TERCER CUADERNILLO
Andalucía
Cádiz
[Post dedicado a María Elena Soto López]
Desde las siete u ocho de la noche
del 11 (Miércoles Santo), estábamos anclados en la bahía de Cádiz, después de
dos días y medio de una navegación bastante penosa por lo grueso del mar y el
Levante, y a los primeros rayos del sol del día 12, Cádiz, como una mágica
aparición, blanca, resplandeciente y aérea, se presentó a nuestros ojos cual si
saliese del seno de las aguas. Mi corazón palpitó, Eloísa mía, al pisar aquella
tierra que fue tan querida del mejor de los padres, y si mis labios no articularon
las palabras, allá en mi interior no pude menos de exclamar: ¡Yo te saludo,
hermosa Andalucía, país favorecido de la Naturaleza! Tú, cantada por tantos
trovadores que en ti soñaron un Elíseo, ¡yo te saludo con toda mi alma!
Y tú, Eloísa, ¿qué quieres que te
diga de Cádiz? Tiene excelentes establecimientos públicos; tiene una catedral
nueva, que dicen es admirable; tiene mil cosas, que un viajero curioso observaría
y podría contar; pero yo, en mi entusiasmo, nada vi, nada: vi a Cádiz, a la
ciudad de Cádiz, toda en conjunto, linda, esbelta, coqueta y seductora; esto vi
y esto puedo decir nada más. Seis días creo que estuvimos en ella, y en vano me
hablaron de ver la catedral nueva, etc.
Yo no me cansaba de pasear aquellas
calles, tan rectas, tan limpias y tan bien empedradas, y aquella plaza de San
Antonio, con la cual sucede como con el no sé qué, que nadie puede definir su
encanto, aunque todos lo sienten. Vi el Teatro Principal la noche que se ejecutó
la ópera Puritani, que fue el primer
día de Pascua, y lo vi después las dos noches siguientes, que se hicieron otras;
es muy lindo y bastante grande para la población.
Las casas en Cádiz son como las de
Bordeaux y La Coruña: todas de piedra y muy altas; pero, ¡qué hermosas! Iguales
y con lindas azoteas, cubiertas éstas con jarrones de porcelana, con diversidad
de flores, y los balcones y ventanas, pintados de vivos colores, adornados
también con macetas de flores, presentan una vista tan hermosa y alegre que
parece ríe la ciudad.
Grande, magnífica es Lisboa; hermoso
y animadísimo Bordeaux; soberbia y bella Sevilla; pero, ¿qué ciudad del mundo será
tan seductora y risueña como Cádiz? Yo confieso, Eloísa, mi pasión y
parcialidad por esta ciudad, y me sucedió con ella lo que dice cierto autor que
acontece a un amante con su querida: los indiferentes la ven, la examinan,
declaran que es bella; pero el amante no observa, no analiza; la contempla,
sabe que es hermosa; pero no podrá explicar en qué consiste su hermosura. Tal
me sucede con Cádiz, y así veo, con pesar, que nada más que lo dicho puedo
hablarte de él.
Espero que volveré a verle algún día, y, para entonces, te empeño mi palabra
de que te haré una relación más detallada. Para resarcirte de no tener mejores
noticias de Cádiz, voy a hablarte muy largamente de Sevilla, capital de esta
hermosa Andalucía, y podré hacerlo con alguna exactitud, pues me he
proporcionado con este objeto algunas noticias y tengo en mi poder dos libros
de descripciones artísticas de algunos de los monumentos que la adornan. De
ellos no sacaré más que sucintos compendios, y te lo advierto para que no me
creas plagiaría ni que aspiro a lucir con la condición de otros. Voy, pues, a
empezar a darte noticias de Sevilla, y supongo que este solo nombre ya te
recuerda a Fígaro, y que, como yo lo hago en este momento, tarareas entre
dientes:
«Calle de
Francos,
número 15,
fachada
blanca,
de
perspectiva,
cuatro
escalones
de mármol
blanco;
luego, un
letrero:
«Pomada
fina.»
Nota de la
redacción:
Todo lo reproducido
en este post -salvo acotaciones y notas-, se ha tomado del original, ortografía
y puntuación incluidos: Gertrudis Gómez
de Avellaneda: Biografía, bibliografía e iconografía, incluyendo muchas cartas,
inéditas o publicadas, escritas por la gran poetisa o dirigidas a ella y sus
memorias (páginas 273-275)
Domingo Figarola Caneda, notas ordenadas o publicadas por Emilia Boxhorn,
SGLE, Madrid 1929
Espera a que me lea este relato otra vez ¡para disfrutarlo a tope! Luego dejaré aquí mis comentarios.
ResponderEliminarMe sumo "al no sé qué" de la indefinible emoción al sentir Cádiz, la de hoy y la de estas memorias tienen el mismo sabor, disfrutan de la misma mágica sorpresa. Leí este fragmento y me he sentido una con Dña Gertrudis "...pero yo, en mi entusiasmo, nada vi, nada: vi a Cádiz, a la ciudad de Cádiz, toda en conjunto, linda, esbelta, coqueta y seductora; esto vi y esto puedo decir nada más". Gracias Manu también por la amabilísima dedicatoria.
ResponderEliminarMe rindo a sus pies, señora!
EliminarY ya me va subiendo "el no sé qué": ¡nos vamos para Sevilla!
ResponderEliminarCádiz, era algo así como la vagina :-) que paría los emigrantes hacia América...
ResponderEliminarLa presencia andaluza en el Nuevo Mundo es tal, que ni siquiera se nombra... Los cubanos hablábamos de los "gallegos", los "isleños", los "catalanes"... los andaluces no se mencionan, por qué? Pues porque andaluza o descendiente de ella era la voz que hablaba, los otros eran los "otros".
Nuestra pasión por Cádiz o Andalucía ha de venir de ahí, es la madre patria de verdad.
Muy interesante tu observación, interesante de veras, de esas que hacen pensar. Me quedo con la voz andaluza que nos habita.
Eliminar"Cádiz, era algo así como la vagina :-) que paría los emigrantes...(sic) era la voz que hablaba" Ileana has dicho la mayor verdad en cinco siglos de identidad. Me anoto tus frases y citaré la fuentes.
EliminarUn beso
Un honor, querido Manu! :-)
EliminarCuando estudié sobre los componentes migratorios a América, me llamó la atención que siendo con creces los andaluces la primera fuerza migratoria, nunca mentáramos los cubanos a los andaluces, y sí a los gallegos o a los isleños.
Llegué yo sola a esa conclusión que no parece descabellada: es que el que habla es el andaluz.
Besos grandes!
Ileana, me interesa el dato, dónde encontraste que los andaluces es la primera fuerza migratoria?
EliminarEs muy interesante tu punto de vista, pero - también yo enamorada de Andalucía - tengo entendido que esa "migración en masa", término acuñado por especialistas estudiosos del fenómeno, tenía más del 40% de gallegos, de ahí viene la confusión de llamar gallegos a todos los españoles y otro gran por ciento de Canarios, para nosotros los adorables, "isleños". Los queridos andaluces representaban menos del 10%, es lo que recuerdo.
muy bien la dedicatoria amigo de sus amigos! M.E.S es una amante de Cadiz y lo que he oído decirle lo recuerdo ahora al leer este relato. pos a Cadiz ya!
ResponderEliminar