febrero 28, 2015

Gloria y condena de una vida azarosa (II parte)

    El año pasado, durante el bicentenario del nacimiento de Gertrudis Gómez de Avellaneda, diferentes actos y homenajes se sucedieron alrededor del mundo (Ya lo dijimos el 23 de febrero pasado cuando publicamos la primera parte de "Gloria y condena de una vida azarosa", pero queremos hacer hincapié en ello para que permanezca, siempre, en la memoria colectiva). En España habría que destacar, entre otros, los actos organizados por la Asociación Cultural y Literaria “La Avellaneda” de Sevilla, bajo la dirección de la siempre entusiasta poetisa Edith Checa: Ruta literaria de la UNED, placa conmemorativa en la que fuera su casa sevillana, recital poético en el cementerio de San Fernando, conferencias y  coloquios varios, etc. Igualmente en el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) de Madrid, bajo la dirección de la Doctora Brígida M. Pastor Pastor, se celebró un Simposio Internacional en el que se reunieron importantes estudiosos y estudiosas de la vida y obra de la Avellaneda.

En la foto, María Caballero Wangüemert, Brígida M. Pastor Pastor y Manuel Lorenzo Abdala, sostienen el cartel del Simposio Internacional celebrado en Madrid.


El blog La divina Tula, recordando tan significativo evento científico y en homenaje al 201 aniversario del natalicio de la escritora, a celebrarse el próximo 23 de marzo, publica hoy la segunda parte, de seis, que conforman la totalidad de la conferencia, hasta ahora inédita, impartida por Manuel Lorenzo Abdala (Investigador de la Avellaneda y coordinador general del blog) durante el Simposio Internacional:

¿Es mucho hombre esa mujer?
De niña a mujer: Bicentenario de Gertrudis Gómez de Avellaneda

Conferencia impartida el 30 de junio de 2014 en la sala María Zambrano del CCHS (Centro de Ciencias Humanas y Sociales) del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) durante el Simposio Internacional sobre la poetisa, escritora y dramaturga:

Gertrudis Gómez de Avellaneda: Gloria y condena de una vida azarosa (1843-1846)

Manuel Lorenzo Abdala


Detalle de la Litografía publicada en el periódico El Laberinto el 16 de enero de 1844. Isabel II entrega el premio floral a Gertrudis Gómez de Avellaneda. La homenajeada, de espaldas y arrodillada frente a la joven reina, recibe los honores.


(II parte)
1843.
Muy conocida ya por la calidad y belleza de sus composiciones, la publicación de Sab la convierten en un personaje relevante de las letras españolas a nivel internacional. La novela se traduce al inglés inmediatamente y se publica en Londres[1].

Los periódicos y casas editoriales más prestigiosas de Madrid se pelean por publicar sus producciones. Finalmente “Gabinete Literario” se alza con los derechos de una nueva novela que la joven Avellaneda ha comenzado a esbozar meses antes y de la cual se habla con anticipación en todos los cafés de Madrid. La propia autora se ha encargado de publicitar entre sus amigos los temas –independencia, divorcio y hasta adulterio- sembrando interés y a la vez desconcierto[2]. Al cuestionar doctrinas tan arraigadas en el pensamiento español, consigue sus primeros enemigos. Dos mujeres, además de triunfos, le acarreará contratiempos. Llega ser acusada hasta de falta de originalidad por copiar, supuestamente, las maliciosas doctrinas de George Sand, su fetiche literario[3].

Sus enemigos intelectuales, los más corrosivos y misóginos (Villergas al frente de todos), comenzaron a ensañarse con ella sin escrúpulos, corriente, anatema y hechizo que de alguna manera ha llegado hasta nuestros días (Rara avis in terris, atea, usurera, deshonesta, plagiaria y hasta psicótica bipolar).

Dos mujeres fue editada en cuatro tomos, los dos primeros en enero del cuarenta y tres. Y cuando los dos últimos estaban próximos a salir, parece que la poetisa recibe una invitación para visitar París[4]. Pero tenemos dudas respecto a la fecha concreta de ese viaje. Gracias al análisis de varias cartas y otros documentos[5] creemos que no llegó a realizarse hasta el año siguiente.

Tres años después de instalarse en Madrid, la poetisa aún vive en la inspiradora calle del Clavel, está enfrascada en su carrera dedicándose por completo a la creación literaria. Cepeda, su capricho sevillano, parece haberla olvidado pues se establece un período de silencio en el epistolario conocido. De improviso y sin causa aparente, cambia de domicilio. Esta contrariedad no parece casual, sus movimientos responden a su estado anímico. El llamado mal del siglo, el tedio y la melancolía, se apoderan de ella. Despechada por el silencio de Cepeda no puede irse a vivir a una calle con mejor -o peor- nombre y augurio: Calle del Desengaño. Aunque contrariamente a sus impulsos es ella misma quien decide reanudar la correspondencia. “Después de tan largo silencio, fuerza es que tome yo la iniciativa para restablecer la antigua armonía que hubo y que siempre debió haber habido entre Cepeda y su amiga (…)”[6].

El vaivén de su corazón, sus contradicciones, influyen en el aumento de su producción literaria. Compone entre otras, El por qué de la inconstancia y El recuerdo inoportuno[7] esta última en clara alusión a Cepeda que ha despertado en ella el adormecido eros de antaño (aunque el ardiente soneto no llegará a publicarse hasta pasado un año). Escribe además las novelas Guatimozín, La baronesa de Joux, Espatolino, y para el teatro, Alfonso Munio[8].

En octubre el editor Domingo Vila, prepara Álbum del bello sexo, o las mujeres pintadas por sí mismas[9], publicación destinada a las féminas en clara rivalidad con Los españoles pintados por sí mismos del acaudalado impresor, Ignacio Boix. La Avellaneda, como icono femenil de avanzada, es propuesta para el proyecto. Escribe entonces La dama de gran tono[10], sátira mordaz y joya de la literatura costumbrista (aunque algo revisionista) que se transforma en manifiesto feminista (visto desde la perspectiva de la época). Sus enemigos, los misóginos de turno, no dan crédito a los acontecimientos.

En una época tan temprana como la que tratamos, escribir para las mujeres y por una mujer en España, parecería una empresa imposible. Sin embargo, Gertrudis Gómez de Avellaneda lo hizo con profesionalidad y absoluta brillantez adelantándose al resto de autoras (españolas) contemporáneas.

Por aquellos días la famosa poetisa debió conocer a Concepción Arenal y Ponte. La joven gallega, interesada por los temas tratados por la cubana, coincidentes con su manera de pensar (Libertad, abolicionismo, independencia), se acercó a ella participando en las numerosas tertulias formadas alrededor de sus novelas.

Finalizando noviembre se publica el primer número de Álbum del bello sexo. Se nota el especial interés publicitario de la revista, impulsado probablemente, por Narváez[11] al frente de los actos para la declaración de mayoría de edad de la reina y posterior jura de la constitución.

El seis de noviembre el general sufre un atentado en la calle del Desengaño a muy pocos metros de donde vive la Avellaneda ¿Pasaba casualmente por allí…? Demasiadas eventualidades convergen, incluyendo el atípico recorrido del general aquella tarde y por eso nos asalta la duda. En el coche junto a Narváez -una hora antes de sufrir el atentado-, viajaba el poeta jerezano Salvador Bermúdez de Castro, íntimo amigo de la Avellaneda. Creemos que el general se sirvió de esa amistad y de la gran fama que gozaba la poetisa para hacerle un encargo especial que ella aceptaría sin objetar: componer una oda para los actos por la mayoría de edad de S.M., como así aconteció. ¿Pudo el general, antes del atentado, visitar a la Avellaneda con tales fines? No podemos demostrarlo, pero siempre nos quedará la duda (la corazonada nadie podrá arrebatárnosla).

El nueve de diciembre la Avellaneda presenta en el teatro de La Cruz su drama Alfonso Munio. La obra es aceptada sin reparos para su futura representación[12]. Por aquellos días escribe además, el prólogo para Viaje a La Habana, novela de su compatriota la condesa de Merlín que saldrá de imprenta estrenando el nuevo año. Pero aún quedaba lo mejor de 1843. El Liceo Artístico y Literario de Madrid ofrece a S.M. Isabel II un histórico y lujoso acto-homenaje por su mayoría de edad[13]. La reina se dispone entregar los correspondientes premios florales, pero la sola presencia de la poetisa acapara la atención de los presentes. La Avellaneda lee su famosa oda que concluye con una gran ovación y al término de los aplausos, allí donde solo se fue a cantar, saltándose el protocolo, y levantando la voz, pidió a la joven soberana los derechos que sus paisanos reclamaban en la colonia[14]. Nadie antes se había atrevido a tanto. Después de todo aquello era lógico que se convirtiera en “la mujer más famosa de Madrid después de Isabel II”[15].


Continuará el 2 de marzo de 2015...

Si desea leer la I parte de la conferencia, por favor, haga clic sobre el enlace.

Manuel Lorenzo Abdala



Notas:



[1] cfr. El espectador, 2/03/1843, página 4. (El periódico se hace eco de lo publicado en The Britannia)
[2] Esta novela -ha dicho Brígida Pastor - “representa uno de los primeros discursos feministas en lengua castellana” (El discurso de Gertrudis Gómez de Avellaneda: identidad femenina y otredad. Universidad de Alicante, 2007, p 118)
[3] Al respecto consúltese lo analizado por María de los Ángeles Ayala en: “Dos mujeres, novela reivindicativa de Gertrudis Gómez de Avellaneda”, AIH. Actas XII (1995) Universidad de Alicante, página 82, cita 4.
[4] cfr. “Esclarecer rumores, apaciguar las dudas antiguas y crear nuevas”. por Monseñor Carlos Manuel de Céspedes en palabranueva.net, nº 168, noviembre 2007.
[5] En el prólogo de Viaje a La Habana, Tula nos hace saber que aún no conoce a la condesa, por lo que antes de 1844 no pudo visitar la capital del Sena. Además en la carta nº 27 de su correspondencia con Ignacio de cepeda le dice: “Verosímilmente dentro de pocos meses me iré más lejos, y sentiría mucho no poder dar a usted un largo y afectuoso adiós (…)”
[6] Carta Nº 27, 13 de marzo de 1843. (Autobiografía y cartas, 1914)
[7] ¿Serás del alma eterna compañera, / Tenaz memoria de veloz ventura? / ¿Por qué el recuerdo interminable dura, / Si el bien pasó cual ráfaga ligera?
[8] Para escribir Alfonso Munio, además de los documentos familiares que consultó, la Avellaneda debió leer el drama, El conde de Trastámara, original de Pedro Sabater. Por entonces, creemos, que ya conoce al escritor, político y futuro esposo.
[9] Sobre esta revista se ha escrito poco y en algunos casos se han mal interpretado los motivos que llevaron a su desaparición después de las primeras tres entregas. Según Enrique Rubio Cremades, Álbum del bello sexo… se adelantó catorce años a su homónima francesa Les Femmes peintées par elles mêmes. Cfr. Análisis de la publicación “El Pensil del bello sexo”, Biblioteca Virtual Miguel Cervantes 2008.
[10] Recientemente rescatamos del olvido este texto en Cuadernillos de viaje y La dama de gran tono, Editorial “Los libros de Umsaloua” Sevilla, 2014, pp.  117-144. Igualmente hemos realizado una versión teatral de la divertida farsa satírica.
[11] Dos semanas antes, el 4 de noviembre, leemos en El Eco del comercio Nº 408, Página 4: “En dicha entrega aparecerá el retrato de S.M. la Reina, grabado en acero, y adornado de una orla en oro, la correspondiente dedicatoria a doña Isabel II, en cuatro octavas reales con grabados alegóricos; el tipo litografiado en colores y una hermosa cubierta con letras también en color”.
[12] La Posdata, 9/12/1843, p 3; El Heraldo, 11/12/1843, p 2.
[13] El Laberinto, 16/01/1844, p 4. Cfr. igualmente en “Gertrudis Gómez de Avellaneda y la familia real: Tula en la entrega de premios florales”, La divina Tula, 23/01/2013.
[14] Escoto, José Augusto. Gertrudis Gómez de Avellaneda: Cartas inéditas y documentos relativos a su vida en Cuba de 1859 a 1864. Colección Ilustrada, La Pluma de oro, 1911, pp. 59 y 193.
[15] Cfr. “Talante y problemática” El Teatro de Gertrudis Gómez de Avellaneda (MEMORIA PRESENTADA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR por María Prado Mas). Universidad Complutense de Madrid 2001.

febrero 24, 2015

GOOGLE, DOODLE Y EL CONFLICTO AVELLANEDA


Hoy 24 de febrero nos hemos levantado comprobando que Google homenajea por el día de su nacimiento, con un doodle, a la gran escritora gallega Rosalía de Castro. Y lo hace recordando sus famosos versos: «Adiós, ríos; adiós, fuentes/adiós, arroyos pequeños; / adiós, vista de mis ojos, / no sé cuando nos veremos.»
El 31 de enero pasado el famoso buscador homenajeaba de la misma manera, a otra eminente gallega, a Concepción Arenal. Se cumplían 195 años de su nacimiento. Sin embargo al día siguiente, el 1 de febrero, se cumplían 142 años de la desaparición física de Gertrudis Gómez de Avellaneda, otra grande del siglo XIX y Google, a través de doodle no hacía recordatorio alguno.
Podría pensarse que el buscador agasaja a las personalidades recordando solamente los nacimientos. Pero todo parece que no es así. Nunca llegaremos a comprender los verdaderos criterios que se toman para ello.
El año pasado cuando el 23 de marzo se cumplía el bicentenario del nacimiento de la autora de Baltasar, Saúl, Dos mujeres y mil títulos más, enviamos a Google una nota para que no se olvidara e insertara un doodle en su memoria, sumándose de esa manera a los diversos actos y homenajes que por tan significativa fecha se celebrarían en toda la geografía española –y también a nivel Internacional-. Y para nuestro asombro, no apareció absolutamente nada en su famoso buscador. Para ellos la Avellaneda nunca existió.
No es ni remotamente Gertrudis Gómez de Avellaneda inferior a las escritoras gallegas homenajeadas recientemente, yo diría que todo lo contrario, sin desmerecer la otra parte. No. El problema radica en el origen de cada una de ellas. La Avellaneda nació en Camagüey (antigua Puerto Príncipe) ciudad de la isla de Cuba. Y al no ser española, peninsular, Google y hasta el Ministerio de Educación y Cultura la relegan a un inmerecido segundo plano. Y eso que cuando la Avellaneda nació, Cuba aún era parte de España. Esto me hace recordar una obra de la escritora, La dama de gran tono, en la cual trata el tema sin imaginar que sería protagonista de afrenta similar casi dos siglos después de muerta.

Entre nosotros la nacionalidad tan solo es de mal tono [para algunos]. Lo que nos caracteriza es lo que nos sienta mal; y con tal que no conservemos ninguno de aquellos rasgos que nos son propios, ya podemos, hombres y mujeres, cualquiera que sea nuestra clase, nuestra educación, nuestro talento y nuestros modales, presumir de acólitos del gran tono, o como dicen los franceses: comme il faut.

Es una pena que el conflicto de la nacionalidad –totalmente absurdo-, dure casi dos siglos. En vida, la famosa escritora lo sufrió por la parte contraria. En la muerte es España, nación que tanto y tanto le debe, quien la relega a planos inferiores, muy lejanos de su verdadera categoría como escritora, poetisa y dramaturga, la más importante del siglo XIX en toda Hispanoamérica. Y todo muy a pesar de que Marcelino Menéndez y Pelayo la considerase como “la más grande de todos los tiempos” y que una de sus composiciones, Amor y Orgullo, haya sido incluida entre Las Cien Mejores Poesías de la Lengua Castellana. Por cierto, única mujer en una lista repleta de hombres.
Esperemos que el 23 de marzo próximo, cuando la escritora cumpla 201 años, el buscador se acuerde de ella, aunque sea doscientos años después.
Y para que se enteren, aquellos que no sepan por ignorancia, quién fue la Avellaneda,  insertamos cuatro versos de esa gran obra maestra que hemos citado anteriormente y que el lector podrá disfrutar en su totalidad pinchando sobre el titulo:

(…)
¿Qué esperaste, ¡ay de ti!, de un pecho helado
de inmenso orgullo y presunción hinchado,
de víboras nutrido?
Tú -que anhelabas tan sublime objeto-
¿Cómo al capricho de un mortal sujeto
Te arrastras abatido?

¿Con qué velo tu amor cubrió mis ojos,
Que por flores tomé duros abrojos,
Y por oro la arcilla?…
¡Del torpe engaño mis rivales ríen,
Y mis amantes ¡ay! tal vez se engríen
Del yugo que me humilla!

¿Y tú lo sufres, corazón cobarde?
¿Y de tu servidumbre haciendo alarde
Quieres ver en mi frente
El sello del amor que te devora?…
¡Ah! Velo, pues, y búrlese en buen hora
De mi baldón la gente.

¡Salga del pecho -requemando el labio-
El caro nombre de mi orgullo agravio,
De mi dolor sustento!…
¿Escrito no le ves en las estrellas
Y en la luna apacible que con ellas
Alumbra el firmamento?
(…)


Manuel Lorenzo Abdala

febrero 23, 2015

Gloria y condena de una vida azarosa (I parte)

Dentro de un mes hará un año que celebramos el bicentenario del nacimiento de Gertrudis Gómez de Avellaneda. Diferentes actos y homenajes se sucedieron por tan magno acontecimiento en varias partes del mundo. En España, habría que destacar -entre otros- los actos organizados por la Asociación Cultural y Literaria “La Avellaneda” de Sevilla, bajo la dirección de Edith Checa: Ruta literaria de la UNED, placa conmemorativa en la que fuera su casa sevillana, recital poético en el cementerio de San Fernando, conferencias y  coloquios varios, etc. Igualmente en el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) de Madrid, bajo la dirección de la Doctora Brígida M. Pastor Pastor, se celebró un Simposio Internacional en el que se reunieron importantes estudiosos y estudiosas de la vida y obra de la Avellaneda.

En la foto, algunos asistentes al Simposio. De izquierda a derecha, Olga R. Cabrera (Universidad Federal de Maranhao, Brasil), María Caballero (Universidad de Sevilla), Brígida Pastor (CSIC, Madrid), Manuel Lorenzo Abdala (Investigador y Coordinador del Blog La divina Tula) Edith Checa (UNED y Presidenta Asociación Cultural y Literaria "La Avellaneda"), y Ángeles Ezama Gil (Universidad de Zaragoza)

El blog La divina Tula, recordando tan significativo evento científico y en homenaje al 201 aniversario del natalicio de la escritora, a celebrarse el 23 de marzo próximo, publica hoy la primera parte, de seis, que contendrá la totalidad de la conferencia, hasta ahora inédita, impartida por Manuel Lorenzo Abdala (Investigador de la Avellaneda y coordinador general del blog) durante el Simposio Internacional sobre la poetisa, escritora y dramaturga:

¿Es mucho hombre esa mujer?
De niña a mujer: Bicentenario de Gertrudis Gómez de Avellaneda

Conferencia impartida el 30 de junio de 2014 en la sala María Zambrano del CCHS (Centro de Ciencias Humanas y Sociales) del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) durante el Simposio Internacional sobre la poetisa, escritora y dramaturga:

Gertrudis Gómez de Avellaneda: Gloria y condena de una vida azarosa (1843-1846)

Manuel Lorenzo Abdala




(I parte)

Cuando comparamos lo publicado hasta ahora con el resultado de nuestras investigaciones sobre la Avellaneda quedamos sorprendidos, muchas veces desconcertados. Determinados sucesos que se han presentado a lo largo de la última centuria están colmados de inexactitudes y equívocos. Demasiadas lagunas e imprecisiones necesitan ser esclarecidas. En un principio la culpa podría recaer en la propia Avellaneda porque la poetisa no hablaba de sí misma tan resueltamente, no le gustaba. Lo hizo en contadas y puntuales ocasiones, siendo muy sobria, demasiado escueta podríamos decir. Y esto ha sido motivo más que suficiente para que su azarosa vida se haya mal interpretado y hasta distorsionado a lo largo de todos estos años.

La etapa que, someramente, nos proponemos analizar es la comprendida entre 1843 y 1846, años oscuros y polémicos, posiblemente los más de toda su vida. Período lleno de glorias y alabanzas, pero también colmado de habladurías, dolores, penas, infernales sufrimientos y hasta de falsedades malintencionadas. Durante este cuatrienio se producen importantes y continuos desplazamientos que caracterizan y marcan a la incansable peregrina cuyo germen nace en 1836 cuando zarpa de Cuba hacia la vieja Europa: Burdeos, La Coruña, Lisboa, Cádiz y por fin Sevilla, ciudad de luz y color.

Residiendo en la capital andaluza es donde publica, bajo el seudónimo de “La Peregrina”, todo lo que compone durante los cuatro años que dura esta primera etapa de constantes desplazamientos. Son obras salidas directamente del corazón, colmadas de nostalgia e inconmensurable belleza[1].

El sol en Andalucía brilla con intensidad y la Avellaneda deslumbra con él. Se siente cómoda, está alegre y se hace notar en demasía[2]. Su juvenil coquetería y la intensa relación con Ignacio de Cepeda, centrarán su existencia, y le marcarán de por vida.

En noviembre de 1840 se  traslada a Madrid en compañía de su hermano Manuel, su eterna sombra y báculo.

Los hermanos alquilan una vivienda en la calle Clavel a escasos metros de un palacete envuelto en romántico misticismo[3]. Y no por casualidad la joven poetisa escoge aquella casa para detener su peregrinar y hacerse grande. La legendaria y suntuosa mansión había sido propiedad de la condesa de Jaruco, cubana de nacimiento como ella. La Montalvo, viuda del adinerado conde de Jaruco y sobrina de Gonzalo O’Farril, fue la madre de la que sería su amiga años más tarde: Mercedes de Santa Cruz y Montalvo, condesa de Merlín. Tula sabe desde muy niña –por comentarios y habladurías escuchadas en su casa de Puerto Príncipe-, que en aquel famoso palacete se habían realizado elegantes soirees, indescriptibles tertulias. Pero lo que en realidad, pudo llamar la atención de la joven escritora fue el conocer que los restos mortales de la afamada condesa reposaran bajo el viejo olmo que se imponía en el jardín de aquella señorial mansión[4]. Puede ser que Tula, en su elevado romanticismo, necesitase respirar aquellos extravagantes ambientes y sucesos de épocas pasadas que iluminasen, aún más, su inspirado e imparable numen. Alta pasión criolla al más puro estilo romántico, así la recibió aquel Madrid, la ciudad que muy pronto se rendiría a sus pies.

La poetisa no pudo llegar en mejor momento a la capital del reino. Los primeros años de la década del cuarenta fueron claves para la política española porque comenzaría el trienio progresista que le beneficiaría (María Cristina, la regente, fue expulsada viéndose obligada exiliarse en París junto al séquito que la rodeaba). Muchos de sus amigos –los conocidos y los que conocerá inmediatamente después-, estarán comprometidos con la política de entonces. En esta etapa entran a jugar un papel esencial varios personajes de alta relevancia, uno de ellos fue Ramón María de Narváez (el conocido como “espadón de Loja” y futuro duque de Valencia), general que fuera siete veces Presidente del Consejo de Ministros de España.

En menos de un año se edita Poesías, su primera gran obra prologada por Juan Nicasio Gallego. Es presentada en el Liceo madrileño por José Zorrilla. Los endecasílabos leídos “arrebataron al auditorio” e inmediatamente fue admitida y declarada –se ha dicho- como la primera poetisa de España. En tan solo unos meses sale de imprenta Sab, novela que viene escribiendo desde su malograda estancia en La Coruña, y no en Lisboa como ella misma nos hace ver, equivocadamente, en su primera autobiografía (La ilustración, 3/11/1850).

Continuará el 28 de febrero…
Notas:



[1] cfr. “A la poesía”, “Imitación a Petrarca”, “A mi jilguero”, “A una violeta”, “La serenata”, “A las estrellas” y “A una mariposa” en Poesías de la Excelentísima Señora Dª Gertrudis Gómez de Avellaneda de Sabater, Madrid, 1950.
[2] cfr. Cuadernillos de viaje y La dama de Gran tono, (3er y 4º cuadernillo). Pp. 63-102. Editorial “Los libros de Umsaloua”. Sevilla, 2014.
[3] cfr. en Memorias de un sesentón, Madrid, 1889, pp. 76-77, cita 1.
[4] La Avellaneda debió conocer la historia por D. Carlos Ortiz de Taranco, quién fuera amigo íntimo de la condesa de Jaruco (Mesonero Romanos lo cita igualmente en su obra Memorias de un sesentón).

febrero 01, 2015

142 AÑOS SIN LA AVELLANEDA


ALZO MI COPA POR LA MÁS EXCELSA, NUESTRA AVELLANEDA.
(En el día de su muerte)

En el aniversario 142 de la desaparición física de la poetisa, dramaturga, escritora y periodista Gertrudis Gómez de Avellaneda, publicamos un poema, especie de Loa póstuma, totalmente desconocido, compuesto por la excelsa poetisa. La patriótica obra fue escrita en homenaje al primer aniversario del asesinato del general Diego de León y Navarrete, González de Canales y Valdivia, conde de Belascoaín. El general había participado un año antes en el alzamiento de O’Donnell contra el general Espartero. En el intento por asaltar el Palacio Real y restablecer el orden, la acción fracasó. El general fue delatado por su propio ayudante y apresado con posterioridad. Sometido a Consejo de Guerra y condenado a muerte, la ejecución se hizo efectiva el 15 de octubre de 1841.
A continuación reproducimos parte del editorial escrito por el editor responsable del periódico La Posdata,  J. N. Calero en el primer aniversario del luctuoso hecho:

En vano ha transcurrido un año desde que Madrid presenció consternado la sangrienta catástrofe del 15 de octubre. La impresión funesta que ha dejado en todos los corazones, no se ha borrado todavía. Pesa sobre el pueblo como la memoria de una calamidad. Aquella sangre vertida ha dejado en la atmósfera su vapor de muerte que los soles de un año no han disipado aún, y la sombra del bizarro e interesante general, pasa y vuela todavía ante nuestros despavoridos ojos (…) Con lágrimas y con sollozos acudimos hoy a celebrar ese fúnebre cabo de año: con lágrimas y sollozos le tributaremos hoy homenaje de su fúnebre conmemoración.

Seguidamente publicamos el poema homenaje a Diego de León, escrito por la Avellaneda, obra absolutamente desconocida y nunca más vuelta a publicar desde que apareció por primera y única vez en la página 2 del periódico La Posdata el 15 de cotubre de 1842.
La divina Tula, sus lectores y entusiastas admiradores, alzan sus copas por la más excelsa poetisa en el aniversario 142 de su desaparición física.



LEÓN

¿Por qué la lira que rebelde y dura
Negaba á mis esfuerzos su armonía,
Con voz de duelo y cantos de amargura
Saluda la luz pura
Con que aparece en el Oriente el día?

Las destempladas cuerdas so mi mano
Siento vibrar si tímida las pulso;
Y resistir cobarde fuera en vano
Al numen soberano
Que hoy las agita con violento impulso.

Numen ¡ay de dolor! ¡Impulso triste
Á que obedece desgarrado el pecho!...
¡Aurora funeral que el luto viste
De un recuerdo que existe
De implacables verdugos á despecho !

A su despecho, sí; que aquesta aurora,
Aniversario de su triunfo horrendo,
No con zafir, con sangre se colora,
Que al cielo se evapora
Justicia al Dios de la virtud pidiendo.

Treguas dame ¡oh dolor! ¡Calma tu acerba
Sañuda inspiración!  Cuando la historia
Un hecho atroz al porvenir conserva,
La lira se reserva
De las ilustres victimas la gloria.

Deja brotar el dolorido llanto
Do exhalo de mi pecho la amargura;
No en gritos de rencor, en triste canto
Tribute mi quebranto
Homenaje al valor y desventura.

Un año hoy cumple, si, y aun mirar creo
Presente al héroe á cuyas plantas brilla
De cien victorias el marcial trofeo;
Y en su ancha frente leo
"en mi un Bayardo encontrará Castilla."

Y le encontró! que en su agitado seno,
De guerra atroz en los azares varios,
De tacha siempre y de temor ajeno,
Intrépido y sereno
Le encontraron amigos y contrarios.

Y un año cumple, sí, que en este día
Vile pasar en descubierto carro....
¿Dónde su planta el héroe conducía?
¿Qué premio se ofrecía
De Belascoaín al vencedor bizarro?

¡Aun pienso verle! de la gloria el sello
Brilla en su frente. Sosegado, ufano,
Va despejando su semblante bello
Del espeso cabello
Do juega blanda su triunfante mano.

¿Adonde, adonde va?—Cediendo acaso
Al entusiasmo popular pasea
En el carro triunfal?—Mas á su paso
En el concurso escaso
Ninguna voz su nombre victoria!

Marchan en torno con la faz sombría
Los bravos que condujo a la batalla...
¿Por qué la voz que el triunfo prometía,
No escuchan este día
Y el general cual los soldados calla?

Compañeros del héroe! de esa suerte
¿Do le leváis con sus marciales galas?
¡Oh recuerdo de horror! El héroe fuerte
Va á deberos la muerte
Que no le dieron enemigas balas!!

Hostia tan pura reservó el destino
Para el altar de la discordia impía.
Su gloria fue su crimen , su asesino
El encono dañino
De Una feroz, insana bandería.

Mas ¡oh León! si del dolor las heces
Te hizo apurar el odio embravecido,
Un noble mártir á tu causa ofreces
Y tus inicuos jueces,
Baldón y mengua á su feral partido.

Más que tú grande,  tu terrible sombra
Ve amenazando á su poder inerte,
Y si valiente sin temor te nombra ,
Esa aureola le asombra
Que como á mártir te ciñó la muerte.

Descansa en paz, León!... tu cenotafio
A la posteridad lega la historia:
No insulte un monumento tu memoria,
Porque será la gloria
Quien á los siglos dicte tu epitafio.


Gertrudis Gómez de Avellaneda,
Madrid, 15 de octubre de 1842