junio 26, 2013

A UNA MARIPOSA

Phoebis Avellaneda. A la izquierda la hembra y a la derecha, el macho
 
A una mariposa es la séptima composición poética de Gertrudis Gómez de Avellaneda escrita en suelo gallego y octava en general de su larga obra.
Después de veinte tortuosos meses de estancia en La Coruña, la joven poetisa abandona la entonces capital de Galicia dirección Santiago de Compostela el 23 de marzo de 1838, justo el mismo día de su 24º cumpleaños. El viaje lo realizó junto a toda su familia en una lenta diligencia (Fueron trece largas horas durante las cuales recorrieron peligrosos caminos infectados de carlistas que deseaban instalarse en trono de España por la fuerza). El 26, después de descansar dos días y visitar la Catedral de Santiago, salen dirección Pontevedra, ciudad donde permanecerá una semana. El 2, en caballerías, viaja junto a su hermano Manuel hacia la localidad de Vigo. Allí se hospeda en la posada “La Vizcaína”, situada en la plaza de la Constitución. Y el cinco de abril a las diez de la noche abordan el vapor inglés Londonberry dirección Cádiz. Ese día, finalmente, se despediría de Galicia para nunca más regresar.
La composición que presentamos hoy en sus dos versiones (original de 1838 y corregida por la propia autora en 1871) fue escrita con toda seguridad durante aquel periplo gallego…
Nótese la alegoría que hace la poetisa entre el vuelo de la mariposa y su propio viaje que le llevará a descubrir nuevos horizontes, “Gozosa y feliz”…

A UNA MARIPOSA
(Composición original)
 
 Fugaz mariposa,
Que de oro y zafir
Las alas ostentas
Alegre y feliz:

 
  ¡Cuál siguen mis ojos
Tu vuelo gentil,
Que al soplo desplegas
Del aura de abril!

 
  Ya rauda te lanzas
Al bello jardín,
Ya en rápidos giros
Te acercas a mí.

 
  Del sol a los rayos
Que empieza a lucir,
¡Con cuánta riqueza
Te brinda el pensil!

 
  Sus flores la acacia
Desplega por ti,
Y el clavel fragante
Su ardiente rubí.

 
  Abre la violeta
Su seno turquí,
La anémona luce
Su vario matiz.

 
  Ya libas el lirio
Ya el fresco alhelí,
Ya trémula besas
El blanco jazmín.

 
  Mas ¡ay! cuán en vano
Mil flores y mil,
Por fijar se afanan
Tu vuelo sin fin.

 
  ¡Ay! que te ya te lleva
Tu audaz frenesí
Do ostenta la rosa
Su puro carmín.

 
  ¡Temeraria, tente!
¿Do vas, infeliz!...,
¿No ves las espinas
De punta sutil?

 
  ¡Torna a tu violeta!
¡Torna a tu alhelí!
No quieras ¡incauta!
Clavada morir.
 
                             Galicia, Abril de 1838
 

Gertrudis Gómez de Avellaneda vestida con uno de sus colores preferidos. A la derecha Gundlach, el naturalista alemán.
 
En la composición Gertrudis se compara con el talentoso invertebrado, y sin imaginarlo siquiera, años más tarde, el célebre naturalista de origen alemán Johannes Christoph Gundlach Redberg, al descubrir revoleteando en su medio natural a una nueva especie de mariposa en Cuba, la bautizó con el nombre de la célebre poetisa (Phoebis Avellaneda). Gundlach había conocido a Gertrudis Gómez de Avellaneda durante una recepción en el Palacio de los Capitanes Generales de La Habana en 1860. Su gran amigo, e íntimo de la Avellaneda, Ramón de la Sagra (eminente escritor y naturalista gallego) los presentó. A partir de entonces nació entre el científico y la bella poetisa una sincera y larga amistad.
Gundlach, en un gesto de delicadeza y reconocimiento, decidió inmortalizar a la Avellaneda de una manera muy peculiar: bautizando a la también bellísima mariposa, joya de la fauna cubana y descubierta por él, con el apellido de su antigua y predilecta amiga. Los colores preferidos en el vestir de Tula y el revoletear inquieto de los pasos durante aquel baile en que fueron presentados, le recordaban a la mariposa.

A continuación transcribimos la misma composición, pero corregida por la propia autora en 1871 para insertar en sus obras completas.

 
A UNA MARIPOSA
(Versión corregida en 1871 por la autora)
 
Fugaz mariposa,
que de oro y zafir
las alas despliegas,
gozosa y feliz.
 
¡Cuál siguen mis ojos
tu vuelo gentil,
cuando reina te alzas
del bello jardín!
 
Si le dan riquezas
la aurora y abril
-de albores y aromas-
todo es para ti.
 
Te rinde la dalia
su vario matiz;
su altiva hermosura
te presenta el lis.
 
Perfumes la viola
-que evita el lucir-
te manda en las alas
del aura sutil.
 
Ya libas el lirio,
ya el fresco alhelí,
ya trémula besas
el blanco jazmín.
 
¡Mas, ¡ay!, cuan en vano
mil flores y mil
por fijar se afanan
tu vuelo sin fin!...
 
¡Ay!, que ya te lleva
tu audaz frenesí,
do ostenta la rosa
su puro carmín.
 
¡Temeraria, tente!
¿Do vas, infeliz?...
¿No ves las espinas
punzantes salir?
 
¡Torna a tu violeta!
¡Torna a tu alhelí!
No quieras ¡incauta!
clavada morir.
 
 
 
 
Manuel Lorenzo Abdala

junio 21, 2013

A LAS ESTRELLAS

 
El soneto A las estrellas, séptimo poema de Gertrudis Gómez de Avellaneda, fue compuesto durante una triste noche en septiembre de 1837 en la ciudad de La Coruña.
 
 
Bibliografía consultada:
- Gómez de Avellaneda, Gertrudis. Poesías. Imprenta Delgrás Hermanos, Madrid 1850.

junio 03, 2013

LA SERENATA

La serenata. Grabado publicado por el Semanario Pintoresco Español el 31 de abril de 1839
 

Apuntes sobre La serenata:


La serenata, cuarto poema de Gertrudis Gómez de Avellaneda, fue escrito en la ciudad de La Coruña en agosto de 1837. En ese momento -ya lo dijimos en el post anterior- la escritora mantenía una relación amorosa con el joven militar Francisco Ricafort y Sánchez, hijo del capitán general de Galicia Francisco Ricafort y Palacín. Sabemos por sus Memorias y por su Autobiografía y cartas que ese joven la amaba, pero aunque generoso parecía humillado de la superioridad que le atribuía, contrariando siempre sus ideas. Carente de sensibilidad, Ricafort, no fue capaz de reconocer el talento de su prometida a tal punto que le parecía un delito que ella hiciese versos... La serenata es un poema colmado de oníricas imágenes "cinéticas" y está dedicado, sin lugar a dudas, a la lucha interna que mantenía su autora con el joven amante, cuando éste intentaba frenar su estro...
 
En el epílogo de Poder y sexualidad: el discurso de Gertrudis Gómez de Avellaneda, fundamental obra de la investigadora, ensayista y escritora Evelyn Picón Garfield hemos podido leer que Gertrudis Gómez de Avellaneda  subvierte en este poema y deconstruye los códigos del binarismo occidental del discurso hegemónico sobre la mujer.
En el subtexto de los versos que componen el poema -nos dice Evelyn Picón Garfield- hay un anticipo de la situación del poeta del cuento “El rey burgués” de Rubén Darío (1888) con la diferencia de que no es el rey positivista quién se burla del poeta sino una dama que también desvaloriza el alma lírica.
En “La serenata” Tula plantea la problemática de la creatividad femenina obstaculizada por un discurso hegemónico masculino que establece signos y símbolos líricos que la imposibilitan.
El poema se estructura de tal modo que Gertrudis Gómez de Avellaneda, “La poeta insomne”, se desdobla en “insomne trovador”, desdeñada y escarnecido éste por la ingrata dama a quién dedica su canto amargo. La Avellaneda establece la escena y luego deja que el mismo vate cante al son de su laúd, ofreciendo el tesoro inmortal de su alma, es decir, el mundo ideal de ilusiones, dichas, gloria y amor a la dama. Al terminar su canto, aparece el objeto amado de su pasión a quién el trovador promete glorificar eternamente en sus versos. Por respuesta, sin embargo, cae sobre él la risa y la burla de la dama cruel. En aquel momento vuelve a oírse la voz de la poeta que pone punto a la triste escena cuando justifica el silencio del vate y el retorno de la dama a “dormir en quietud”. Al final, la poeta presa de fatal insomnio, escucha la voz fantástica de su propia imaginación (sic).
Por medio del calificativo “insomne”, la poeta se identifica con su propia creación, el trovador, y no con el objeto femenino de la pasión de éste, a la cual manda que vuelva a dormir. La Avellaneda, artista femenina, no puede participar sino por paráfrasis del discurso hegemónico estético en que un vate canta a una dama hermosa, con el resultado de que ésta, como signo del desprecio de la sociedad materialista por las riquezas del mundo ideal, lo rechaza. No obstante, la poeta tiene que servirse de los signos y símbolos del discurso hegemónico para expresarse.

Como punto final deseamos recordar a los lectores que la autora al componer esta obra, contaba con tan solo veintritrés años de edad. El genio poético, como un feroz volcán en plena erupción, florecía regando los valles de lo que más tarde sería su fértil y gran obra poética.

Manuel Lorenzo Abdala
http://www.ladivinatula.blogspot.com

 
 
 
La serenata

 
  Todo en sosiego reposa,
Reinan silencio y quietud,
Y a la reja de una hermosa
Resuena acorde un laúd.

  Cuelga la luna del cielo
Cual lámpara circular,
Y a través del negro velo
Se ve lumbre rielar.

  Solo el céfiro murmura
Acariciando a la flor,
Mientras canta su amargura
El insomne trovador.
 
  «Ingrata señora
De esta alma rendida,
No acabe mi vida
Tu fiero desdén:
  El llanto que vierto
Mi vista oscurece,
Mi tez palidece,
Marchita mi sien».
 
  «Mil veces mi pena
Te dijo mi canto,
Mil veces mi llanto
Miraste brotar;
  Mas ¡ay! No escuchaste
Mi trova doliente,
Ni el llanto clemente
Quisiste secar».
 
  «¿Por qué así desprecias
La férvida llama
De un pecho que inflama
Tu pura beldad?
  ¿Es ¡ay! Tan mezquina?
¿Tan poco te ofrezco
Que solo merezco
Desdén, crueldad…?»
 
  «Un alma te rindo
Que encierra un tesoro
Mas noble que el oro,
De precio mayor;
  Pues es de ilusiones
Hermosas, brillantes,
De dichas constates,
De gloria y de amor!»

  «Tesoro, mi amada,
Que nunca se agota,
Tesoro que brota
Del genio inmortal:
  Tesoro muy digno
De virgen belleza,
Pues da la riqueza
Del mundo ideal».

  «A pechos vulgares
Da el oro fortuna,
Y al vate en la cuna
Lo lacta con hiel:
  Mas ve, cuando sueña,
Las musas y amores
Vertiéndole flores
Y eterno laurel».

  «Si luce la luna,
Si cantan las aves,
Si aromas suaves
Despide la flor;
  Si clara y sonora
Resbala la fuente,
De plata luciente
Surcando el verdor»;

  «Si brilla cuajado
Nocturno rocío,
Si en ondas del río
Refleja la luz;
  Si tiene la aurora
Benignos albores,
El sol resplandores,
La noche capuz»,
 
  «Si el trueno retumba
Que al cerro estremece,
Si el mar se enfurece,
Si silba Aquilón…
  ¡Todo es para el vate!
Lo horrible y lo hermoso,
Lo grande y gracioso
Sus númenes son».
 
  «No, pues, mi homenaje
Soberbia desdeñes,
Ni ingrata te empeñes
En verme morir:
  No, no; que no abrigas
Un alma de hielo,
Y a darme consuelo
Te siento venir».
 
  «¡Oh dulce esperanza!
¡Oh ansiado momento!
¡Felice tormento!
¡Dichoso anhelar!
  NO en vano ¡oh hermosa!
Sufrí penas tantas,
Si logro a tus plantas
De gozo espirar…!»
 
  Suspenso su canto deja
El amante trovador,
Porque percibe en la reja
Ligerísimo rumor.
 
  De esperanza embriagado,
Latiéndole el corazón,
Bendice al objeto amado
De su ferviente pasión.
 
  Y orgulloso, delirante,
Dice así con blanda voz,
Mientras oye de su amante
Sonar el paso veloz:
 
  «¡Ven, no tardes!
Tu hermosura,
Mi ventura
Cantaré;
  Y a los siglos
Tu memoria
Con mi gloria
Legaré».
 
  Dice y responde la hermosura…
¿Mas ¡ay! qué acentos oyó…?
Una risa estrepitosa
Que toda su sangre heló.
 
  Risa de escarnio y desprecio;
Risa de burla y baldón…
¡Tal fue de su canto el precio!
¡Tal la prez de su pasión…!,
…………………………………………
…………………………………………
 

  Silencio profundo ya reina en la calle,
Cesaron los ecos del dulce laúd,
Y es justo que el vate doliente se calle,
Y deje a la hermosa dormir en quietud.
 
  Mas yo que al insomnio fatal me resigno;
Que al sueño propicio no encuentro jamás;
Escucho que un genio, ó un duende maligno,
Me canta al oído con triste compás.
 
  Es ¡ay! El poeta
Un ser lamentable,
Conjunto admirable
De orgullo y dolor.
  Sueño es su esperanza,
Su dicha ilusoria,
Mentira su gloria,
Locura su amor!

 
 
 
Fotocopia del principio y fin del poema, según aparece publicado en Poesías. Imprenta de Delgrás hermanos, Madrid 1850
 
 
 

 
Bibliografía consultada :
- Picón Garfield, Evelyn. Poder y sexualidad: el discurso de Gertrudis Gómez de Avellaneda. Editions Rodopi. Amsterdam-Atlanta GA 1993.
- Kirpatrick, Susan. Women Writers and subjectivity in Spain 1835-1850. University of California Press, Ltd. London 1989.
- Gómez de Avellaneda, Gertrudis. Poesías. Imprenta Delgrás Hermanos, Madrid 1850.