprender su tan cuestionado discurso
autobiográfico (No quiere esto decir que para los estudios preliminares, hayamos
desechado otras obras de otros tantos autores. Acerca del tema he tratado largo
y tendido en otros post publicados
con anterioridad).
El post de hoy lo voy a dedicar al primero de estos estudios, el de Brígida
Pastor. Y lo haré reproduciendo solamente la introducción que para dicha obra
escribiera la prestigiosa y desparecida ensayista Nara Araújo. En la amena
introducción, la investigadora y crítica de arte cubana, analiza someramente el
contenido de los «sagaces ensayos de Brígida Pastor», que tienen como telón de
fondo la experiencia de la mujer cubana en el siglo XIX. Y dejaré para el
próximo post, que saldrá la semana
entrante, algunos fragmentos de la introducción y de las conclusiones hechas
por María Prado Mas en El teatro de
Gertrudis Gómez de Avellaneda, donde responde con entera clarividencia el por
qué la afamada escritora es a día hoy en España una sombra más entre la lista
de los eternos olvidados…
Por el gran volumen que ocupa (y por carecer de los permisos necesarios), de ninguna manera podríamos reproducir la
totalidad del ensayo, mucho menos en un
medio como este. Es por ello que sólo reproduciremos, como ya hemos dicho, la
introducción a la obra. Pero exhortamos a
los especialistas y también a los lectores interesados, consultar la obra en su
totalidad, la cual podrá encontrarse en cualquier biblioteca o librería especializada (incluso en Internet).
El libro fue editado por: Cuadernos de América
sin nombre dirigidos por José Carlos Rovira, Nº6 (1)
Muchas Gracias,
Manuel Lorenzo Abdala
Portada del libro de Brígida Pastor |
El discurso de Gertrudis Gómez
de Avellaneda: identidad femenina y otredad
Por Brígida M. Pastor Pastor (2)
Introducción
Por Nara Araújo (3)
Gertrudis Gómez de Avellaneda que en 1836 dejara Cuba, su patria natal,
para ir a vivir a España, pagó tempranamente el precio de ser diferente. Si
recién llegada a Galicia, con veintidós años, provocó la sorna de sus
familiares que la llamaban «la doctora», porque leía a Juan Jacobo Rousseau y
no hacía calceta, para los escritores con quien compartió el escenario de las
letras españolas de mediados del siglo XIX, Tula (como así la llamaban sus familiares)
resultaba masculina. Ni siquiera José Martí, su iluminado coterráneo, pudo
escapar a los modelos predominantes.
Si Avellaneda no pudo entrar en la Academia de la Lengua Española, por ser
mujer, y la admiración que suscitaba se atribuyó a que era «mucho hombre esta
mujer», para Martí, había «un hombre altivo, a las veces fiero, en la poesía de
la Avellaneda...». En la reseña al libro Poetisas americanas, que
publicara en la Revista Universal de México (28.8.1875), bajo el
pseudónimo de Orestes—dos años después de la muerte de Tula—, al comentar los
poemas de autoras hispanoamericanas —de México y Cuba, Chile y Colombia—, Martí
coloca en el centro la obra de aquellas que fueron dos de las mejores poetisas
cubanas de todos los tiempos, Luisa Pérez de Zambrana y Gertrudis Gómez de
Avellaneda. Trataba de decidir cuál «poesía femenina» era mejor de acuerdo con
los siguientes presupuestos: si era poesía femenil debía expresar a la mujer;
si expresaba a la mujer, debía mostrar ternura, sufrimiento y pureza. Bajo la
influencia del positivismo, Martí estableció un nexo entre el físico y las
características subjetivas del ser humano: «No hay mujer en Gertrudis Gómez de
Avellaneda; todo anunciaba en ella un ánimo potente y varonil; era su cuerpo
alto y robusto, como su poesía ruda y enérgica...». En este modelo, si los
versos de Avellaneda eran «soberbiamente graves», se debía a su constitución
física.
Tula era alta y robusta y poseía al parecer, el don de la facundia; era
decidida en sus relaciones con el sexo opuesto y en su Autobiografía y Cartas,
dedicadas al timorato Ignacio de Cepeda, se muestra conquistadora.
Con desenfado se presenta a sí misma como un ser apetecible, que vive un
vacío sentimental, en particular de las figuras masculinas (abuelo y padre
amados; padrastro y hermano, antagónicos). Menudo susto tendría Cepeda al leerlas,
pues en aquella época el hombre debía conquistar con la palabra, como Donjuán,
mientras que de la mujer se esperaba la insinuación y el silencio; los ojos
detrás del abanico, el pañuelo blanco oliendo a lavanda y dejado al azar, y la
sonrisa esquiva tras la verja.
Poetisa grandilocuente, aún cercana al clasicismo, Avellaneda osó hacer
carrera en terreno de hombres. En sus textos, la Peregrina, como ella gustaba
llamarse (por lo de extranjera y errante), asumió una postura que hoy
calificaríamos de un feminismo liberal. En un tiempo en que la marginalidad era
asunto de interés literario, y en que el romanticismo exploraba el universo de
los excluidos y sojuzgados, Avellaneda combatió la hipocresía con enfado y
humor, y construyó personajes que ansiaban su liberación en historias de
bandidos y esclavos, mantenidas y malcasadas, y artistas.
Avellaneda vivió en un tiempo en el cual el sentimiento y la superioridad
espiritual se opusieron al prosaico mundo burgués, y el antagonismo se expresó
en el aislamiento o en la rebeldía, en la comunicación con la naturaleza o en
el retorno al pasado, en la defensa de la libertad y la aspiración al
mejoramiento humano. Sufrió los prejuicios y convencionalismos como mujer que
pretendía vida propia y carrera profesional. Las desilusiones, las
incomprensiones familiares y los desengaños alimentaron una weltanschauung
donde la sociedad humana era cuestionada. Incluso con estas tristes
certidumbres, Tula logró insertarse en el difícil panorama de las letras
españolas, trabajando con denuedo, durante veinte años, pues la escritura era
impulso y refugio. Escribía de madrugada, componía más de una obra a la vez,
pasaba del poema a la pieza teatral, del drama bíblico a la comedia, de la
novela sentimental a la novela histórica. Esta entrega a la escritura, sin concesiones,
iba acompañada de una complicada y no siempre feliz vida en pareja. La temprana
muerte de su hija, tenida fuera de una relación estable; su amor, no correspondido,
por Cepeda; los sucesivos matrimonios, la muerte de su esposo Verdugo —que no
fue su verdugo—, la condujeron quizás, al final de sus días, al asidero
religioso, y a no incluir en sus Obras completas aquellas obras que,
como Sab y Dos mujeres, resultaban transgresoras.
La autobiografía y las cartas de amor de la «franca india» al tibio galán,
puestas en circulación por la viuda de Cepeda, más de veinte años después de la
muerte de Tula, permitió una relectura de sus libros, y reveló una faceta ignorada
de su personalidad. En un acto encomiable, Cepeda, el destinatario explícito y
privilegiado de aquellos discursos, no cumplió la exigencia de la remitente, y
como Max Brod con los papeles de Kafka, no los lanzó al fuego. Signo extraño el
de estas páginas que finalmente unían el nombre de Avellaneda, para siempre,
con el de Cepeda.
En estas páginas, que suscitaron un renovado interés por su algo olvidada
obra, junto a la fuerza de la pasión, la estrategia razonada modela un
personaje carente de amor y presto a amar, por más que se insista en el
ofrecimiento de amistad. En esta maniobra, el arma seleccionada ha sido la
palabra y la mujer asume dos roles: el activo por tender el puente, abrir el
fuego y atacar; y el pasivo, por abrir la puerta y dejar entrar; por la entrega
en este acto de desnudar su alma, a puertas cerradas. La prudencia y la mesura
del tono, la inteligente mezcla de reproches y súplicas, de minusvalía y
autosuficiencia, comparadas con las cartas posteriores a idéntico destinatario,
indican que aún es el tiempo de la esperanza. Texto de juventud, la
autobiografía revela la potencia latente de una escritora y una mujer,
preparada para asumir esa doble condición, iluminando en retrospectiva el
recorrido de Avellaneda.
En este itinerario —mediante la inversión de los paradigmas convencionales
en cuanto a las conductas femeninas, y la subversión de sistemas dominantes,
tanto estéticos como sociales— respetando el canon, pero al mismo tiempo, poniéndolo
de cabeza, Avellaneda asumió sin saberlo (¿sin saberlo?) un compromiso político
en un mundo donde la virtud escasea y la mujer se sacrifica (Catalina y Luisa, Teresa
y Carlota); el matrimonio es un yugo y en el triángulo amoroso, tan desdichada
es la mujer, como la amante.
Con un escenario que tiene como telón de fondo la experiencia de la mujer
cubana en el siglo XIX, los sagaces ensayos de Brígida Pastor, especialista en
la obra de Avellaneda, animan desde la ginocrítica este universo imaginario. En
ellos, la investigadora española estudia su discurso autobiográfico, la
modelación de un nuevo tipo de mujer en su bien construida novela, Dos
mujeres, y el diálogo especular entre el esclavo y la mujer en el contexto
de Sab, una de las primeras novelas del ciclo anti abolicionista cubano,
haciendo resaltar el nexo entre género e identidad, género y discurso, así como
el carácter polémico de la vida y la obra de la escritora más completa de las
letras cubanas en el siglo XIX.
(1) Esta
publicación está integrada en las actividades de la Unidad de investigación de
la Universidad de Alicante «Recuperaciones del mundo precolombino y colonial en
el siglo XX hispanoamericano» (Proyecto MEC PB 98-0982) y en los Proyectos de
investigación «Nuevos materiales para la literatura colonial. Estudio del Fondo
Medina de la Biblioteca Nacional de Chile» (MEC, Programa de Cooperación
Científica con Iberoamérica, 1999) y «Relaciones entre el mundo cultural
español e hispanoamericano en el siglo XX» (GV 99-52-1-09). Los cuadernos de
América sin nombre Iberoamericanos Mario Benedetti. © Brígida Pastor I.S.B.N.:
84-7908-670-X Depósito Legal: MU-1157-2002
(2) Brígida
M. Pastor Pastor es Licenciada en Filosofía y Letras, especialidad en Filología
Inglesa por la Universidad de Alicante y doctora en Estudios Hispánicos por la
University of Bristol (Reino Unido).En 1999 recibió un reconocimiento
honorífico de la Cátedra
de Estudios de Género, Instituto de Literatura y Lingüística-La
Habana.
Es
investigadora-Programa Ramón y Cajal (Ministerio de Ciencia e Innovación) en el
Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC. En 1996 fue nombrada Profesora
Titular en la Universidad de Glasgow (Reino Unido), donde ha desarrollado gran
parte de su trayectoria investigadora y docente, impartiendo cursos de
postgrado y licenciatura sobre literatura, cine, historia y estudios
culturales, con especial énfasis en los estudios de género. Ha dirigido tesis
de doctorado y máster y también ha examinado y participado en numerosos
tribunales de tesis de postgrado (doctorado y máster) a nivel internacional.
Su
producción se encuentra en importantes publicaciones y en revistas científicas
de reconocimiento internacional. Es autora de varios libros, volúmenes editados,
capítulos de libros y numerosos artículos en reconocidas publicaciones
científicas.
Asimismo ha formado parte de diferentes Comités y Tribunales Académicos y es
miembro del comité editorial de varias revistas científicas internacionales.
Ha
sido Secretaria General de la Society for Caribbean Studies in Great Britain
(1995-1998) y ha organizado y presidido numerosos simposios en importantes
congresos internacionales (International Congress of Americanists, Congreso
Internacional de Latinoamericanistas Europeos, Society of Latin American
Studies, Society for Caribbean Studies, Federación Internacional de
Latinoamericanistas, Congreso Internacional de Hispanistas etc). Ha presentado
numerosas ponencias en importantes congresos y universidades. Como profesora
invitada ha impartido cursos de Doctorado y Máster en diferentes universidades
y centros de investigación de Estados Unidos, Australia, Reino Unido, Brasil,
Cuba y España. Asimismo, ha impartido el curso ´Cuba: Género en la literatura y
el cine (XIX y XX)´ en el Programa de Máster y Doctorado en Igualdad de Género
en Ciencias Humanas, Sociales y Jurídicas' del Centro de Ciencias Humanas y
Sociales- CISC.
(3) Nara Araújo Carruana (La Habana 1945-2009) fue
una reconocida investigadora, ensayista y crítica de arte, profesora titular de
la Universidad de La Habana. Activa y prestigiosa
investigadora sobre literatura de mujeres, considerada como una de las grandes
damas de la cultura hispanoamericana. Obtuvo el premio Palmas Académicas de
Francia (1993), Premio de Antologías de la Universidad Autónoma Metropolitana
de México (2001) y el Premio al Mayor Aporte a la Educación Superior de la
Universidad de La Habana (2004), ambos con la antología Textos de Teorías y
Críticas Literarias (del formalismo a los estudios poscoloniales). Es autora de
los libros Viajeras del Caribe, Visión romántica del otro, La huella y el
tiempo, El alfiler y la mariposa y Diálogos en el umbral. El 18 de abril de
2008, un año antes de su muerte, ingresó en la Academia Cubana de la Lengua
como académica de número para ocupar el sillón de la letra Ñ.
He leído este post con gran interés y lo comparto ahora mismo con otras amigas que de seguro estarán igualmnte interesadas en hacerlo. Gracias por poner en nuestras manos estos valiosos textos. También por contarnos sobre las fuentes empleadas en la elaboración de ese guión televisivo. Que viniendo de vuestra cosecha no puede esperarse más que un excelente trabajo.
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