noviembre 30, 2013

PRELUDIO PARA UN ILUMINADO BICENTENARIO (XIV)




 
Seguimiento mediático de un viaje sin retorno.
 

El casamiento de la Avellaneda con D. Pedro Sabater y sus consecuencias iniciales.
 
 
El post anterior lo concluíamos insertando los cuartetos que la poetisa envió a D. Pedro Sabater respondiendo a sus reclamos matrimoniales. En la misma entrada aclarábamos las circunstancias especiales que precedieron al enlace, del cual se hicieron eco dos días después de efectuado, al menos tres medios de comunicación: El Heraldo, El Español y Eco del comercio, los dos últimos enemigos acérrimos del Jefe político de Madrid.
 
Se ha insinuado en determinados círculos que, al casarse la Avellaneda con D. Pedro Sabater, buscaba para sí un estatus social más alto. Esto es totalmente absurdo pues más bien el matrimonio le trajo desagradables consecuencias como veremos más adelante. No olvidemos que la Avellaneda estaba en la cúspide de la fama y no tenía necesidad alguna de casarse con nadie. Y si aceptó hacerlo con D. Pedro Sabater (que era un amigo muy querido por ella), condenado a una muerte casi segura debido a la terrible dolencia que sufría (cáncer de laringe), más bien fue por una cuestión de índole humanitaria. La clave de todo la podemos encontrar en uno de los últimos cuartetos que ella escribió cuando él intentaba hacer su retrato y le pedía su mano en casamiento.

 
¿Qué más podéis pedir? ¿Qué más pudiera
Ofrecer con verdad mi pobre pecho?
Ternura os doy con efusión sincera
¡De mi ídolo el altar ya está deshecho!


 
Se ha dicho en un artículo(1) publicado hace algunos años en Italia que “con el enlace matrimonial se trató de lavar el honor de la Avellaneda porque la misma venía a solventar el problema social (y hasta moral) en cuanto a su condición de madre soltera”. Al leer semejante duda (casi una afirmación), hemos quedado absortos. Gertrudis Gómez de Avellaneda, por sus conocidas ideas respecto al matrimonio, convencimiento personal en aquella etapa y temple, sencillamente no lo hubiera permitido jamás (por una cuestión de principios). La poetisa (en medio del siglo XIX) estaba muy por encima de esa absurda doble moral que, aún en nuestros días, se sigue practicando en determinados y retrógrados círculos sociales, y que por no ser nuestro tema en el post de hoy, no nos adentraremos a analizar.

 
El viaje de novios, que como ya se sabe no fue tal, tuvo una amplia repercusión en la prensa de la época, principalmente en la enemiga del Jefe político de Madrid. El Sr. Sabater había viajado a París para someterse al análisis, consideración y tratamiento por parte de famosos médicos franceses en el intento de curar el terrible mal que padecía.
 
Una vez que el Jefe político de Madrid salió de la capital dirección París, viaje del cual no regresaría jamás, la revancha mediática no se hizo esperar.
 
Algunos periódicos de la época como, Eco del comercio, El Español y El Clamor público, se encargaron de divulgar continuamente noticias (algunas de ellas, falsas o medias verdades) relacionadas con él por ser éste un fuerte adversario político que les mantuvo siempre muy a raya, algo que jamás le perdonaron. Por ejemplo, el 2 de junio de 1846, el diario El Español publicó una noticia del Ministerio de la Gobernación y que debió ser muy de su agrado:
 
Por real decreto del 30 de mayo, ha resuelto S. M. la Reina que se encargue en comision del gobierno político de Madrid, el asesor general de las direcciones generales de correos y caminos del reino, D. Simón de Roda, por haber obtenido D. Pedro Sabater real licencia para pasar á París y otros puntos con el objeto de restablecer su salud.
 
 
Ese mismo día se pudo leer en La Esperanza (Periódico afín a Sabater) que la noche anterior habían salido dirección París, el Jefe Político de Madrid acompañado por su señora esposa. Al día siguiente El Clamor público, como para no quedarse atrás en su afán por informar sobre las gratas nuevas, insertó en su primera plana la noticia del real decreto firmado por la reina publicado por El Español el día anterior, pero a continuación agregó, con despótico sarcasmo, el siguiente comentario:
 
            Segun dicen los periódicos, el señor gefe político ha salido á disfrutar la licencia que tiene para ver á París. Nos encomendamos á su sucesor el señor Roda, y le pedimos encarecidamente que no nos tenga tan presentes como el señor Sabater, y que sea nuestro mediador entre el censor y el Eco. Asi Dios nos oiga, y le toque al corazón para que se olvide de nosotros.
 
 
El día tres de junio, siendo aún más irónico que El Clamor público y el Eco del comercio juntos, el diario El Español insertaba una escueta observación acerca del viaje, añadiendo mayor cantidad de leña al fuego al publicar que “en el mismo carruaje iba también el señor don Juan Nicasio Gallego” que como todo el mundo sabía era íntimo amigo de la Avellaneda (Aún no se había enterado nadie que el hermano del Sr. Narváez formaba parte también de la comitiva). Por su parte el diario El Espectador, en la misma línea que los anteriores, pero siendo algo más punzante, decía lo siguiente:

 
            El gefe político interino de esta capital, señor Roda, ha inaugurado su mando recogiendo El Eco del comercio. ¿Se propondrá el señor Roda demostrar que el señor Sabater era muy tolerante con la prensa progresista? Ello dirá.
 
 
Un día antes de su partida, D. Pedro Sabater había argumentado por escrito los motivos que le llevaron a prohibir se continuara con la representación de la comedia titulada Alberoni o la astucia contra el poder(2), autoría del político y dramaturgo Tomás Rodríguez Rubí(3). El día cuatro de junio cuando ya Sabater había traspasado las fronteras de Álava, el diario El Español, aprovechando su ausencia (algo que no se atrevió hacer en su presencia), hizo público los motivos a través de una nota de prensa en su intento por desacreditarle. Lo cierto es que D. Pedro Sabater había prohibido se continuara representando aquella comedia porque consideraba que la utilización de la política activa, directa o indirectamente en el teatro, podría causar graves daños a la sociedad en el difícil momento que España atravesaba entonces. La publicación de aquellas polémicas consideraciones por el periódico El Español trajo como consecuencia, negativas y muy desagradables críticas a Egilona, el drama autoría de la Avellaneda que se estrenaría días después en el teatro de la Cruz.
 
Sería interminable relatar la cantidad de notas que fueron sucediéndose por aquellos días en los periódicos madrileños. Es innegable que durante su mandato, por causas diversas que no entraremos a analizar en este post por no ser nuestro cometido ahora mismo, D. Pedro Sabater se vio obligado a tomar medidas, algunas muy drásticas, que no favorecían a determinados sectores y medios de prensa. Pero lo cierto es que sus acciones y decretos, acertadas o no, afectaron directamente a la Avellaneda y no a él mismo. Por eso no comprendemos cómo se puede afirmar que la poetisa buscaba en el matrimonio con Sabater aumentar su estatus social cuando en realidad lo que obtuvo del mismo fueron desgracias y tormentos personales.
 
Pero continuemos con el viaje. Después de abandonar Vitoria, capital en la que hicieron una pausa, los viajeros se adentraron en territorio francés. El día seis de junio, según el corresponsal en Bayona del periódico Faro de los Pirineos, se publicó la siguiente noticia:
 
 Bayona 6 de junio de 1846.
Mr. Sabater, gefe político de Madrid llegó el jueves a esta acompañado de su esposa. Sábese que esta señora, antes Gómez de Avellaneda, goza de grande reputación cómo poetisa y literata. Varias de sus obras han sido coronadas por la Academia.
 
También tenemos dentro de nuestros muros á don Juan Nicasio Gallego, poeta y sabio crítico, cuyos escritos son conocidos del mundo literario (...)
Mr. y Mme. Sabater y el señor Gallego van á París, patria de la ciencia y de las bellas artes.
Como vivimos en una época en que la fama se adhiere mas al talento y al genio que al poder, no dudamos que estos viageros producirán gran sensación en el mundo literario.
 
 
El Clamor público, haciéndose eco de la noticia dada por el Faro de los Pirineos, pero agregándole tensión a los hechos al inventarse parte de lo acontecido, y creando así gran confusión en los lectores, decía:
 
El 5 llegaron á esta [a Bayona, se entiende] el señor Sabater, su esposa y el señor Gallego que los acompaña. Los vimos entrar en casa de Narváez y en el café principal de esta ciudad, y caímos en tentación de averiguar si habían visitado al infante  [D. Enrique]. En su consecuencia hemos sabido que el señor Sabater le pasó un papel anunciándole su llegada y pidiéndole órdenes para París, las que no iba á tomar personalmente por no permitírselo el estado de su salud.
 
El ocho de junio, cuando la anterior noticia fue publicada en Madrid, Don Pedro Sabater, su esposa doña Gertrudis Gómez de Avellaneda, el Sr. Juan Nicasio Gallego y D. Manuel Gómez de Avellaneda, hermano de la poetisa, que también formaba parte de la comitiva, habían continuado ya su viaje dirección París.

 
Continuará…

 
Manuel Lorenzo Abdala
 
 
Citas:
 
 
(1)   Simón Palmer, María del Carmen. Gertrudis Gómez de Avellaneda, agente político. Studi Ispanici. Instituti Editoriali e Poligrafici Internacionali. Pisa, Roma 2005. Página 345.
 
 
(2)   Alberoni o la astucia contra el poder fue representada por vez primera en el teatro del Príncipe la noche del 28 de mayo de 1846 a beneficio de la primera actriz Matilde Diez.
 
 
(3)   Tomás Rodríguez Rubí (1817-1890) dramaturgo y político español. Fue director del Teatro Español y académico de la lengua en 1860; ingresó con un discurso sobre "Excelencia, importancia y estado presente del teatro", en que sostenía que el teatro es a la vez copia y escuela de las costumbres sociales. Perteneció siempre al partido moderado. Son sus obras, entre otras, La trenza de sus cabellos (1848, éxito en los escenarios de Madrid, inaugurando el género de la comedia sentimental-moral, tópica y superficial). También Borrascas del Corazón (1846), La escala de la vida (1857), sobre la penitencia que supone a los hijos atolondrados el tener hijos aun más atolondrados que ellos, y Fiarse del porvenir (1874), que dramatiza la necesidad entre los jóvenes de no embarcarse en nada sin tener un asidero previo, y Alberoni o la astucia contra poder, obra que prohibió D. Pedro Sabater el 1 de junio de 1846 y de la que da cuenta el periódico El Español en su edición del 4 de junio de 1846.
 
 
Bibliografía:
 
Gómez de Avellaneda de Sabater, Gertrudis. Poesías. Imprenta de Delgrás Hermanos. Pretil de los Consejos. Madrid 1850.

 
Huerta Calvo, Javier (dir.), Historia del teatro español. Madrid: Gredos, 2003, dos vols.
 
El Heraldo, Eco del comercio, El Español, La Esperanza, El Clamor público, Faro de los Pirineos, El Católico (Hemeroteca BNE)

 
Rodríguez Rubí, Tomás, Alberoni o la astucia contra el poder. Imprenta de D. Antonio Yenes. Calle Segovia Nº 6.  Madrid 1846
 

 

1 comentario:

  1. Como siempre, una atractiva crónica, reveladora de una y mil facetas de la Avellaneda.

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