HIELO DE PRIMAVERA
(Cuando el amor languidece)
Mientras Tula deshojaba margaritas, estás debieron
mutar o ella misma se engañó al quitar más (o menos) pétalos que los
existentes para hacer coincidir sus deseos con un me quiere, falso. El domingo de Pentecostal, Antonio debió llenarse de tanto contratiempo y hasta de puerilidades varias. El caso es que la
relación, a partir de entonces, tomó un rumbo totalmente diferente (lo comprobaremos más adelante).
Hoy presentamos cuatro cartas (24, 25, 26 y 27), aunque en realidad son cuatro billetes debido su corta extensión. La víspera
de Pentecostal la cita no pudo ser, la propia Tula explica las razones. Estos motivos no gustaron a Romero Ortiz y
aunque acudió al día siguiente al encuentro diseñado por la Avellaneda, fue para
puntualizar las condiciones de una relación futura y para quejarse del
tratamiento que su amada le había otorgado sin su consentimiento. Pensamos que
al respecto, ella debió retroceder, aunque muy discretamente. Pero esto -nos parece-, no fue lo suficiente para detener una decisión ya tomada. Si leemos con
detenimiento los tres billetes nos daremos cuenta del impulso –en realidad
freno- que Romero Ortiz otorgó a la relación a partir de aquel día.
El
futuro no existe, debió pensar la Avellaneda, sin embargo todo ya estaba decidido,
al menos por la otra mitad de la relación amorosa. El desengaño interior fue tal que en el billete número 26 ya no aparece su firma (aunque el billete 27 está firmado), y todo muy a pesar de las palabras escritas "Adiós, vida mía, hasta la vista: estoy con los empapeladores a vuelta, por eso no me extiendo". La carta número 28 lo
explicará todo. Pero hasta entonces los lectores deberán esperar siete, eternos, días o quizás más.
Manuel Lorenzo Abdala
Carta
número 24
[Domingo
15 de mayo, día de Pentecostal]
Antonio mío: anoche todo conspiró contra
nosotros. Después de otros mil contratiempos, sobrevino el mayor poco antes de
llegar tú, y fue que viniesen visitas, y que me hallasen en la puerta de mi
cuarto saliendo para el de Eloísa, por manera que no pude evadirme. Es
menester, vida mía, que nos veamos esta noche, ya que ayer tan desgraciados fuimos.
No dejaré que me pillen visitas fastidiosas. Te digo lo mismo que en la mía
anterior. Donde tú quieras nos reuniremos. En casa, en la de Eloísa, o bien nos
iremos al teatro del drama, avisándome tu, como anoche, que esperas abajo.
Confío que la suerte nos será más propicia.
Hasta la noche, te quiere con toda su
alma tu esposa
T.
Hoy
15-
P.D.-
Si la noche es buena podré verte en los jardines.
Carta
número 25
[Lunes
16 de mayo de 1853]
Querido mío: no estoy mala, aunque
tampoco tan buena como me anunciabas.
Te ruego vayas esta noche a casa de
Eloísa: has un esfuerzo de voluntad si te es desagradable la visita, pues no es
conveniente que hagas una retirada tan repentina. Luego, mañana o pasado
mañana, puedes visitarla por la tarde, esto es, de dos a tres, y entonces me
visitarás a mí también, para que puedas continuar viniendo de vez en cuando,
según hemos convenido. Me parece lo mejor.
Yo iré también al cuarto de mi vecina
esta noche, si mi salud no empeora, y allá te veré.
Adiós, te ama siempre sin la más leve alteración, tu amiga, tu
amante.
Tula
Hoy
lunes 16 de Mayo.
Carta
número 26
[Sin fechar]
Antonio mío: si quieres venir a casa
esta noche no saldré: te esperaré: me parece mejor que pasear por la plaza
expuestos a las repentinas mutaciones atmosféricas, o asarnos en un teatro.
Adiós, vida mía, hasta la vista: estoy
con los empapeladores a vuelta, por eso no me extiendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario