agosto 22, 2012

MEMORIAS DE 1838 (XI parte)




TERCER CUADERNILLO
Andalucía (continuación)
Todo lo que se reproduce en este post -salvo acotaciones y notas-,se ha tomado del original, ortografía y puntuación incluidos: Gertrudis Gómez de Avellaneda: Biografía, bibliografía e iconografía, incluyendo muchas cartas, inéditas o publicadas, escritas por la gran poetisa o dirigidas a ella y sus memorias (páginas 279-282) Domingo Figarola Caneda, notas ordenadas o publicadas por Emilia Boxhorn, SGLE, Madrid 1929.

El Alcázar de Sevilla
por Gertrudis Gómez de Avellaneda

Era una tarde del mes de mayo cuando por primera vez fui a ver el Alcázar, y apenas pisé el umbral de la primera puerta, cuando sentí toda la impresión que un sitio tan señalado debe necesariamente causar. Ocurrióseme al momento que por la misma puerta que yo atravesaba entraría oculta y sigilosamente la reina Doña María de Portugal [1], cuando, despreciada de su esposo, se encerraba en este Alcázar para meditar la cruel venganza que ejecutó después en la bella y desventurada Leonor [2].   Y sin duda, pensaba yo, sin duda salió por esta misma puerta el cruel Don Pedro [3], su hijo, manchada la fratricida mano en la sangre del infante Don Fadrique ¡Oh, Alcázar! decía yo entre mí, mientras atravesaba sus arabescas salas ¡Cuántos ilustres personajes han pisado tu pavimento! ¡De cuántos secretos has sido depositario! Tú podrías decir más que la oscura historia, tú revelarías misterios profundos que ella no ha penetrado.


Todo aquel morisco edificio tiene un mérito particular, que sólo un artista pudiera comprender y describir. Yo veía su magnífico Salón de Embajadores adornado con los retratos de muchos reyes, sus innumerables habitaciones y salas, en todas las cuales se descubre el gusto árabe en las columnas delgadas, y el trabajo minucioso y recargado de sus paredes, puertas y techos; pero toda mi imaginación se ocupaba de lo pasado y preguntaba interiormente a aquel edificio su origen desconocido. ¿Cuál es el arquitecto que te ha levantado? decía yo ¿Cuál fue el primer príncipe que te habitó?... Revélame, Alcázar, el nombre de tus antiguos poseedores; refiéreme los reyes que has conocido, las fiestas que has presenciado. ¡Ay! También habrás sido testigo mudo de grandes sufrimientos... quizá has servido para sofocar entre tus espesas paredes muchos gemidos.


Vimos después los primorosos jardines y sus juegos de aguas; la Casa Rústica y los baños de Doña María de Padilla. Hay, en derredor, bancos de piedra y de conchas marinas, y yo pensaba si alguna vez descansaría en ellos la hermosa María. Quizá, decíame yo, quizá en estos mismos sitios han resonado los dulces acentos de la Padilla, de aquella mujer seductora a cuyos pies olvidaba el cruel Don Pedro sus sanguinarias pasiones.




Era ya de noche cuando volvimos a atravesar las salas del Alcázar para salir de él, y mi imaginación, vivamente exaltada, me representaba en todas partes objetos maravillosos. Figurábame ver deslizarse por los oscuros corredores la sombra doliente del interesante Don Fadrique, y las columnas se me representaban como otros tantos fantasmas inmóviles y silenciosos (1).



En la mañana del mismo día en que vi el Alcázar, estuve en la Lonja, grande y magnífico edificio cuya descripción llenaría un grueso volumen. En tiempo de Carlos III fue destinado para archivo general de todos los papeles antiguos pertenecientes a la América, los cuales se conservan aún en dicho edificio ¡Ve tú si sería interesante para mí! Pero era ya tarde y yo no pude detenerme en él más que un momento. Posteriormente he pensado volver varias veces, pero aún no lo he hecho.
Según tengo entendido, este edificio se hizo recién descubiertas las Américas; ¡bien se conoce que era en época que la nación estaba rica, pues nada se escaseó para hacerlo magnífico y suntuoso!
Ahora déjame respirar un momento, querida Eloísa, pues voy a hablarte de la gran obra, orgullo de Sevilla y admiración del extranjero: ¡La catedral!
Te compendiaré lo mejor que pueda la descripción artística que de ella debemos al señor Deán (sic) Bermúdez, y empezaré con eso el cuarto cuaderno de mis Memorias.



Fin del tercer cuadernillo.


Continuará en el siguiente post…


 
Notas de la edición de 1929
(1)  «Al Alcázar de Sevilla», es una composición incluida en las «Poesías» de la autora de 1841, p. 123-128, fechada en 1840 en las «Poesías» de 1850, p. 60-63; fechada septiembre de 1839, y, por último fue suprimida en la edición de éstas de 1869. Dicha composición no sólo se halla inspirada en el famoso monumento arquitectónico sevillano, sino que reproduce imágenes y pensamientos contenidos en esta parte de las «Memorias» (sic)

Notas de la redacción del blog (Apuntes históricos):
[1] María de Portugal, Reina de Castilla (¿?, c. 1313-Évora, 1357) Era hija de Alfonso IV de Portugal. Se casó en 1328 con Alfonso XI de Castilla. Durante casi todo su matrimonio se vio postergada por su marido, que dio preeminencia a su amante Leonor de Guzmán. La Reina, que tenía una gran personalidad y era tremendamente vengativa, esperó veinte largos y amargos años; y a la muerte de su marido, mandó asesinar a la amante de este, utilizando un escudero suyo como sicario.
Durante los primeros años del reinado de su único hijo sobreviviente, Pedro el Cruel, apoyó al partido nobiliario francófilo. Finalmente se enfrentó a su propio hijo y respaldó la decisión nobiliaria de derrocarlo (Toro, 1354). Al no conseguirlo, volvió a Portugal.

[2] Leonor de Guzmán (¿?, c. 1310-Talavera, 1350 o 1351) Noble castellana. Señora de Medinasidonia. Hija de Pedro Núñez de Guzmán. Su condición de amante de Alfonso XI provocó la salida de la corte de la reina María de Portugal y una sangrienta guerra (1336-1339) con Portugal que terminó con un pacto para derrocar a los moros. Fue madre de diez hijos que tuvo con su amante el rey, entre ellos Enrique II de Castilla. A la muerte de su amante, el rey, la bella Leonor fue inmediatamente encarcelada y asesinada por un escudero de la Reina María de Portugal que había esperado pacientemente el momento oportuno para vengarse y ejecutarle.
 
[3] Pedro el cruel,  Rey de Castilla y León (Burgos, 1334 - Montiel, La Mancha, 1369). Era el único hijo legítimo de Alfonso XI, a quien sucedió en 1350. El comienzo de su reinado estuvo marcado por la debilidad del poder real frente a las facciones que se disputaban el poder: los diversos hijos bastardos que había tenido Alfonso XI con Leonor de Guzmán, los infantes aragoneses primos del rey y la reina madre -María de Portugal-. Inicialmente controló el poder la facción de la reina madre y del favorito Juan Alfonso de Alburquerque, que reorientó la política exterior hacia la alianza con Francia; para cimentarla, se concertó el matrimonio del rey con Blanca de Borbón (1353). Pero por entonces el rey era ya amante de María de Padilla, por la que abandonó a su esposa tres días después de la boda, haciéndola encerrar en el Alcázar de Toledo; con ello provocó la ruptura con Francia, la caída de Alburquerque y el estallido de una rebelión en Toledo, que pronto se extendió a otras ciudades del reino.

1 comentario:

  1. Absolutamente interesante. Continúo pensando que la selección de las ilustraciones le da una dimensión fabulosa al relato.

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