diciembre 29, 2013

PRELUDIO PARA UN ILUMINADO BICENTENARIO (XVIII)

Vista actual de La Solitude.
29, route de la Solitude. 33650-Martillac, France. Tel. (33) 0556727255

 
La Solitude, Martillac.


Martillac es una población y comuna francesa, situada en la región de Aquitania en el departamento de Gironda, distrito de Burdeos y cantón de la Brède.

Muy cerca de Martillac, en un lugar tranquilo y apacible, muy propicio para la curación, la reflexión y la oración, antaño había una aldea conocida como “El viñedo de la parte superior”. Allí se instaló en 1820 el padre Pierre Bienvenu Noailles junto a otras hermanas y creó lo que se conoce desde 1831 como el centro espiritual La Solitude. Desde entonces el centro ha cambiado de aspecto, pero la esencia se mantiene inalterable.

Como ya sabemos, doña Gertrudis Gómez de Avellaneda, pasó allí una temporada invitada por el padre fundador, Pierre Bienvenu Noailles (1). Durante su estancia en aquella villa bordelesa, tan llena de paz y de tranquilidad absoluta, compuso dos bellas elegías dedicadas a su difunto marido, obras que fueron publicadas por vez primera en su obra Poesías de 1850. Esto lo dijimos ya el 13 de diciembre pasado. También anunciamos entonces que el día 27 publicaríamos en nuestro blog, como colofón al año 2013 y a la serie de artículos “PRELUDIOS PARA UN ILUMINADO BICENTENARIO", las dos poesías compuestas en tan ilustre centro, dedicadas a su difunto esposo y que considerábamos llenas de amor y de un altísimo valor poético. Estas dos composiciones fueron el preludio de su gran y famoso Devocionario Cristiano en prosa y en verso, el más importante y completo en lengua castellana jamás escrito.

Por razones ajenas a nuestra voluntad nos hemos retrasado dos días en su publicación ¿Pero que representan cuarenta y ocho horas frente a doscientos años de existencia…?

Nada.

Nunca será tarde para difundir la vida y obra de la gran poetisa, novelista y dramaturga Gertrudis Gómez de Avellaneda, conocida por sus contemporáneos como La divina Tula. Por eso hoy publicamos las elegías compuestas en medio de los bellos jardines de La Solitude, aquel marco tan apacible y tranquilo donde la Avellaneda se retiró durante los meses de agosto y septiembre de 1846 tras la muerte de su marido, Don Pedro Sabater en la ciudad de Burdeos. Curiosamente, en aquel mismo lugar, dos décadas antes, el padre Pierre Bienvenu Noailles, su anfitrión, había escrito las Reglas de la Sagrada Familia. Coincidencias del destino.

Durante sus largas conversaciones que mantuvo con el padre Noailles, sus oraciones y diarios paseos por la isla de Todas las Gracias, así como sus excursiones al Castillo de la Brède, la Avellaneda encontró la paz espiritual que tanto necesitaba en aquellos difíciles momentos que atravesaba. Después de dos meses repuso fuerzas y, cargada de amor y paz, regresó finalmente a Madrid el 26 de septiembre de 1846 con unos sencillos regalos de culto que el propio padre Noailles le entregó para las hermanas de Nuestra Señora de Loreto de la capital española.

La Solitude, a día de hoy, es el centro espiritual por excelencia de las comunidades de la Sagrada Familia de Burdeos. Un lugar donde es posible encontrar la paz y donde el visitante recibe atención y apoyo personal.

A lo largo de los últimos doscientos años el centro ha sido renovado varias veces. Actualmente está adaptado para personas discapacitadas contando con dos amplios ascensores. La nueva instalación posee 39 habitaciones, 11 de ellas dobles, pudiendo albergar hasta sesenta personas a la vez. Todas las habitaciones tienen teléfono y hay conexión a Internet. En todos los pisos hay lavandería a disposición de los visitantes.

En La Solitude hay además una gran sala de conferencias, equipada totalmente para traducción simultánea con cuatro cabinas y tres salas de trabajos independientes. Dispone de capilla-oratorio y grandes espacios para la creatividad. Es posible además consultar amplios e interesantes volúmenes en su gran biblioteca.

Un lugar de ensueños donde, evidentemente, recibirán al visitante con los brazos y el corazón abiertos.

Manuel Lorenzo Abdala
 


Cita:
(1)           Pierre-Bienvenu Noaille fue un hombre seducido por Dios que, a los veinte años, descubre la inmensa profundidad de la misericordia divina. Nacido en Burdeos, en plena Revolución francesa (1793), crece en una familia numerosa y unida. Es un joven brillante, que triunfa en todo cuanto emprende, y que puede aspirar a una brillante carrera. Pero, llega un momento en el que Dios hace irrupción en su vida y un destino insospechado se abre ante él, tomando la firme decisión de hacer de Dios el centro de su vida.
Ingresa en un seminario y allí vive fielmente la llamada a la santidad que ha recibido desde el bautismo. Y poco a poco, descubre los aspectos fundamentales de su identidad cristiana, que se resumen en una frase: "Buscar a Solo Dios en todas las cosas, como Jesús, María y José”.
Fiel a la inspiración divina, concibe el proyecto de una Sociedad, amplia y abierta, en cuyo seno tendrán cabida hombres y mujeres de toda condición y con vocaciones diferentes en la Iglesia: religiosas apostólicas y contemplativas, mujeres consagradas seculares, personas casadas y solteras, jóvenes, sacerdotes… Con un fuerte compromiso en la evangelización del mundo, se consagrarán a imitar la vida de la Sagrada Familia. Mediante una profunda unión en su diversidad, los diferentes miembros proclamarán con su vida que "la comunión es posible" y que la Iglesia está llamada a anunciar y a construir la gran Familia de los hijos e hijas de Dios, en Jesucristo.
Ordenado sacerdote el 5 de junio de 1819, en París, el P. Noailles vuelve a Burdeos, donde comienza su ministerio en la parroquia de santa Eulalia. Su celo apostólico, su amor a los pobres, sus cualidades de discernimiento, su profunda experiencia de Dios hacen de él un verdadero pastor. Comienza el Catecismo de Perseverancia, en el que reúne numerosos grupos de jóvenes y de personas adultas. El proyecto de vida que propone a quienes desean participar en su obra es siempre el mismo: vivir imitando las virtudes de la Sagrada Familia, de acuerdo con la vocación, las necesidades y la situación propia. La vasta Asociación, concebida desde el Seminario, se concreta el 20 de mayo de 1820, cuando, abierto a la voluntad de Dios y animado por su Arzobispo, reúne en comunidad a tres jóvenes que se sienten llamadas a consagrarse al Señor y a responder a las necesidades de su tiempo, en este nuevo camino que se les ofrece. Comienza el largo y doloroso proceso en el que la diminuta semilla se convertirá en un árbol frondoso.
Una gracia extraordinaria viene a fortalecer la confianza de la pequeña y pobre comunidad. El 3 de febrero de 1822 [¡Veinticuatro años antes de ser sepultado Pedro Sabater!], y durante la bendición con el Santísimo Sacramento en la capilla de las religiosas, el Señor se muestra visiblemente en la custodia, se deja contemplar por toda la asamblea a la que bendice con un gesto de extraordinaria bondad. Este acontecimiento será debidamente confirmado por las autoridades eclesiásticas dado que, los testimonios de los numerosos testigos, son dignos de confianza y sin asomo de contradicción. Es el punto de partida para un rápido desarrollo de la obra del P. Noailles. Las ramas religiosa, laica y sacerdotal se afianzan y se consolidan.
Durante 40 años, en medio de toda clase de vicisitudes, el P. Noailles estará al frente de la Sagrada Familia, como Fundador y Padre espiritual. Es el tiempo de perfilar y consolidar la obra iniciada, de redactar Estatutos y Reglas, de velar cuidadosamente por la formación de los miembros. Su profunda espiritualidad, su sabia dirección y la solidez de sus principios son de un valor inestimable para mantener el rumbo de la Sagrada Familia, en medio de una sociedad inestable y problemática. En una época en que el papel de la mujer carece de relevancia en la sociedad francesa, el P. Noailles sabrá rodearse de mujeres de extraordinaria calidad, laicas y religiosas, a las que confía importantes responsabilidades y que serán sus fieles, prudentes y audaces colaboradoras en todo cuanto emprenda.
A su muerte, el 8 de febrero de 1861, la Sagrada Familia no será la única en llorar su pérdida. Toda una corriente de simpatía, de amistad, de veneración invade la ciudad de Burdeos. Un impresionante cortejo de personas de toda clase y condición acompañó el féretro hasta la Catedral, donde tuvieron lugar las solemnes exequias. A la tristeza de perder un amigo, un padre, un fiel consejero se mezclaba el sentimiento gozoso de descubrir un santo.
Bibliografía:
Gómez de Avellaneda, Gertrudis. Poesías. Imprenta de Delgrás Hermanos. Madrid 1850. Pp. 260-264
Boxhorn, Emilia. Gertrudis Gómez de Avellaneda. Biografía, bibliografía e iconografía. Cartas… y sus Memorias. Madrid, SGEL 1929.

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