mayo 11, 2015

AMOR Y PASIÓN (Cartas Nº 24, 25, 26 y 27)



HIELO DE PRIMAVERA
(Cuando el amor languidece)

Mientras Tula deshojaba margaritas, estás debieron mutar o ella misma se engañó al quitar más (o menos) pétalos que los existentes para hacer coincidir sus deseos con un me quiere, falso. El domingo de Pentecostal, Antonio debió llenarse de tanto contratiempo y hasta de puerilidades varias. El caso es que la relación, a partir de entonces, tomó un rumbo totalmente diferente (lo comprobaremos más adelante).

         Hoy presentamos cuatro cartas (24, 25,  26 y 27), aunque en realidad son cuatro billetes debido su corta extensión. La víspera de Pentecostal la cita no pudo ser, la propia Tula explica las razones. Estos motivos no gustaron a Romero Ortiz y aunque acudió al día siguiente al encuentro diseñado por la Avellaneda, fue para puntualizar las condiciones de una relación futura y para quejarse del tratamiento que su amada le había otorgado sin su consentimiento. Pensamos que al respecto, ella debió retroceder, aunque muy discretamente. Pero esto -nos parece-, no fue lo suficiente para detener una decisión ya tomada. Si leemos con detenimiento los tres billetes nos daremos cuenta del impulso –en realidad freno- que Romero Ortiz otorgó a la relación a partir de aquel día.

         El futuro no existe, debió pensar la Avellaneda, sin embargo todo ya estaba decidido, al menos por la otra mitad de la relación amorosa. El desengaño interior fue tal que en el billete número 26 ya no aparece su firma (aunque el billete 27 está firmado), y todo muy a pesar de las palabras escritas "Adiós, vida mía, hasta la vista: estoy con los empapeladores a vuelta, por eso no me extiendo". La carta número 28 lo explicará todo. Pero hasta entonces los lectores deberán esperar siete, eternos, días o quizás más.


Manuel Lorenzo Abdala




Carta número 24
[Domingo 15 de mayo, día de Pentecostal]

        Antonio mío: anoche todo conspiró contra nosotros. Después de otros mil contratiempos, sobrevino el mayor poco antes de llegar tú, y fue que viniesen visitas, y que me hallasen en la puerta de mi cuarto saliendo para el de Eloísa, por manera que no pude evadirme. Es menester, vida mía, que nos veamos esta noche, ya que ayer tan desgraciados fuimos. No dejaré que me pillen visitas fastidiosas. Te digo lo mismo que en la mía anterior. Donde tú quieras nos reuniremos. En casa, en la de Eloísa, o bien nos iremos al teatro del drama, avisándome tu, como anoche, que esperas abajo. Confío que la suerte nos será más propicia.

        Hasta la noche, te quiere con toda su alma tu esposa

T.   

Hoy 15-

P.D.- Si la noche es buena podré verte en los jardines.




Carta número 25
[Lunes 16 de mayo de 1853]

        Querido mío: no estoy mala, aunque tampoco tan buena como me anunciabas.

        Te ruego vayas esta noche a casa de Eloísa: has un esfuerzo de voluntad si te es desagradable la visita, pues no es conveniente que hagas una retirada tan repentina. Luego, mañana o pasado mañana, puedes visitarla por la tarde, esto es, de dos a tres, y entonces me visitarás a mí también, para que puedas continuar viniendo de vez en cuando, según hemos convenido. Me parece lo mejor.

        Yo iré también al cuarto de mi vecina esta noche, si mi salud no empeora, y allá te veré.

        Adiós, te ama siempre sin la más leve alteración, tu amiga, tu amante.

Tula   

Hoy lunes 16 de Mayo.




Carta número 26
[Sin fechar]

        Antonio mío: si quieres venir a casa esta noche no saldré: te esperaré: me parece mejor que pasear por la plaza expuestos a las repentinas mutaciones atmosféricas, o asarnos en un teatro.

        Adiós, vida mía, hasta la vista: estoy con los empapeladores a vuelta, por eso no me extiendo.

        Tuya.



Carta número 27
[El billete parece haber sido escrito el mismo día del anterior; pero en otro folio]

        En vez de las seis a las cinco: me parece más fácil. Aunque tengas que esperar un poco no te impacientes: nos veremos.

T.    


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