Introducción
Espatolino, es una
emocionante novela de aventuras basada en la vida de un famoso brigante italiano durante la ocupación
francesa de Nápoles.
Tanto
como Robín Hood, Espatolino roba a
los ricos para dar de comer a los pobres, vengándose de la injusta y
desequilibrada sociedad imperante.
El
“bandido” actúa entre Roma y Nápoles, donde tiene una red de agentes y espías
que lo mantienen al tanto de los movimientos del gobierno, de la policía, y de
las rutas de viajeros. Es ágil y diestro con las armas y su nombre es una
leyenda a lo largo del país. Pero un día conoce a una bella joven: Anunziata… Y a partir de ese
momento las cosas cambian para él, se enfrenta entonces a un
adversario muy difícil de vencer.
A
través de sus vivos retratos y apasionadas conversaciones, la autora describe y
denuncia las intolerables condiciones de las prisiones y los crueles métodos
penales de su tiempo.
El
conocido escritor, político, militar y cervantista Luís Vidart
Schuch, en Consideraciones generales
sobre la novela moderna, aplicada a las obras literarias de Gertrudis Gómez de
Avellaneda, escribió en 1870 lo siguiente:
Sigue
la Sra. Avellaneda en su novela Espatolino
la misma tendencia de humanitaria benevolencia, que ha inspirado las páginas
del Artista barquero. Espatolino, el famosísimo bandido
italiano, ha llegado al mal, no obstante sus elevados instintos, por
circunstancias terribles en que le ha colocado la suerte. Espatolino ha visto
en el mundo a la hipocresía usurpando el puesto de la virtud; al interés mezquino
vendiendo al amor; a la perfidia vil disfrazándose bajo el velo sagrado de la
amistad; al libertinaje del poderoso queriendo pagar con oro la honra del
desvalido; a la desgracia humana, en fin, confundiendo al crimen y a la
desgracia en una misma ignominia, en esos establecimientos penales cuyas
defectuosísimas condiciones los hacen más bien focos de corrupción contagiosa
que no asilos de corrección y enseñanza.
El
bandido italiano, tal como le describe la Sra. Avellaneda, viene a representar
la protesta del individuo sublevado contra la ley social, por considerarla
ineficaz para reprimir el mal, ya que no causante y fomentadora de este mal
mismo.
Hallase
además en Espatolino una ardiente y vigorosa condenación de la pena de muerte,
que por más que haya sido defendida por filósofos tan ilustres como Manuel Kant
y el hegeliano Vera, es lo cierto que hoy por hoy se ve rechazada por la
dulzura de las costumbres modernas y por los pensadores más liberales que de
filosofía del derecho en sus obras se ocupan. He aquí como la Sra. Avellaneda,
sin salir de los límites de una fábula novelesca, escribe también un capítulo
de la ciencia del derecho bajo el punto de vista del sentimiento estético.
Espatolino es la tercera
novela de Gertrudis Gómez de Avellaneda, escrita cuando su autora aún no
contaba con treinta años.
Motivado
por el arrollador éxito editorial obtenido con las novelas anteriores, Sab y Dos mujeres, el director del conocido periódico de la época El laberinto, D. Antonio Flores, logra
convencer a la Avellaneda, y adelanta su impresión como novela escrita,
editándole de manera seriada en su boletín durante quince exitosas semanas
consecutivas. Según puede comprobarse en diferentes publicaciones, El laberinto fue líder de ventas en 1844
gracias, entre otras cosas, a la serie de aventuras Espatolino. Sin embargo como novela impresa tuvo que esperar
algunos años más debido, principalmente, a los éxitos dramáticos que se
sucedieron a continuación en la carrera de Gertrudis Gómez de Avellaneda. Pero
no solo por ello; en 1844 la tesis de la novela no gustó demasiado a
determinados sectores políticos y eclesiásticos, a pesar del progresismo
reinante. No fue hasta 1858 que la imprenta de Luís García, editor de la prestigiosa
colección Biblioteca literaria,
ubicada en la calle de San Bartolomé número 4 de Madrid, decidió publicarle con
la anuencia de los censores de turno (fiscalía de novelas) y el absoluto beneplácito
de los reyes de España.
Con tan solo trece años, Isabel II leyó -escondida de sus consejeros espirituales- la serie en El laberinto. Y según auténticas fuentes palaciegas, la joven llegó a desear convertirse en la mismísima Anunziata, protagonista femenina de la serie. Isabel vagaba descontroladamente por los corredores de Palacio, clamando ser raptada por el mismísimo Espatolino. Lo curioso de todo es que, según se afirma en otros documentos aún no dados a la luz pública, lo mismo hacía su cándido primo y posterior marido, Francisco de Asís María Fernando de Borbón y Borbón-Dos Sicilias en efervescente competencia de adolescente romántico…
Con tan solo trece años, Isabel II leyó -escondida de sus consejeros espirituales- la serie en El laberinto. Y según auténticas fuentes palaciegas, la joven llegó a desear convertirse en la mismísima Anunziata, protagonista femenina de la serie. Isabel vagaba descontroladamente por los corredores de Palacio, clamando ser raptada por el mismísimo Espatolino. Lo curioso de todo es que, según se afirma en otros documentos aún no dados a la luz pública, lo mismo hacía su cándido primo y posterior marido, Francisco de Asís María Fernando de Borbón y Borbón-Dos Sicilias en efervescente competencia de adolescente romántico…
En
1870 Gertrudis Gómez de Avellaneda realiza algunos cambios y ajustes en el
texto, y la novela es incluida en el volumen IV de sus obras completas.
Peor
suerte corrieron sus anteriores obras Sab y Dos mujeres, que resultaron excluidas de
dicha colección, algo que hasta nuestros días casi nadie ha podido explicarse.
Durante
el siglo XX Espatolino ha tenido
varias ediciones en diferentes países. A veces en publicaciones seriadas -imitando a su primera publicación-, a veces como novela en sí misma.
El
blog La divina tula tiene el gusto de realizar una nueva edición, acompañada de
pinturas y grabados de la época y del lugar donde transcurre la historia.
Esperamos que nuestros lectores disfruten libremente, una vez más, de la obra
literaria de una de las más importantes escritoras de Hispanoamérica en el siglo
XIX.
Manuel
Lorenzo Abdala
Portada del periódico El laberinto del 16 de enero de 1844, donde apareció publicada Espatolino por primera vez.
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Promete ser emocionante, ya he leído algo al respecto. Gertrudis como siempre, sorprendente a pesar de los años.
ResponderEliminarMe ha resultado muy divertido la anecdota de Isabel II y Francisco de Asís, era de esperar (Las cosas de Palacio, como siempre...)
Gertrudis Gómez de Avellaneda le agradece a Vd. Sr.D. Manuel Lorenzo Abdala;insigne representante de la cultura de esa otra tierra tan española por cubana y tan cubana por española..este recordatorio tan exacto de su interés por la justicia social y por tratar en esa época algo tan moderno cómo las causas justificables de ciertas tendencias delictivas y el deporable estado de las prsiones.
ResponderEliminarSí,ya la Divina hablaba de esto con menos de 30 años.
Querida Carmen, te agradezco enormemente el comentario que haces al respecto. Pero yo solo soy un medio, el fin es rescatar del absurdo ostracismo la obra de Gertrudis Gómez de Avellaneda y ponerla ¡y al alcance de todos!
EliminarGracias por paticipar, leer y ayudar a difundir.
Un abrazo
Manu