Cabecera en portada del periódico universal El Laberinto. Madrid 16 de noviembre de 1843. |
El blog La divina Tula, recordando el día Internacional de la Mujer y felicitando a todas, ya sean ellas, escritoras, hermanas, poetas, amigas, ingenieras, madres, enfermeras, campesinas o astronautas, publica hoy la tercera parte, de la conferencia, impartida por Manuel Lorenzo Abdala (Investigador de la Avellaneda y coordinador general del blog) el 30 de junio de 2014 en la sala María Zambrano del CCHS (Centro de Ciencias Humanas y Sociales) del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) sobre la poetisa, escritora y dramaturga homenajeada en el año de su bicentenario, y cuyo titulo fue:
Gertrudis Gómez de Avellaneda: Gloria y condena de una vida azarosa (1843-1846)
Manuel Lorenzo Abdala
(3ª parte)
1844.
El Laberinto[1], comenzó su andadura de 1844 con la publicación de “Espatolino”, novela que al parecer ya estaba concluida.
Entre los meses de enero y mayo Diario de avisos y hasta El Heraldo se encargaron de publicitar
cada nuevo capítulo de la novela. Al finalizar enero se publicó Viaje a La Habana[2] y en febrero es posible
que se realizara el mencionado primer gran viaje a París, respondiendo a la
invitación cursada el año anterior.
Carlos Manuel de Céspedes[3], joven abogado cubano
instalado en París, y su esposa María del Carmen –conocida como Carmelita-, se
relacionaban con la cultura, la economía y hasta con la alta política francesa.
El matrimonio residía en la la mítica Rue
Jacob, salón muy frecuentado por los principales políticos y artistas del
momento[4]. Desde el año anterior la
prensa extranjera publicaba alguna que otra referencia de la joven revelación
literaria española. Y digo española porque Cuba estaba unida a España en aquel
momento (La cubanía de Gertrudis Gómez de Avellaneda, desde nuestro punto de
vista, fue y es incuestionable).
Las fiestas en el número doce de la Rue Jacob se tornaron interminables. Fueron
ocho semanas “muy intensas”, nos cuenta Monseñor de Céspedes (fallecido en 2012
y a la sazón nieto del joven abogado que nos ocupa), durante las cuales la
poetisa asistió a las innumerables soirées
que se recuerdan en París por aquellos días.
Reunión de amigos (Carboncillo), Joseph Benoit-Guichard. Paris, 1844. A la izquierda, sentada en primer término, Gertrudis Gómez de Avellaneda. |
De la fabulosa y desmesurada visita, agrega
Monseñor de Céspedes[5],
ha quedado un retrato al carboncillo[6] que realizó durante una de
aquellas tertulias el pintor francés, Joseph Benoit Guichard. Este boceto,
desconocido, o al menos no tenido demasiado en cuenta, es la prueba gráfica de
la presencia de la joven Avellaneda en
París durante aquella temporada.
El 24 de abril la poetisa reanuda
correspondencia con Cepeda[7]. La carta está fechada en
Madrid por lo que debió regresar de París, al menos unos días antes. Casualmente
María Cristina y su esposo, proscritos ambos en la capital del Sena, regresan a
España por la misma fecha. Madrid vive intensos movimientos políticos: el
general Narváez forma un nuevo gabinete ministerial, mientras El Laberinto inserta el conocido soneto
de la poetisa, “Al monumento del Dos de Mayo”[8].
El patriotismo brota por doquier. Como se puede apreciar, convergen nuevas
casualidades.
Durante el resto de mayo y los primeros
días de junio la escritora se dedica a los ensayos finales de su obra Alfonso Munio. Y mientras tanto, Gabriel
García Tassara, que desde hace tiempo intenta conquistarle -al igual que Pedro
Sabater- se consagra a publicitar, con extrema galantería, la tragedia en El Heraldo[9]. El Espectador y La Posdata
se unen a la causa, igualmente gracias a Tassara, a Sabater y también al
general Narváez que ejercía una gran influencia sobre esos medios de prensa[10]. La Avellaneda, henchida,
radiante, agasajada, está más que
agradecida.
Todo parece indicar que las circunstancias
dadas fueron favorables para Gabriel García Tassara en su interés por conseguir
el favor que buscaba en la Avellaneda. El trece de junio se estrenó Alfonso Munio. El éxito fue arrollador[11].
(…) Concluida la
representación, la joven autora fue llamada á la escena, y a su vista se
renovaron las aclamaciones cayendo a sus pies un gran número de coronas (…) La
bella poetisa ha sido llevada puede decirse que en triunfo hasta su casa por
sus numerosos amigos y admiradores; y en los momentos en que escribimos estas líneas
(sic), á la una de la noche, se la está dando una serenata al pie de sus
balcones.[12]
Con el estreno de Alfonso Munio la Avellaneda se
ganó, definitivamente, su lugar en el corazón del público dramático gracias a
su arte y galantería extremos. Esa noche nació un mito. Se convirtió en la gran
diva de Madrid. Pero también fue la noche en que cayó (no sabemos si para bien
o para mal) en brazos del galán triunfante -García Tassara- que la llevó hasta
su alcoba.
Si
hasta ese momento sus labores literarias le ocupaban las horas de todo el día,
a partir de entonces las noches fueron invadidas igualmente, cediendo parte de
ellas para dedicarlas a su nuevo juguete y entretenimiento, García Tassara, escritor
y poeta por el que casi llega a enloquecer.
1844 fue el gran año de la Avellaneda,
el despegue definitivo. Pero también fue el de dos sucesos inesperados en su
vida, amargos por las circunstancias: su embarazo fruto de la relación con el dandy Tassara y el inmediato abandono de
éste al conocer el resultado de su capricho.
El 1º de agosto se publica, La noche del insomnio y el alba, - brillante
obra en la poesía avellanediana- poema lleno de imágenes y figuras retóricas,
en clara alusión a su estado emocional[13]. El 27 ya se habla del
estreno de El Príncipe de Viana[14]
y curiosamente, ese mismo día -cuando la Avellaneda tiene unas cinco semanas de
embarazo-, se anuncia un futuro viaje de la poetisa a Francia e Italia[15], viaje este que nunca se
llegaría a realizar.
Tula había sido etiquetada en otros
tiempos de salvaje, de loca, de antinatural y hasta de atea. Las circunstancias
actuales corroboraban dudas para algunos de sus más fieles detractores. Pero no
todos los que la rodeaban eran falsos y viejos moralistas. Desde el principio,
tuvo el apoyo incondicional de sus amigos más cercanos, incluyendo a Pedro
Sabater, estrechamente vinculado al entorno de Narváez y del recientemente
nombrado duque de Riansares[16].
En los primeros días de octubre concluyó
Guatimozín[17].
El siete fue el estreno de El
príncipe de Viana[18] y el trece se
oficializó el matrimonio entre la reina madre y su marido el duque de
Riansares.
Durante aquellos nueve meses de
embarazo, la Avellaneda se ganó el respeto de sus amigos y hasta de sus
enemigos que no se atrevieron a comentar nada al respecto. La escritora se
refugió en la creación. Tradujo textos, compuso varios poemas y en tan solo
tres días, escribió, Egilona[19],
drama en el que plasmó sus desgracias y hasta cierta culpa.
Continuará el 14 de marzo.
Notas:
[1]
Revista quincenal ilustrada que aparece
el uno de noviembre de 1843 con el subtítulo de “periódico universal” y con
centenares de grabados, dirigida por Antonio Flores (1818-1865) y de la que es
propietario, editor e impresor el librero y periodista Antonio Boix. Entre 14 y
16 páginas, contiene artículos biográficos, bibliográficos, de historia,
filosofía, comercio, crítica literaria, teatro, costumbres, bellas artes,
viajes, música, modas y sucesos, tanto nacionales como extranjeros, así como
composiciones poéticas, además de anuncios comerciales.
Cuenta con una larga nómina de colaboradores: Juan Eugenio Hartzenbusch
(1806-1880), Enrique Gil y Carrasco (1815-1846), Gertrudis Gómez de Avellaneda
(1814-1877), Carolina Coronado (1823-1911), Evaristo San Miguel (1785-1862),
Antonio Alcalá Galiano (1789-1965), José Zorrilla (1817-1893), Tomás Rodríguez
Rubí (1817-1890), Manuel Bretón de los Herreros (1796-1873), Pedro Madrazo y
Kuntz (1816-1898), Antonio Gil y Zárate (1793-1861), Gavino Tejado Rodríguez
(1819-1891), José Amador de los Ríos (1818-1878), Jacinto de Salas y Quiroga
(1813-1849), Cayetano Rosell y López (1817-1883), Leopoldo Augusto de Cueto
(1815-1901), Mariano Soriano Fuertes (1817-1880), Agustín Esteban Collantes
(1815-1876), Manuel Cañete (1822-1891), Juan del Peral (-1888) y Juan Pérez
Calvo (-1870), entre otros. Entre los autores de los grabados aparecen Ortega,
Gaspar y Castello.
A partir del uno de mayo de 1845, debido quizá a desavenencias entre
Flores y Boix, su colaborador Antonio Ferrer del Río (1814-1872) se hace
responsable de la dirección y edición, con el subtítulo “revista pintoresca del
Tiempo y del Globo”, publicándose los lunes para los suscriptores de estos dos
diarios y con ocho páginas. Su último número es del 20 de octubre de 1845.
[2]
La Luz riojana, 28/01/1844, p 8. y Diario de Avisos, 4/02/1844, p 2., Ambos periódicos anuncian la novela, precedida
por la biografía de la condesa de Merlín, escrita por la Avellaneda.
[3]
Entonces era muy famoso entre la intelectualidad parisina. Con los años llegó a
ser un líder independentista cubano, Mayor general del Ejército Libertador y
Primer Presidente de la República de Cuba en Armas.
[4] Los compositores Richard Wagner y Frédérick Chopin, el
poeta Charles Baudelaire, la condesa de Merlín y Prosper Mérimée, el barón de
Humboldt, el pintor Joseph Benoit Guichard, Honoré Balzac, George Sand, el
ministro de relaciones exteriores de Francia, François Guizot, amigo personal
del joven abogado y también del general Ramón María de Narváez. Como podrá
comprobarse, una gran familia de políticos y literatos.
[5]
Al respecto monseñor de Céspedes se hace eco de las investigaciones históricas
realizadas por Raúl Ernesto Chao para su novela histórica CONTRAMAESTRE. Dupont Circle Editions, Washington, London, Sydney,
2006.
[6] En el famoso carboncillo aparecen, de pie -de
izquierda a derecha-, María del Carmen de Céspedes, Domingo Del Monte y Carlos
Manuel de Céspedes; sentadas, Gertrudis Gómez de Avellaneda en primer término,
y su lado Rosa Aldama; y a la derecha, interpretando al cello una canción de
moda, Miguel Aldama, hermano de Rosa.
[7]
Cfr. carta Nº 29 Autobiografía y cartas. Imprenta Helénica, Madrid 1914.
[8] “Al Monumento del Dos de Mayo”, soneto.
El Laberinto, 01/05/1844, p 12.
[9]
Curiosamente Tassara y Sabater eran conocidos (no sabemos si amigos), y
colaboradores habituales en El Heraldo y
otras publicaciones.
[10]
La Posdata llega a anunciar, antes de
estrenarse Alfonso Munio, que la
poetisa escribe un nuevo drama, “El Príncipe de Viana” (La Posdata, 5 de junio de 1844, p 3)
[11] La tragedia Munio
Alfonso fue representada por primera vez el 13 de junio de 1844 en el
teatro de la Cruz bajo el título original de Alfonso Munio. Asistieron al estreno, entre otras personalidades no
menos importantes, la duquesa de Villahermosa, la condesa de Campo Alange, la
marquesa de Perales, la marquesa de Legarda, los marqueses de Ayerbe y la
condesa de Montijo, acompañada de sus hijas Francisca (futura duquesa de Alba),
y Eugenia (futura emperatriz de Francia). También asistieron Ramón María de
Narváez y su esposa, Juan Nicasio Gallego, José Manuel Quintana, José Zorrilla,
Manuel Cañete, Bretón de los Herreros, Antonio María Ojeda, Eugenio
Hartzenbusch, Ignacio Boix y otros. Así como una representación de los enemigos
más acérrimos de la autora que se vieron obligados a aplaudir, Aunque el 1 de
julio, su gran enemigo, Martínez Villergas publicó una felonía en El Domine Lucas. cfr. “Preludio para un
iluminado bicentenario VI” La divina Tula,
25/09/2013.
[12]
El Heraldo, 14/06/1844, p 4.
[13]
El Laberinto 1/08/1844, p 7.
[14]
El Clamor público, 27 /08/1844, p 4.
[15] El
Eco del comercio, 27 de agosto de 1844, página 4. “Se añade que la bella
poetisa nos dejará en cuanto se represente El
Príncipe de Viana, para hacer un viaje, que desde Paris se prolongará tal
vez hasta las principales ciudades de Italia, y será un verdadero paseo artístico”.
[16] El 23 de junio Isabel II había otorgado el titulo de
duque de Riansares al marido de su madre para en el mes de octubre poder oficializar
el matrimonio entre ambos.
[17]
Esta novela fue dedicada a Ramón María de Narváez, duque de Valencia.
[18] Tragedia en cuatro actos y en verso, obra
dedicada a D. Manuel José Quintana (cfr. Prado Más, 2001, 198-235)
[19]
La obra fue dedicada a su gran amiga y primerísima actriz Bárbara Lamadrid. No
se estrenó hasta junio de 1846. (cfr. Prado Más, 2001, 243-284)
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