octubre 07, 2014

AMOR Y PASIÓN (carta Nº 13)

Photo by Lady Clementina Hawarden. London, 1855.

¿Reproches amatorios?

"La libertad verdadera es no esclavizarse a nadie en nada"
Gertrudis Gómez de Avellaneda




Carta Nº 13.
29 [de abril de 1853] = Viernes a las 12 de la noche

No estás malo y no me has escrito; no estás malo, ni me has escrito, y no has ido un momento al teatro para verme siquiera ¿Tan incesantes eran esas ocupaciones que no te permitieron enviarme durante el día una línea para decirme estoy bueno, ni te dejaron un momento de que disponer por la noche? Yo, más libre, he estado en el Príncipe a ver la comedia nueva1, después que supe que no había sido por falta de salud tu silencio, y he vuelto a mi casa llena de satisfacción por haber tenido ocasión de observar que tus noches como tus días están igualmente bien empleadas2. De ese modo, Antonio, no se te hará larga la vida; no tendrás tiempo para fastidiarte, lo que es una gran ventaja. Yo, pobre ociosa, he perdido el día esperando noticias tuyas, y la noche buscando tus miradas por el teatro. Dios mediante, procuraré corregirme desde mañana: me ocuparé también de cosas de provecho, y como esa causa es probable que no pueda escribirte, he querido hacerlo, aunque brevemente, antes de acostarme; y lo hago, Antonio, deseándote descanso de tus largos trabajos, y un sueño más tranquilo del que yo espero alcanzar. Adiós, amigo mío, buenas noches. -¡Ah! Se me olvidaba decirte que Lasagra (sic)3 estuvo esta tarde en casa de Eloísa y le hizo larga visita. Por lo visto no es su indisposición la que impide que te presente, sino tus ocupaciones. Buenas noches, Antonio. El criado que traiga tu carta prometida te llevará estas líneas: y a propósito de carta prometida, te diré antes de cerrar esta que, para evitar promesas, que no me agradan porque parece que indican obligaciones; para evitar que nos alarmemos inútilmente y sin causa justa a la menor falta, creo conveniente en alto grado que no se continúe el naciente hábito de escribirnos todos los días. Lo harás buenamente cuando tus ocupaciones te lo permitan; lo haré yo también cuando los trabajos que voy a emprender mañana me dejen algunos ratos libres. Queda por tanto sentado que no tendrás motivo de inquietarte si pasan uno, dos o tres días sin saber de mi, y que yo no debo tampoco llenarme de aprensiones porque guardes un silencio más o menos largo. Esto nos ahorrará disgustos y quejas recíprocas. Todo lo que tiene apariencias de compromiso forzoso, de deber imprescindible, es enojoso para gentes como nosotros, tan amantes de la independencia y de la santa y divina libertad. Rousseau era un mentecato en decir (si fue él quien lo dijo, que no estoy segura), que la libertad es el derecho de elegirse un dueño. Yo siento, lo mismo que tú, que la libertad verdadera es no esclavizarse a nadie en nada ¿No es verdad? Buenas noches por tercera vez. Tú amiga

Tula



Hoy sábado 30.
        Abro mi carta porque el que trajo la tuya se ha marchado sin aguardar respuesta. Yo tenía dispuesta esta para que te la llevara, pero toda vez que tiene que ir mi doncella, añadiré algunas líneas a las anteriores. He leído tu carta… escribes muy bien, Antonio: cada día conozco mejor que posees mucho talento: desgraciadamente hay cosas que yo aprecio más que el talento aunque las cuerdas de mi corazón estén rotas, tal parece que vibran todavía dolorosamente cuando pienso, cuando me digo que el talento, que sabe decirlo todo, posee la triste facultad de engañarse a sí mismo; que toma y da por color verdadero el que produce su prisma. Cuando reflexiono en eso me pesa también mucho el no ser tonta: le tomo miedo a mi propia imaginación; a esa falaz encantadora que sabe hacer pesada una arista como si fuese una montaña, y ligera a una montaña como si fuera una arista ¡Feliz Ochoa! Tienes razón.
        Te hablaré verbalmente de tu carta. Estoy demasiado triste y displicente para poder escribir cosa que merezca leerse. Si quieres nos veremos esta noche. Esto es, si tus ocupaciones te lo permiten buenamente que si no, no; yo las respeto mucho. En el caso que nada te sirva de obstáculo quiero verte esta noche porque hace ocho días que en tal noche como esta creía imposible que pudieran existir vínculos de ninguna clase entre nosotros: porque hace ocho días que me arrepentía colérica de haber respondido a las cartas de Armando y necesito oírte para convencerme de que no tengo hoy motivo de arrepentirme de nada. Necesito Antonio, que así como supiste borrar de mi mente la impresión atroz que dejó en ella aquella célebre carta de ominoso recuerdo, así borres ahora otras impresiones penosas.
        Si hace buena noche, si no se siente el frío que hubo en la de ayer, bajaré a los jardines a las 9 en punto. Nos pasearemos por ellos. Si el tiempo no es bueno prefiero que nos veamos en el teatro de la Cruz: en el del Príncipe todo el mundo nos conoce y nos observa. Si quieres que estemos más cerca uno de otro, puedes tomar dos localidades, cualquiera que sean, las menos notables, y en ese caso vienes a las ocho y media a esperarme al jardín. Yo bajaré sola, diciendo que voy a salir con Eloísa, me reuniré a ti y nos iremos juntos a la Cruz.
        Entonces, Antonio, te hablaré de tu carta: de esta carta que vale menos que tu silencio de ayer; que es peor que él; aunque tan bien escrita. Adiós.

Tula


P.D. Acabo de ver en el diario que no hay función en la Cruz esta noche. Iremos a cualquier otro teatro; al Circo, a los Basilios4: donde nos hallemos con menos gentes conocidas. Eso si la noche es destemplada; sino prefiero los jardines. De todos modos que nos veamos esta noche ¿Quién sabe si será por última vez, Antonio? –Te quiero. Adiós.



(1)          Tula fue al teatro del Príncipe a ver la nueva comedia en tres actos La tierra de promisión, obra traducida del francés y cuya función se realizó a beneficio de la primera actriz doña Manuela Ramos ("El heraldo", 30 de abril de 1853).
(2)          Antonio Romero no asistió al teatro, al parecer estaba muy ocupado con el tema de sus múltiples actividades políticas, incluida la recogida de fondos para ayudar a las víctimas de la hambruna que sufría Galicia por aquellos días.
(3)          Se refiere a Ramón de la Sagra, escritor y botánico gallego, mencionado y analizado ya en esta curiosa correspondencia.
(4)          “Los Basilios” fue el nombre popular que se le dio al teatro Variedades por estar situado en el solar que otrora ocupó el convento de los Basilios, ubicado en la calle del Desengaño entre las de Valverde y del Barco (Cincuenta años de teatro, ABC (Madrid), 18 de mayo de 1833, página 15).

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