La “premiada” Rue Jacob de París
Ciento cincuenta años de tertulias y noches bohemias…
por: Manuel Lorenzo Abdala
fotos actuales: Alfredo Balmaseda
Ubicada en el legendario barrio de St-Germain, la rue
Jacob ha sido durante siglos una importantísima calle parisina repleta de sorprendentes
historias, algunas olvidadas con el paso del tiempo.
En la composición fotográfica vemos a Richard Wagner, a su lado la foto de su bella esposa Minna Planer. Y a la derecha la famosa condesa de Merlín
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El compositor
Richard Wagner ocupó uno de los pisos superiores en el número 14 de la
famosa calle, y en ella compuso su primera ópera de gran éxito, Reinzi. Su esposa, la bellísima Minna
Planer –muy acostumbrada a extravagancias e infidelidades -, terció con los
dueños de la casa contigua para que el joven y famoso abogado cubano-español,
Carlos Manuel de Céspedes y su mujer, fueran a vivir al número 12 de la misma
calle (justito a su lado). Madame Planer de Wagner y Carlos Manuel de Céspedes
se habían conocido en un frecuentado café ubicado en los bajos del inmueble, presentados
por otros dos conocidos y virtuosos de la época, Chopin y George Sand,
habituales del bohemio bar. Al poco de los de Céspedes trasladarse al inmueble,
Richard Wagner fue contratado por la ópera de la ciudad de Dresde para estrenar
su recién escrita obra, teniendo el matrimonio que viajar, muy a pesar de ella.
La rumorología de la época se encargó de dar largas a la imaginación y hasta
nosotros llega que Minna Planer y Carlos Manuel de Céspedes mantuvieron un
discreto affaire, por supuesto a espaldas de sus respectivos cónyuges. La
Planer se aburría mucho porque su esposo se encontraba demasiado ocupado en la
composición de la gran ópera que le inmortalizara. Y a Céspedes le ocurría lo
mismo: María del Carmen, su esposa, se pasaba el día interpretando al piano
obras de su vecino Wagner. Ellos, mientras, se amaban entre la floresta del
patio interior…
Distintivo actual que identifica la mítica calle parisina, en el centro el cartel actual del lujoso bar L'échele de Jacob. Y a la derecha, la placa en el Nº 14 donde vivió Richard Wagner.
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Por aquella época los de Céspedes invitaron a sus
amigos y compatriotas, Domingo del Monte y Rosa Aldama. A la par, el convite
fue extendido a otros dos compatriotas residentes en Madrid, Gertrudis Gómez de
Avellaneda y su joven hermano, Manuel Gómez de Avellaneda. Durante ocho semanas
las tertulias serían anheladas e interminables, y el número 12 de la rue Jacob
fue lugar de peregrinación de cuanto artista y político se preciara en Paris.
La Avellaneda, muy conocida ya entre la intelectualidad europea, leía en perfecto
francés, traducciones de sus propios poemas y actos completos de sus dramas
recién escritos, ante la admiración de las celebridades presentes. Por allí
pasaron, además de Chopin y la baronesa Dudevant, la condesa de Merlín,
François Guizot, Joseph-Benoit Guichard, Josefina Cipresti, Charles Baudelaire,
Honoré de Balzac… y un sinfín de personalidades más. Después de cada tertulia
todos se refugiaban en el café de los bajos hasta bien entrada la madrugada.
Todos, menos la condesa de Merlín, que se había aficionado a los besos y
caricias tropicales del jovencísimo Manuel Gómez de Avellaneda. En el patio
interior del inmueble, confundidos entre la espesa vegetación que crecía (era
la primavera de 1843), la atípica pareja se amó apasionadamente como lo habían
hecho, en reiteradas ocasiones, Carlos Manuel de Céspedes y la mismísima Minna
Planer de Wagner.
Las tertulias dejaron de celebrarse repentinamente el
día en que encontraron a “Madame” Cipresti brutalmente asesinada en su mansión
de la Avenue de Neuilly, cerca de la Place de l´Etoile. A consecuencia de ello,
el piano de Carmelita de Céspedes no volvió a escucharse más, tampoco el cello
de Miguel Aldama (hermano de Rosa Aldama, venido desde Londres para participar
de las interminables veladas). Tula no tenía entonces a quién leer sus nuevas
composiciones poéticas: Chopin se había ido, repentinamente, de gira por
Manchester, George Sand al sur de la Francia, la condesa de Merlín se
atrincheró inteligentemente, en su esplendido palacete de las afueras de París
con su joven y nueva adquisición. Y el resto, sencillamente, desapareció del
entorno.
La prefectura parisina andaba investigando la trágica
muerte de la Cipresti, y uniendo cabos sueltos. Nadie quería parecer sospechoso
ante la justicia porque al parecer, más de uno tenía algo que esconder al
respecto. Pero eso nunca pudo ser comprobado a pesar de los informes y detalles
que la sirvienta de la interfecta había dado a las autoridades, inculpando al
mismísimo Carlos Manuel de Céspedes. Finalmente todos decidieron abandonar el
número 12 de la rue Jacob por la sabia recomendación de La Avellaneda que vio
el panorama bastante sombrío. Ella regresó a Madrid -ciudad que le aclamaba
fervorosamente- acompañada por los Del Monte, mientras que los De Céspedes
regresaban a Cuba. Pero durante años continuaron escuchándose desde el interior
del inmueble, fantasmagóricas notas musicales, risas, cantos, y gemidos.
La rue Jacob a finales del XIX y durante el S. XX
Declive y resurgir bohemio
En 1910, Paris sufrió una de las inundaciones más penosas de su historia, la rue Jacob se convirtió en un caudaloso río. El agua anegó todos los bajos, incluyendo la librería de volúmenes antiguos de la entrada principal y el patio interior del número 12. El agua acumulada convirtió al patio en un auténtico pantano amazónico anegándolo todo. Pero no por eso dejaron de escucharse las risas, los gemidos y algunas notas sueltas de un piano, acompañado por las cuerdas de un cello. Y así fue hasta que a mediados del siglo XX el famoso café de los bajos se transformó en un festivo y mítico cabaret conocido como L’échelle de Jacob (La escalera de Jacob).
El pequeño rincón de la rue Jacob compuesto por los números 10, 12 y 14, retomó la distinción de antaño convirtiéndose en una especie de icono porque allí se reunía la "buena" bohemia parisina, y sus artistas, como ya había sucedido en la primera mitad del siglo XIX.
Durante la década de los cincuenta y los sesenta
debutaron en L'échele de Jacob los grandes de la canción francesa: Charles Aznavour, Jacques
Brel, Barbara, Gainsbourg y hasta el conocidísimo Léo Ferré que compuso una canción donde
se menciona y venera la famosa calle y la mítica sala.
En la composición tres de las más grandes figuras que debutaron e L'échele de Jaboc, el mítico cabaret de la rue Jacob durante los años cincuenta y sesenta: Gainsbourg, Barbara y Léo Ferré.
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Hoy en día ya no existe el legendario cabaret, lo
sustituye un lujoso bar y aunque lleva el mismo nombre de otrora, no es más lo
que fue, ¡ni por asomo!
Bajo los floridos balcones del número 12, donde antaño
estuvo la librería de volúmenes antiguos, hoy en día existe una lujosísima
tienda de decoración como bien corresponde al pintoresco barrio de St. Germain.
Algunos residentes del inmueble actual, continúan
escuchando la algarabía fantasma de cierta tertulia de antaño. Parece que el
hechizo de aquellas interminables noches decimonónicas, impregnadas aun en las
paredes del mítico inmueble, ejerce su mágico influjo, persistiendo en sus
deseos de retomar un esplendoroso pasado.
Manuel Lorenzo Abdala
pd.- Agradezco la imponderable colaboración del profesor y fotógrafo Alfredo Balmaseda y de la historiadora y dramaturga Hortensia Domínguez Tolón para la realización de este post.
También Nathalie Barney, la famosa escritora y amazona, tuvo su residencia y salón en el 20, rue Jacob.
ResponderEliminarY en el 35, Rue Jacob, vivió Hemingway... La lista podría aumentarse todavía más.
EliminarGracias Xavier por tu información!
Manuel Lorenzo, haces bien en darle rienda suelta a tu bien fundamentada imaginación. Hilvanas el relato que da gusto leérlo e incluso de eso se trata, de que podamos degustar con otros matices infinitas historias en torno a la Avellaneda y sus coetáneos, que podamos leer y disfrutar otras historias, las menos conocidas, muy vivenciales y con otro sabor. Agradezco además la idea de ilustrar este post con fotografías actuales de las locaciones a las que haces referencia. De conjunto se respira el ayer con un punto de vista de hoy y eso por sí solo ya vale muchísimo.
ResponderEliminarQuerida,
EliminarGracias por tu aporte y sinceridad. Tus palabras me dan la fuerza que necesito, otros amigos hacen los mismo. A tod@s el más grande agradecimiento.
En otro orden de cosas, en breve te sorprenderé con un vídeo acerca del tema tratado en este post y sobre una canción de Barbara, en dos días estará listo y se titula: REGARDE.
Me divierto como un enano, a lo grande!
Fascinante, estoy sin palabras! Muy bien que asumas tu identidad en este Blog hecho con tanto amor y con tantas horas de trabajo. Larga vida a nuestra Tula y a quien bien la revive con tanto respeto! Un abrazo Colega!
ResponderEliminarTenchy ¡mi hermana del alma! Tú eres mi Tula preferida, lo sabes muy bien. Juntos hemos recorrido mucho camino en esta ardua lucha que ya dura más de dos años. Juntos también hemos reconstruido la vida y obra de ese gran mito a quien dedicamos este blog.
EliminarElla guía nuestro camino, nuestras acciones.
He decidido asumir mi identidad porque muchos me lo han pedido, pero quiero dejar BIEN claro que es ella la protagonista, el fin. Mi nombre es sólo un medio como lo es tu inestimable ayuda.
¡Un abrazo y beso gigantesco!