abril 08, 2013

ESPATOLINO

 
Introducción


Espatolino, es una emocionante novela de aventuras basada en la vida de un famoso brigante italiano durante la ocupación francesa de Nápoles.
 
Tanto como Robín Hood, Espatolino roba a los ricos para dar de comer a los pobres, vengándose de la injusta y desequilibrada sociedad imperante.
 
El “bandido” actúa entre Roma y Nápoles, donde tiene una red de agentes y espías que lo mantienen al tanto de los movimientos del gobierno, de la policía, y de las rutas de viajeros. Es ágil y diestro con las armas y su nombre es una leyenda a lo largo del país. Pero un día conoce a una bella joven: Anunziata… Y a partir de ese momento las cosas cambian para él, se enfrenta entonces a un adversario muy difícil de vencer.
 
A través de sus vivos retratos y apasionadas conversaciones, la autora describe y denuncia las intolerables condiciones de las prisiones y los crueles métodos penales de su tiempo.
 
El conocido escritor, político, militar y cervantista Luís Vidart Schuch, en Consideraciones generales sobre la novela moderna, aplicada a las obras literarias de Gertrudis Gómez de Avellaneda, escribió en 1870 lo siguiente:
 
 
Sigue la Sra. Avellaneda en su novela Espatolino la misma tendencia de humanitaria benevolencia, que ha inspirado las páginas del Artista barquero. Espatolino, el famosísimo bandido italiano, ha llegado al mal, no obstante sus elevados instintos, por circunstancias terribles en que le ha colocado la suerte. Espatolino ha visto en el mundo a la hipocresía usurpando el puesto de la virtud; al interés mezquino vendiendo al amor; a la perfidia vil disfrazándose bajo el velo sagrado de la amistad; al libertinaje del poderoso queriendo pagar con oro la honra del desvalido; a la desgracia humana, en fin, confundiendo al crimen y a la desgracia en una misma ignominia, en esos establecimientos penales cuyas defectuosísimas condiciones los hacen más bien focos de corrupción contagiosa que no asilos de corrección y enseñanza.
 
El bandido italiano, tal como le describe la Sra. Avellaneda, viene a representar la protesta del individuo sublevado contra la ley social, por considerarla ineficaz para reprimir el mal, ya que no causante y fomentadora de este mal mismo.
 
Hallase además en Espatolino una ardiente y vigorosa condenación de la pena de muerte, que por más que haya sido defendida por filósofos tan ilustres como Manuel Kant y el hegeliano Vera, es lo cierto que hoy por hoy se ve rechazada por la dulzura de las costumbres modernas y por los pensadores más liberales que de filosofía del derecho en sus obras se ocupan. He aquí como la Sra. Avellaneda, sin salir de los límites de una fábula novelesca, escribe también un capítulo de la ciencia del derecho bajo el punto de vista del sentimiento estético.
 
 

Espatolino es la tercera novela de Gertrudis Gómez de Avellaneda, escrita cuando su autora aún no contaba con treinta años.
 
Motivado por el arrollador éxito editorial obtenido con las novelas anteriores, Sab y Dos mujeres, el director del conocido periódico de la época El laberinto, D. Antonio Flores, logra convencer a la Avellaneda, y adelanta su impresión como novela escrita, editándole de manera seriada en su boletín durante quince exitosas semanas consecutivas. Según puede comprobarse en diferentes publicaciones, El laberinto fue líder de ventas en 1844 gracias, entre otras cosas, a la serie de aventuras Espatolino. Sin embargo como novela impresa tuvo que esperar algunos años más debido, principalmente, a los éxitos dramáticos que se sucedieron a continuación en la carrera de Gertrudis Gómez de Avellaneda. Pero no solo por ello; en 1844 la tesis de la novela no gustó demasiado a determinados sectores políticos y eclesiásticos, a pesar del progresismo reinante. No fue hasta 1858 que la imprenta de Luís García, editor de la prestigiosa colección Biblioteca literaria, ubicada en la calle de San Bartolomé número 4 de Madrid, decidió publicarle con la anuencia de los censores de turno (fiscalía de novelas) y el absoluto beneplácito de los reyes de España.


Con tan solo trece años, Isabel II leyó -escondida de sus consejeros espirituales- la serie en El laberinto. Y según auténticas fuentes palaciegas, la joven llegó a desear convertirse en la mismísima Anunziata, protagonista femenina de la serie. Isabel vagaba descontroladamente por los corredores de Palacio, clamando ser raptada por el mismísimo Espatolino. Lo curioso de todo es que, según se afirma en otros documentos aún no dados a la luz pública, lo mismo hacía su cándido primo y posterior marido, Francisco de Asís María Fernando de Borbón y Borbón-Dos Sicilias en efervescente competencia de adolescente romántico…
 
En 1870 Gertrudis Gómez de Avellaneda realiza algunos cambios y ajustes en el texto, y la novela es incluida en el volumen IV de sus obras completas.
 
Peor suerte corrieron sus anteriores obras Sab y Dos mujeres, que resultaron excluidas de dicha colección, algo que hasta nuestros días casi nadie ha podido explicarse.
 
Durante el siglo XX Espatolino ha tenido varias ediciones en diferentes países. A veces en publicaciones seriadas -imitando a su primera publicación-, a veces como novela en sí misma.
 
El blog La divina tula tiene el gusto de realizar una nueva edición, acompañada de pinturas y grabados de la época y del lugar donde transcurre la historia. Esperamos que nuestros lectores disfruten libremente, una vez más, de la obra literaria de una de las más importantes escritoras de Hispanoamérica en el siglo XIX.
 
 
Manuel Lorenzo Abdala
 
 
 
Portada del periódico El laberinto del 16 de enero de 1844, donde apareció publicada Espatolino por primera vez.
 

Página 62 de El Laberinto donde puede leerse parte del capítulo I de Espatolino. El resto de la novela aparece en las pp 63-65. Un ejemplar como este y los catorce siguientes fue el que leyó la adolescente Isabel II y su primo Francisco.
 
 
Dos ejemplos de diferentes ediciones de Espatolino. A la derecha la primera página de la novela publicada en 1858, y a la izquierda, la carátula de la portada del suplemento de la revista Jeromin que la publicó el 27 de octubre de 1932.

 

3 comentarios:

  1. Promete ser emocionante, ya he leído algo al respecto. Gertrudis como siempre, sorprendente a pesar de los años.
    Me ha resultado muy divertido la anecdota de Isabel II y Francisco de Asís, era de esperar (Las cosas de Palacio, como siempre...)

    ResponderEliminar
  2. Gertrudis Gómez de Avellaneda le agradece a Vd. Sr.D. Manuel Lorenzo Abdala;insigne representante de la cultura de esa otra tierra tan española por cubana y tan cubana por española..este recordatorio tan exacto de su interés por la justicia social y por tratar en esa época algo tan moderno cómo las causas justificables de ciertas tendencias delictivas y el deporable estado de las prsiones.
    Sí,ya la Divina hablaba de esto con menos de 30 años.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querida Carmen, te agradezco enormemente el comentario que haces al respecto. Pero yo solo soy un medio, el fin es rescatar del absurdo ostracismo la obra de Gertrudis Gómez de Avellaneda y ponerla ¡y al alcance de todos!
      Gracias por paticipar, leer y ayudar a difundir.
      Un abrazo
      Manu

      Eliminar