Preámbulo (después de un noviembre de sosiego).
El 25 de julio de 2014 comenzábamos, por
fin, la publicación en el blog “La divina Tula” del epistolario menos conocido
y difundido de la Avellaneda: el mantenido con Antonio Romero Ortiz. Epistolario
no disponible, transcrito electrónicamente, en ningún otro medio. Y lo hacíamos
de la siguiente manera:
Preámbulo.
En octubre de 2012 anunciábamos la
publicación (a partir del verano de 2013 y como antesala a los actos por el
bicentenario del nacimiento de la divina Tula), de las cincuenta cartas de amor
y pasión escritas por la Avellaneda a un tal Armand
Carrel (Antonio Romero
Ortiz). No pudo ser entonces. Creímos oportuno -pensábamos, ilusos que somos-
que una editorial sería el mejor medio para reeditar
lo que en 1975 publicara la Fundación Universitaria Española, homenajeando
a la autora por su bicentenario. Pero salvo en la Asociación Cultural y
Literaria “La Avellaneda” de
Sevilla (Edith Checa, Isabel Martín Salinas, Rosa María García Barja, Miguel
Hermoso Alón, Rosa Ciriquián y Manuel Lorenzo Abdala), en la editorial Los libros de Umsaloua (Inmaculada Calderón) y en el CSIC (Brígida Pastor), la Avellaneda no ha
tenido otros homenajes (al menos significativos), como merece la poetisa,
escritora y dramaturga en España.
En noviembre de
2014, la Avellaneda fue motivo de otro reconocimiento en la UNIA (Universidad
Internacional de Andalucía), curso organizado por una catedrática de una Universidad española que al parecer puso gran empeño en su tarea sin tener en
cuenta la labor del blog “La divina Tula” del cual ha sacado mucha información
y mayor provecho. Era como si no existiéramos para ella. Pero resulta que
nuestro blog está estrechamente relacionado con la Asociación Cultural y
Literaria “La Avellaneda” de Sevilla de la cual somos miembro. Es más,
somos parte de la prestigiosa Asociación. Y eso, parece indicar, se le escapó a
los organizadores del “curso homenaje por el bicentenario”.
Durante todo el mes
de noviembre el blog “La divina Tula”
detuvo sus publicaciones esperando ver el resultado final del curso en la UNIA,
actividad a la que no fuimos invitados (no tenían por qué hacerlo). Muchos amigos nos han preguntado los motivos y en
privado se lo hemos comunicado. Hoy lo hacemos público.
Sabíamos que nuestras publicaciones, las de nuestro blog,
eran consultadas por varios profesores y catedráticos alrededor del mundo,
incluido algunos de los organizadores del curso impartido en la UNIA anteriormente
aludido. Pero lo que no imaginamos nunca es que no nos citaran en ningún
momento. Literalmente no existimos para ellos, no nos consideran Institución de prestigio. Y eso nos ha
parecido injusto, tremendamente inmerecido porque nuestra labor y empeño ha sido
el rescate y difusión de la obra avellanediana –al margen de Instituciones-, firmeza
que continuaremos realizando gratuitamente.
Nuestros post han sido siempre fuente de
información de acceso libre. Hoy nace, necesariamente, una nueva etapa. Para
evitar futuros olvidos y maltratos o menosprecios por parte de algunas
Instituciones –no todas-, nuestra política de publicación de “entradas” cambia radicalmente. A partir de ahora solo
publicaremos un resumen o parte del contenido del post tratado, y a través del e-mail ladivinatula@gmail.com los lectores, todos
(sean cuales sean éstos y pertenezcan a la universidad u organización que
pertenezcan), nos solicitaran el resto de la información faltante y que a
nosotros nos ha costado obtenerla a través de disímiles medios esparcidos
alrededor del mundo. Jamás pediremos dinero por ello. Nuestro blog ha sido y es
un medio de información gratuito relacionado con la vida y obra de
Gertrudis Gómez de Avellaneda. Nunca se nos ocurrirá cobrar por la información
ofrecida. Pero al menos demandamos
nos citen en cursos, eventos y homenajes varios, tal y como hacemos nosotros en
todas nuestras publicaciones.
En el nombre de
Gertrudis Gómez de Avellaneda, atentamente.
Manuel Lorenzo Abdala
Carta
Nº 16*.
“Viernes
6 – Una de la noche” [oficialmente ya era sábado 7 de mayo de 1853].
¿A que no se te ocurre hacer esto? ¿A
que ni se te pasa por las mientes el ponerte a escribirme una hora después de
apartarte de mi lado…? Pues ya ves; yo lo hago; y eso que tengo infames plumas
a cual peor todas, y que para ponerme a charlar contigo a esta hora, me ha sido
menester comenzar por declarar a mi doncella que no quiero que me despierten
mañana hasta muy tarde, porque renuncio a presenciar el ensayo de la pobre
Aventurera. Y sin embargo; ya has oído decir que yo no me enamoro; mi mamá te
diría más todavía, te diría que soy egoísta. ¡Yo, que me privo del placer de
recibirte en mi casa, y de mostrarte mi amor públicamente, por ahorrarle a ella
un temor, un leve disgusto! ¡Yo, que con un carácter de hierro me estoy
plegando sin cesar para complacerla hasta en sus preocupaciones! Tal es el
mundo, vida mía, y tales los juicios de los hombres. Eloísa te jurará que no
tengo corazón, que soy una especie de máquina que produce ideas, y nada más: lo
jurará de buena fe, porque cuando está de humor de hacerme oír sus idilios
eternos y empalagoso sentimentalismo; cuando me espeta a su placer un curso
completo de ciencia amorosa, ponderándome las excelencias de su alma volcánica, según ella dice, entonces es
precisamente cuando se me antoja a mí, a fuerza de hallarla fastidiosa,
soltarle dos o tres teorías destartaladas y locas, que la dejan boquiabierta y
espantada. Yo no puedo sufrir que se hable de amor sino entre los que se aman.
La ostentación de lujo del
sentimiento me parece detestable, cuando no es sublime. No creo nunca que sean
tesoros reales del corazón los que se andan arrojando para que los valué todo
el mundo, sin objeto y sin causa. He aquí el porque soy en la opinión de mi
sentimental vecina incapaz de enamorarme; del mismo modo que soy egoísta para
mi excelente madre (tan buena conmigo en todo lo demás) solo porque siempre que
se le antoja jugar al tresillo no me encuentra bastante desocupada para
prestarme a dormirme sobre barajas, y porque cuando he tomado una resolución
por motivos poderosos no la abandono fácilmente por solo la razón de que ella
no ve las conveniencias de llevarla a cabo; y por otras mil pequeñeces que
prueban en su concepto que soy poco afectuosa, y que en el mío solo son señales
de que lo soy demasiado para tener la puerilidad de adornarme con sus vanas
apariencias. Es una gran desdicha, amigo mío, que no entiendan a uno las
personas queridas, y ese ha sido siempre mi sino. Como tengo orgullo y no me
quejo de la injusticia,…
EL
Resto de la carta Nº 16 escrita por la Avellaneda y dirigida a D. Antonio
Romero Ortiz en 1853 puede usted solicitarla, totalmente gratis, a
través de la siguiente dirección e-mail:
(*) La carta Nº 16 ha
sido trascrita electrónicamente desde CARTAS
INÉDITAS EXISTENTES EN EL MUSEO DEL EJÉRCITO, obra autoría de José Priego
Fernández del Campo, editada por La Fundación Universitaria Española, Madrid
1975. Pp 47-50.
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