A mediados de 1837 Gertrudis Gómez de Avellaneda mantiene una
intensa relación amorosa con el joven Mariano Ricafort, hijo del capitán general de
Galicia -de igual nombre- que guarnecía La Coruña, ciudad donde ella residía por entonces. Durante los dos años que Gertrudis Gómez de
Avellaneda se mantiene en esta ciudad gallega vive una especia de encierro,
menosprecio y aislamiento, impuesto principalmente por su padrastro y demás
familiares políticos que le provocan una tristeza infinita.
El joven Ricafort, muy sensible en muchos aspectos, se
apiada de la bella joven. Noble y lleno de delicadezas al principio, se muestra sin embargo algo humillado
después por la superioridad que le atribuye. En esos momentos, Tula, el ave canora del trópico, compone ya
poesías y estudia compulsivamente en una biblioteca de La Coruña. A pesar de las
desavenencias, él le propone matrimonio porque está enamorado, la ama de
verdad.
Talento, placeres, todo parece aniquilarse en la vida de la
Avellaneda: solo deseaba llenar las severas obligaciones que iba a contraer
porque sus pesares domésticos pesaban demasiado. En medio de semejantes
tribulaciones compone el poema que presentamos hoy, A una violeta (La Coruña, junio de 1837), así como también A
la poesía, A una mariposa, A mi jilguero… composiciones todas en
las que se aprecia la imperiosa necesidad de expresar sus sentimientos a la
naturaleza y a las cosas, sus únicos compañeros de "desilusión".
Gracias a Dios aquella unión entre Ricafort y Tula no pudo
verificarse porque los dos eran altivos y ninguno quería depender de las
familias de ambos: los intereses económicos de la Avellaneda estaban
entrampados en manos de su padrastro y Ricafort no contaba sino con un sueldo
mal pagado. Poco después fue depuesto Ricafort padre y el hijo tuvo orden de
reunirse a su regimiento. La Avellaneda se fue igualmente, pero junto a su
hermano destino a Andalucía para conocer la familia paterna. Nunca más volvió a ver a
Ricafort… La guerra como un monstruo insaciable devoraba cada día gran número
de víctimas.
Manuel Lorenzo Abdala
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