TERCER
CUADERNILLO
Andalucía (continuación)
Todo lo que se reproduce en este post -salvo acotaciones y notas-,se ha tomado del original, ortografía y puntuación incluidos: Gertrudis Gómez de Avellaneda: Biografía, bibliografía e iconografía, incluyendo muchas cartas, inéditas o publicadas, escritas por la gran poetisa o dirigidas a ella y sus memorias (páginas 279-282) Domingo Figarola Caneda, notas ordenadas o publicadas por Emilia Boxhorn, SGLE, Madrid 1929.
El Alcázar de Sevilla
por Gertrudis Gómez de Avellaneda
Era una tarde
del mes de mayo cuando por primera vez fui a ver el Alcázar, y apenas pisé el
umbral de la primera puerta, cuando sentí toda la impresión que un sitio tan
señalado debe necesariamente causar. Ocurrióseme
al momento que por la misma puerta que yo atravesaba entraría oculta y
sigilosamente la reina Doña María de Portugal [1], cuando, despreciada de su esposo,
se encerraba en este Alcázar para meditar la cruel venganza que ejecutó después
en la bella y desventurada Leonor [2]. Y sin duda, pensaba yo, sin duda salió por
esta misma puerta el cruel Don Pedro [3], su hijo, manchada la fratricida mano
en la sangre del infante Don Fadrique ¡Oh, Alcázar! decía yo entre mí, mientras
atravesaba sus arabescas salas ¡Cuántos ilustres personajes han pisado tu
pavimento! ¡De cuántos secretos has sido depositario! Tú podrías decir más que
la oscura historia, tú revelarías misterios profundos que ella no ha penetrado.
Todo aquel
morisco edificio tiene un mérito particular, que sólo un artista pudiera
comprender y describir. Yo veía su magnífico Salón de Embajadores adornado con
los retratos de muchos reyes, sus innumerables habitaciones y salas, en todas
las cuales se descubre el gusto árabe en las columnas delgadas, y el trabajo
minucioso y recargado de sus paredes, puertas y techos; pero toda mi
imaginación se ocupaba de lo pasado y preguntaba interiormente a aquel edificio
su origen desconocido. ¿Cuál es el arquitecto que te ha levantado? decía yo
¿Cuál fue el primer príncipe que te habitó?... Revélame, Alcázar, el nombre de
tus antiguos poseedores; refiéreme los reyes que has conocido, las fiestas que
has presenciado. ¡Ay! También habrás sido testigo mudo de grandes
sufrimientos... quizá has servido para sofocar entre tus espesas paredes muchos
gemidos.
Vimos después
los primorosos jardines y sus juegos de aguas; la Casa Rústica y los baños de
Doña María de Padilla. Hay, en derredor, bancos de piedra y de conchas marinas,
y yo pensaba si alguna vez descansaría en ellos la hermosa María. Quizá,
decíame yo, quizá en estos mismos sitios han resonado los dulces acentos de la
Padilla, de aquella mujer seductora a cuyos pies olvidaba el cruel Don Pedro
sus sanguinarias pasiones.
Era ya de noche
cuando volvimos a atravesar las salas del Alcázar para salir de él, y mi
imaginación, vivamente exaltada, me representaba en todas partes objetos
maravillosos. Figurábame ver deslizarse
por los oscuros corredores la sombra doliente del interesante Don Fadrique, y
las columnas se me representaban como otros tantos fantasmas inmóviles y
silenciosos (1).
En la mañana
del mismo día en que vi el Alcázar, estuve en la Lonja, grande y magnífico
edificio cuya descripción llenaría un grueso volumen. En tiempo de Carlos III
fue destinado para archivo general de todos los papeles antiguos pertenecientes
a la América, los cuales se conservan aún en dicho edificio ¡Ve tú si sería
interesante para mí! Pero era ya tarde y yo no pude detenerme en él más que un
momento. Posteriormente he pensado volver varias veces, pero aún no lo he hecho.
Según tengo
entendido, este edificio se hizo recién descubiertas las Américas; ¡bien se
conoce que era en época que la nación estaba rica, pues nada se escaseó para
hacerlo magnífico y suntuoso!
Ahora déjame
respirar un momento, querida Eloísa, pues voy a hablarte de la gran obra,
orgullo de Sevilla y admiración del extranjero: ¡La catedral!
Te compendiaré
lo mejor que pueda la descripción artística que de ella debemos al señor Deán (sic)
Bermúdez, y empezaré con eso el cuarto cuaderno de mis Memorias.
Fin del tercer
cuadernillo.
Continuará en el siguiente post…
Notas de la edición de 1929
(1) «Al Alcázar de Sevilla», es una composición
incluida en las «Poesías» de la autora de 1841, p. 123-128, fechada en 1840 en
las «Poesías» de 1850, p. 60-63; fechada septiembre de 1839, y, por último fue
suprimida en la edición de éstas de 1869. Dicha composición no sólo se halla
inspirada en el famoso monumento arquitectónico sevillano, sino que reproduce
imágenes y pensamientos contenidos en esta parte de las «Memorias» (sic)
Notas de la redacción del blog (Apuntes históricos):
[1] María de Portugal, Reina de Castilla (¿?, c. 1313-Évora,
1357) Era hija de Alfonso IV de Portugal. Se casó en 1328 con Alfonso XI de
Castilla. Durante casi todo su matrimonio se vio postergada por su marido, que
dio preeminencia a su amante Leonor de Guzmán. La Reina, que tenía una gran
personalidad y era tremendamente vengativa, esperó veinte largos y amargos años;
y a la muerte de su marido, mandó asesinar a la amante de este, utilizando un
escudero suyo como sicario.
Durante los primeros años del reinado de su único hijo
sobreviviente, Pedro el Cruel, apoyó al partido nobiliario francófilo.
Finalmente se enfrentó a su propio hijo y respaldó la decisión nobiliaria de
derrocarlo (Toro, 1354). Al no conseguirlo, volvió a Portugal.
[2] Leonor de Guzmán (¿?, c. 1310-Talavera, 1350 o 1351)
Noble castellana. Señora de Medinasidonia. Hija de Pedro Núñez de Guzmán. Su
condición de amante de Alfonso XI provocó la salida de la corte de la reina
María de Portugal y una sangrienta guerra (1336-1339) con Portugal que terminó
con un pacto para derrocar a los moros. Fue madre de diez hijos que tuvo con su
amante el rey, entre ellos Enrique II de Castilla. A la muerte de su amante, el
rey, la bella Leonor fue inmediatamente encarcelada y asesinada por un escudero
de la Reina María de Portugal que había esperado pacientemente el momento oportuno
para vengarse y ejecutarle.
[3] Pedro el cruel, Rey
de Castilla y León (Burgos, 1334 - Montiel, La Mancha, 1369). Era el único hijo
legítimo de Alfonso XI, a quien sucedió en 1350. El comienzo de su reinado
estuvo marcado por la debilidad del poder real frente a las facciones que se
disputaban el poder: los diversos hijos bastardos que había tenido Alfonso XI
con Leonor de Guzmán, los infantes aragoneses primos del rey y la reina madre
-María de Portugal-. Inicialmente controló el poder la facción de la reina madre y
del favorito Juan Alfonso de Alburquerque, que reorientó la política exterior
hacia la alianza con Francia; para cimentarla, se concertó el matrimonio del
rey con Blanca de Borbón (1353). Pero por entonces el rey era ya amante de
María de Padilla, por la que abandonó a su esposa tres días después de la boda,
haciéndola encerrar en el Alcázar de Toledo; con ello provocó la ruptura con
Francia, la caída de Alburquerque y el estallido de una rebelión en Toledo, que
pronto se extendió a otras ciudades del reino.
Absolutamente interesante. Continúo pensando que la selección de las ilustraciones le da una dimensión fabulosa al relato.
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