París,
primavera de 1843
En 1839, mientras la
Avellaneda publicaba en Cádiz y Sevilla bajo el seudónimo de La Peregrina, arribaron al puerto
gaditano, procedentes de La Habana, Carlos Manuel de Céspedes (1) y su prima y esposa María del
Carmen de Céspedes. Pero solo estuvieron escasamente tres días continuando
viaje a Barcelona, ciudad donde el Señor de Céspedes pretendía obtener los
títulos jurídicos que necesitaba para ejercer como abogado.
Ya en Barcelona, durante el estreno de la ópera Benvenutto Cellini de Hector Berlioz, el matrimonio entabla amistad profunda con el compositor Frédéric Chopin y con la escritora George Sand, que experimentaban un sonado romance en aquel momento y estaban de paso por la ciudad condal en viaje de placer.
Ya en Barcelona, durante el estreno de la ópera Benvenutto Cellini de Hector Berlioz, el matrimonio entabla amistad profunda con el compositor Frédéric Chopin y con la escritora George Sand, que experimentaban un sonado romance en aquel momento y estaban de paso por la ciudad condal en viaje de placer.
Una vez logrado el ansiado título
y al no sentirse muy seguros por el clima político imperante en España (especialmente
el que se vivía en Barcelona), deciden trasladarse a Francia con la ayuda del
propio Chopin.
Después de un periplo que les
llevó de Marsella, pasando por Avignon, Saint Etienne, Nevers, Orleáns y
Fontainebleau, llegaron finalmente a París el 1 de diciembre de 1841. Al
principio se alquilaron una pequeña casa en el Quai Voltaire, barrio donde conocieron a Charles Baudelaire y a
Richard Wagner –Carmelita, como ya se sabe, era una muy aficionada a la música
y a las artes de las “altas tertulias”-. El matrimonio entabló amistad, a su
vez, con Honoré Balzac que acababa de publicar su maravillosa novela, Le Père Goriot.
A principios de 1842, los de Céspedes -socialmente bien situados ya en París
gracias a los mencionados anteriormente, así como a Chopin y a George Sand- se
trasladaron, por gestiones hechas directamente por Wagner, a una encantadora
vivienda de la famosa Rue Jacob parisina, residencia en la que permanecieron
mientras vivieron en la capital francesa.
Por aquella época la prensa
publicaba continuamente noticias de la joven Avellaneda, de la cual ya se
hablaba tímidamente en Paris. Pero fue por referencias directas del matrimonio
de Domingo del Monte (2) y Rosa
Aldama, intelectuales muy amigos de la Avellaneda -que como ella residían en
Madrid- y paralelamente amigos de los de Céspedes, que conocieron estos últimos
de los éxitos literarios que alcanzaba la novel escritora. También contribuyó a
ello, las referencias obtenidas por María de las Mercedes Santa Cruz y
Montalvo, la archiconocida condesa de Merlín que ya intercambiaba
correspondencia con la Avellaneda.
Paris era
entonces la “capital del mundo occidental” y todo a pesar de las turbulencias
en el trono de Francia. Carlos Manuel y Carmelita se movían por los ambientes
más variopintos de la cultura, la política y la economía francesa. El amplio
salón que disfrutaban en el número doce de la Rue Jacob era muy frecuentado hasta por el mismísimo barón de
Humboldt, entre otros.
Como famoso
abogado que era ya, Carlos Manuel de Céspedes intervino en el pleito de Chopin
con la publicación The Musical World,
de Londres, que había acusado falsamente al prestigioso músico de plagio.
Chopin, jurídicamente asistido por Carlos Manuel, ganó el pleito y la publicación
fue obligada a divulgar una apología del compositor y a pagar una Gala con su obras
en la ciudad de Manchester…
En aquellas
tremendas circunstancias parisinas, los De Céspedes invitaron a sus amigos
cubanos, Domingo Del Monte y a su esposa Rosa Aldama, al hermano de ésta -el
talentoso chelista Miguel Aldama que vivía en Londres-, y a Gertrudis Gómez de
Avellaneda, junto a su hermano Manuel, a visitar París. Todos se hospedaron en
aquella maravillosa casa de la Rue Jacob. Las fiestas se tornaron interminables… (Sobre esto ya hablamos el año pasado en un post alusivo al tema con vídeo incluído, cuyas fotos nos facilitó un amigo de Paris)
La Avellaneda
se mantuvo en la capital francesa durante toda la primavera de 1843, y casi a diario asistía,
invitada, y embellecida, a las innumerables soirées. En aquellas fiestas y tertulias tuvo el honor de conocer a casi todo ser viviente parisino, ¡y París
también le conoció a ella…! Sin imaginarlo, la prensa hablaba de su visita a la
"capital del mundo occidental" y se comentaban sus éxitos en variadas tertulias. Los cuatro
tomos de Dos mujeres ya habían sido
editados por el gabinete literario en Madrid. La prensa española se cebaba, de alguna manera, con ella durante su ausencia.
De aquella
fabulosa y desmesurada visita a París, ha quedado el retrato al carboncillo que se
reproduce al principio del post (editado por primera vez en este blog el año
pasado), y que realizó durante una espléndida tertulia el pintor francés -muy
de moda en aquellos días- Joseph-Benoit Guichard. Aquel carboncillo, le sirvió
a Guichard para pintar un óleo que fue titulado “Reunión de amigos” y que se
mantuvo en el estudio del afamado pintor hasta su muerte (Después de 1880,
lamentablemente, se le perdió la pista al cuadro ¡Quién sabe por dónde
andará…!)
En el famoso
carboncillo referenciado aparecen, de pie -de izquierda a derecha-, María del
Carmen de Céspedes, Domingo Del Monte y Carlos Manuel de Céspedes; sentadas,
Gertrudis Gómez de Avellaneda en primer término, y su lado Rosa Aldama; y a la
derecha, interpretando al cello una canción de moda, Miguel Aldama.
Desgraciadamente
no aparecen en el cuadro la condesa de Merlín (3) -presente también aquella tarde en la espléndida tertulia
formada-, y Manuel Gómez de Avellaneda porque la condesa se “indispuso
repentinamente” y tuvo que marcharse muy en su contra… El joven hermano de la
Avellaneda, muy dado a las más sutiles gentilezas de la experimentada condesa,
le acompañó hasta su cercano palacio. Días después se supo que ambos, a pesar
de la tremenda diferencia de edad que existía entre ellos, iniciaron una
historia de amor que perduró durante algunos años más…
En una de las
más comentadas fiestas parisinas a la cual asistió la Avellaneda (la efectuada
por el adinerado y político, Ministro de Asuntos Exteriores de Francia en aquel
momento, Sr. François Guizot (4) en uno
de los salones del Palais de la Légion
d'Honneur, hoy
hotel de Salm), conoció ella a la famosísima novelista francesa, George Sand con
la cual la prensa española se empeñaba en compararle "peyorativamente" -algo que para la escritora representaba un halago-. Entre
George Sand y Gertrudis Gómez de Avellaneda nació una muy larga amistad y respeto mutuo que se prolongó a lo largo de sus
vidas.
Esa misma noche la Avellaneda conoció igualmente a una nutrida representación española de altos cargos políticos exiliados en Paris junto a María Cristina, madre de Isabel II. Entre aquel grupo de españoles, cabría destacar al general Narváez, proscripto igualmente en la capital francesa por culpa de la persecución de la que fue objeto por parte de Espartero, su rival político, y que había asumido el liderazgo de la rama progresista de los liberales. El general Narváez que se había inclinado hacia la rama conservadora, se convertiría más tarde en el máximo dirigente del partido moderado. Se cuenta (según información que hemos obtenido en Paris y que se guarda celosamente...) que la Avellaneda, tremendamente admirada por el experimentado general Narváez, fue informada del regreso de María Cristina a España posterior a la derrota que sufriría Espartero en julio de ese mismo año.
Esa misma noche la Avellaneda conoció igualmente a una nutrida representación española de altos cargos políticos exiliados en Paris junto a María Cristina, madre de Isabel II. Entre aquel grupo de españoles, cabría destacar al general Narváez, proscripto igualmente en la capital francesa por culpa de la persecución de la que fue objeto por parte de Espartero, su rival político, y que había asumido el liderazgo de la rama progresista de los liberales. El general Narváez que se había inclinado hacia la rama conservadora, se convertiría más tarde en el máximo dirigente del partido moderado. Se cuenta (según información que hemos obtenido en Paris y que se guarda celosamente...) que la Avellaneda, tremendamente admirada por el experimentado general Narváez, fue informada del regreso de María Cristina a España posterior a la derrota que sufriría Espartero en julio de ese mismo año.
Durante
aquella trepidante noche acontecida en el Palais
de la Légion d'Honneur, nacería la vinculación de Gertrudis Gómez de
Avellaneda con la política española (tema del que se ha tratado poquísimo, con
extrema cautela) y al cual dedicaremos un capítulo “especial” en estas crónicas
que ofrecemos como preludio a su iluminado bicentenario.
Antes del verano de 1843, Gertrudis Gómez de Avellaneda regresó a Madrid junto a Domingo del Monte y Rosa Aldama. Manuel, su hermano, se quedó a buen recaudo.
Antes del verano de 1843, Gertrudis Gómez de Avellaneda regresó a Madrid junto a Domingo del Monte y Rosa Aldama. Manuel, su hermano, se quedó a buen recaudo.
Continuará…
Manuel Lorenzo Abdala
Citas y Notas:
(1)
Carlos Manuel de Céspedes:
(Bayamo, 18 de abril de 1819 – Sierra Maestra, 27 de
febrero de 1874) fue un famoso abogado, líder independentista cubano.
Se crio en el campo y durante su niñez recibió
clases de Gramática y Latín con los frailes del Convento de Nuestro Seráfico
Padre en Bayamo, que lo acogieron como discípulo. Posteriormente, en el
Convento de Santo Domingo, llevó cursos de Lógica y Ética. Pasó de allí a La
Habana, donde es aceptado como alumno del Real y Conciliar Colegio Seminario de
San Carlos y San Ambrosio. Posteriormente en la Real y Pontificia Universidad
de La Habana obtiene el grado de Bachiller en Derecho Civil, el 22 de marzo de 1838.
En 1839 contrae nupcias con su doble prima hermana, María del Carmen
Céspedes y del Castillo. Ese mismo año, parte rumbo a Europa y obtiene su
licenciatura en Derecho en la Universidad de Barcelona y posteriormente el
Doctorado.
En 1841 se instala en Francia y a finales de 1843 se
ve obligado abandonar París porque fue, falsamente, acusado del asesinato de la
viuda del embajador americano en Paris al término de una gran fiesta en el Palais de la Légion d'Honneur de París.
Después y a causa de aquello, recorrió Inglaterra, Suiza,
Turquía, Grecia, Alemania e Italia antes de regresar a Cuba en 1844. Hablaba
correctamente varios idiomas, como el inglés, francés y el italiano. Conocía y
manejaba desde pequeño el latín y el griego.
A su regreso a Cuba monta un bufete de abogados en
Manzanillo. Pasaos algunos años se levantó en armas contra el gobierno español
el 10 de octubre de 1868, concediéndoles la libertad a sus esclavos e
invitándoles a unirse a la lucha anticolonialista. Fue Mayor general del
Ejército Libertador y Primer Presidente de la República de Cuba en Armas.
Destituido como presidente en 1873 se instaló en San Lorenzo, la Sierra Maestra
donde, en 1874, muere luchando contra las tropas españolas.
(2)
Domingo del monte:
(Maracaibo, actual Venezuela, 4 de agosto de 1804- Madrid,
4 de noviembre de 1853) fue un crítico y escritor.
Su padre, Leonardo del Monte y Medrano, fue Oidor
de la Real Audiencia de Santiago de Cuba. En 1809, a la edad de cinco años,
Domingo fue a Cuba con su familia y se trasladó años después a La Habana donde
permaneció la mayor parte de su vida.
Comenzó los estudios en el Real Seminario Conciliar
de San Carlos y San Ambrosio, en el que tuvo por maestro al presbítero Félix
Varela. Más tarde, en 1820, comenzó a estudiar derecho en la Real y Pontificia
Universidad de La Habana. Hablaba cinco idiomas: francés, inglés, italiano, portugués
y latín. Entre los años 1826 y 1827 ejerció como abogado en el bufete de
Nicolás Manuel de Escobedo.
Fue parte del grupo de
creadores de la Academia de Literatura Cubana, y director de la Revista
Bimestre de la Isla de Cuba (1831-1834), en donde publicó una pequeña parte de
su amplia producción literaria. También fue editor de La Moda o Recreo semanal del
bello sexo en 1829, y El puntero
literario, en 1830, y miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País,
siendo Secretario de la Sección de Literatura en 1830.
Vivió muchos años en Madrid, ciudad donde conoció a Gertrudis Gómez de
Avellaneda y donde falleció el día 4 de noviembre de 1853.
(3)
No entendemos por qué en el prólogo de Viaje
a La Habana (La condesa de Marlín, 1844), escrito por la Avellaneda dice tácitamente
que aun no conoce personalmente a la autora de la obra. Pensamos que el motivo
fue para encubrir la relación amorosa que mantenía su hermano Manuel con la condesa,
más de veinte años mayor que él. Cuando Gertrudis regresó a Madrid, su hermano
se mantuvo, al menos, un año más en Paris, disfrutando de los beneficios de la
condesa.
(4)
François Guizot:
Político francés (Nimes, 1787 - Val-Richer,
Calvados, 1874). Procedía de una familia burguesa protestante y era historiador
de profesión, dedicado a la enseñanza en la Universidad de la Sorbona. Dio sus
primeros pasos en política al participar en la oposición contra Napoleón;
durante el último periodo de éste en el poder -el «Imperio de los Cien Días»-
Guizot estuvo al lado del pretendiente monárquico, Luis XVIII, a quien sirvió
como consejero hasta su acceso al Trono (1814)
Durante el periodo de la Restauración ocupó puestos
de responsabilidad, orientándose hacia el liberalismo doctrinario que defendía
una política de «justo medio» entre el liberalismo de la Revolución y el
absolutismo del Antiguo Régimen. Desde esa postura, defendió el espíritu de la
Carta Constitucional de 1814, pero la orientación reaccionaria del reinado de
Carlos X (1824-30) le inclinó hacia las filas de la oposición.
En esa época presidió una sociedad liberal llamada
«Ayúdate y el Cielo te ayudará», y sufrió represalias por sus actividades (como
la suspensión de su cátedra de Historia Moderna). Apoyó, por tanto, la
Revolución de julio de 1830, que llevó al Trono a Luis Felipe de Orleans; fue
uno de los políticos claves de la monarquía liberal moderada que se instauró
entonces, cuyo sistema político consideraba perfecto.
Líder del grupo de centro-derecha de la cámara
baja, desempeñó sucesivamente los cargos de ministro del Interior (1830-31), de
Instrucción Pública (1832-37) y de Asuntos Exteriores (1840-47); de hecho,
desde 1840 ejerció como jefe de gobierno bajo la presidencia nominal de Soult,
aunque oficialmente no sería nombrado primer ministro hasta 1847-48.
En su gestión ministerial hay que destacar la
reforma de la enseñanza primaria que llevó al Estado a asumir la instalación de
una escuela en cada municipio de Francia (1833); también fue obra suya la
aproximación diplomática a Gran Bretaña, que se produjo en 1841-44. Pero, como
orientador general de la política del centro-derecha en la última fase de la Monarquía
de Julio, cometió el error de orientar las decisiones del gobierno en beneficio
exclusivo de los grandes capitalistas, ignorando las crecientes demandas de
democratización del régimen y de reformas sociales.
Su liberalismo conservador (que respondía a las
peticiones de extensión del derecho de voto recomendando a los excluidos por no
tener ingresos suficientes: ¡Enriqueceos!), concitó una gran coalición de
descontentos, que estalló en la Revolución de 1848. El cese de Guizot por el
rey, respondiendo a la demanda de los insurrectos, no fue suficiente para
salvar al régimen, que cayó también, dando paso a la Segunda República
francesa. Guizot se exilió en Inglaterra, de donde volvió en 1849, para vivir
retirado en sus posesiones de Normandía, concentrado en su trabajo de
historiador.
Bibliografía
consultada:
Esclarecer rumores, apaciguar las dudas
antiguas y crear nuevas. Monseñor Carlos Manuel de
Céspedes y García Menocal en: revista de la Arquidiócesis de La Habana, Nº 168,
noviembre de 2007.
Muy interesante. Gracias por esta crónica tan rica en detalles.
ResponderEliminarGracias Mari por tu halagador comentario (por éste y por otros que me has hecho en privado). Siempre te tendré MUY en cuenta.
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