ALZO MI COPA POR LA MÁS
EXCELSA, NUESTRA AVELLANEDA.
(En el día de su muerte)
En el aniversario 142 de la desaparición física de la poetisa, dramaturga,
escritora y periodista Gertrudis Gómez de Avellaneda, publicamos un poema,
especie de Loa póstuma, totalmente desconocido,
compuesto por la excelsa poetisa. La patriótica
obra fue escrita en homenaje al primer aniversario del asesinato del
general Diego de León y Navarrete, González de Canales y Valdivia, conde de
Belascoaín. El general había participado un año antes en el alzamiento de O’Donnell
contra el general Espartero. En el intento por asaltar el Palacio Real y
restablecer el orden, la acción fracasó. El general fue delatado por su propio
ayudante y apresado con posterioridad. Sometido a Consejo de Guerra y condenado
a muerte, la ejecución se hizo efectiva el 15 de octubre de 1841.
A continuación reproducimos parte del editorial escrito por el editor
responsable del periódico La Posdata,
J. N. Calero en el primer aniversario
del luctuoso hecho:
En vano ha transcurrido un año desde que Madrid presenció consternado la sangrienta
catástrofe del 15 de octubre. La impresión funesta que ha dejado en todos los
corazones, no se ha borrado todavía. Pesa sobre el pueblo como la memoria de una
calamidad. Aquella sangre vertida ha dejado en la atmósfera su vapor de muerte
que los soles de un año no han disipado aún, y la sombra del bizarro e
interesante general, pasa y vuela todavía ante nuestros despavoridos ojos (…)
Con lágrimas y con sollozos acudimos hoy a celebrar ese fúnebre cabo de año:
con lágrimas y sollozos le tributaremos hoy homenaje de su fúnebre
conmemoración.
Seguidamente publicamos el poema homenaje a Diego de León, escrito por la
Avellaneda, obra absolutamente desconocida y nunca más vuelta a publicar desde que apareció por primera y única vez en la página 2 del periódico La Posdata el 15 de cotubre de 1842.
La divina Tula, sus lectores y entusiastas admiradores, alzan sus copas por
la más excelsa poetisa en el aniversario 142 de su desaparición física.
LEÓN
¿Por qué la lira que rebelde y dura
Negaba á mis esfuerzos su armonía,
Con voz de duelo y cantos de amargura
Saluda la luz pura
Con que aparece en el Oriente el día?
Las destempladas cuerdas so mi mano
Siento vibrar si tímida las pulso;
Y resistir cobarde fuera en vano
Al numen soberano
Que hoy las agita con violento impulso.
Numen ¡ay de dolor! ¡Impulso triste
Á que obedece desgarrado el pecho!...
¡Aurora funeral que el luto viste
De un recuerdo que existe
De implacables verdugos á despecho !
A su despecho, sí; que aquesta aurora,
Aniversario de su triunfo horrendo,
No con zafir, con sangre se colora,
Que al cielo se evapora
Justicia al Dios de la virtud pidiendo.
Treguas dame ¡oh dolor! ¡Calma tu acerba
Sañuda inspiración! Cuando la historia
Un hecho atroz al porvenir conserva,
La lira se reserva
De las ilustres victimas la gloria.
Deja brotar el dolorido llanto
Do exhalo de mi pecho la amargura;
No en gritos de rencor, en triste canto
Tribute mi quebranto
Homenaje al valor y desventura.
Un año hoy cumple, si, y aun mirar creo
Presente al héroe á cuyas plantas brilla
De cien victorias el marcial trofeo;
Y en su ancha frente leo
"en mi un Bayardo encontrará Castilla."
Y le encontró! que en su agitado seno,
De guerra atroz en los azares varios,
De tacha siempre y de temor ajeno,
Intrépido y sereno
Le encontraron amigos y contrarios.
Y un año cumple, sí, que en este día
Vile pasar en descubierto carro....
¿Dónde su planta el héroe conducía?
¿Qué premio se ofrecía
De Belascoaín al vencedor bizarro?
¡Aun pienso verle! de la gloria el sello
Brilla en su frente. Sosegado, ufano,
Va despejando su semblante bello
Del espeso cabello
Do juega blanda su triunfante mano.
¿Adonde, adonde va?—Cediendo acaso
Al entusiasmo popular pasea
En el carro triunfal?—Mas á su paso
En el concurso escaso
Ninguna voz su nombre victoria!
Marchan en torno con la faz sombría
Los bravos que condujo a la batalla...
¿Por qué la voz que el triunfo prometía,
No escuchan este día
Y el general cual los soldados calla?
Compañeros del héroe! de esa suerte
¿Do le leváis con sus marciales galas?
¡Oh recuerdo de horror! El héroe fuerte
Va á deberos la muerte
Que no le dieron enemigas balas!!
Hostia tan pura reservó el destino
Para el altar de la discordia impía.
Su gloria fue su crimen , su asesino
El encono dañino
De Una feroz, insana bandería.
Mas ¡oh León! si del dolor las heces
Te hizo apurar el odio embravecido,
Un noble mártir á tu causa ofreces
Y tus inicuos jueces,
Baldón y mengua á su feral partido.
Más que tú grande, tu terrible sombra
Ve amenazando á su poder inerte,
Y si valiente sin temor te nombra ,
Esa aureola le asombra
Que como á mártir te ciñó la muerte.
Descansa en paz, León!... tu cenotafio
A la posteridad lega la historia:
No insulte un monumento tu memoria,
Porque será la gloria
Quien á los siglos dicte tu epitafio.
Gertrudis Gómez de Avellaneda,
Madrid, 15 de octubre de 1842
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