diciembre 31, 2011

PRÓLOGO A MIS POESÍAS POR JUAN NICASIO GALLEGO

Llegados al último día del año, y cumpliendo la promesa de "postear" el excelente prólogo hecho por el célebre poeta Juan Nicasio Gallego en 1841 cuando se editó por primera vez mi libro de POESÍAS, despido la noche vieja y espero, junto a mis eternas almas acompañantes en Los Campos Elíseos, un nuevo año 2012 en la eternidad de mi existencia, deseando para todos y todas la prosperidad que os merecéis por haberme acompañado durante los escasos tres meses de vida que lleva mi blog.
Mañana será otro día, otro año, otra etapa... ¡Feliz 2012 poetas, lectores, amantes de la belleza, escritores, artistas, petimetres, creadores, gente y hasta fantasmas! ¡Qué vuestros sueños se hagan a la realidad!

Gertrudis Gómez de Avellaneda y Arteaga













Nota: Tomado directamente del libro POESÍAS, 2ª edición 1850

diciembre 26, 2011

POESÍAS DE AMOR X

EL ÚLTIMO ACENTO DE MI ARPA


Con este poema, última composición lírica de la autora, cerramos el ciclo Poesías de Amor iniciado en el octubre pasado.
A partir del año 1850, Gertrudis Gómez de Avellaneda, abandona la lira para dedicarse por completo a la novela, al periodismo y especialmente al drama para el teatro.
Ponemos a disposición de los lectores el prólogo de la autora que apareció en la segunda edición de sus poesías completas de 1850 en donde declara el abandono de este género. A continuación del prefacio, el poema, pero no así el prólogo que anuncia La Avellaneda escrito por Don Nicasio Gallego, el cual aparecerá el treinta y uno de diciembre como regalo por el nuevo año.










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diciembre 20, 2011

POESÍAS DE AMOR IX


AL SOL EN UN DÍA DE DICIEMBRE


Reina en el cielo. ¡Sol!, reina, e inflama
con tu almo fuego mi cansado pecho!
sin luz, sin brío, comprimido, estrecho,
un rayo anhela de tu ardiente llama.

A tu influjo feliz brote la grama;
el hielo caiga a tu fulgor deshecho:
¡Sal, del invierno rígido a despecho,
rey de la esfera, sol: mi voz te llama!

De los dichosos campos do mi cuna
recibió de tus rayos el tesoro,
me aleja para siempre la fortuna:

bajo otro cielo, en otra tierra lloro,
donde la niebla abrúmame importuna…
¡Sal rompiéndola, sol, que yo te imploro!
 
Gertrudis Gómez de Avellaneda

diciembre 16, 2011

POESÍAS DE AMOR VIII

    William Merrit Chase, A study in curves, 1890




Antes de concluir el año quiero regalaros dos composiciones poéticas más, de mi amplia colección lírica. El poema que presento a vuestra consideración hoy, lo escribí en 1843, y se titula sugerentemente El por qué de la inconstancia... Lo dediqué a un amigo muy especial…, al hombre que amé entonces, y al que a día de hoy, amo todavía...



Contra mi sexo te ensañas
Y de inconstante lo acusas;
Quizá porque así te excusas
De recibir cargo igual.
Mejor obrarás si emprendes
Analizar en ti mismo
Del alma humana el abismo,
Buscando el foco del mal.

Proclamas que las mujeres
(Cual dijo no sé quién antes),
Piensan amar sus amantes
Cuando aman sólo al amor;
Que el vago ardor del deseo
Se agita constante en ellas;
Mas pasa sin dejar huellas
Su preferencia mayor.

¡Ay, amigo! no te niego
Verdad que tan sólo prueba
Que son las hijas de Eva
Como los hijos de Adán.
A entrambos el daño vino
De la funesta manzana,
Y a toda la raza humana
Sus tristes efectos van.

¡Mísera raza!... su mengua
Sufre, pero no la entiende;
Y aún sueña y hallar pretende
Bienes que torpe perdió.
Tras ellos ciega se lanza,
Girando en vértigo insano...
Mas nunca su empeño vano
Ni aun en sombra los gozó.

Amor pide, dicha busca,
Y a esperar loca se atreve
Que en vaso corrupto y breve
Apague el alma su sed;
Pero ella su afán inmenso
Siente perenne, profundo,
Y rompe lazos del mundo
Como el águila la red.

En balde en la extraña lucha
De su cansancio y su anhelo
Le agrada tomar el velo
Que la presenta el error,
Y en los pálidos fantasmas,
-Que agranda ilusa ella sola
Se finge ver la aureola
De la dicha y del amor.

¡Resbala pronto la venda!
¡Resbala y ve -con despecho-
Que vuela, en humo deshecho,
El fulgor de su ilusión!
Pues no cabe en ser que piensa
Que eterno el engaño sea
Aunque inmortal es la idea
Que seduce al corazón.

No es, no, flaqueza en nosotros,
Sí indicio de altos destinos,
Que aquellos bienes divinos
Nos sirvan de eterno imán,
Y que el alma no los halle,
-Por más que activa se mueva
Ni tú en las hijas de Eva,
Ni yo en los hijos de Adán.

Unas y otros nos quedamos
De lo ideal a distancia,
Y en todos es la inconstancia
Constante anhelo del bien.
¡De amor y dicha tenemos
Sólo un recuerdo nublado;
Pues su goce fue enterrado
Bajo el árbol del edén!

Jamás ¡oh amigo! ventura
Ni amor eterno hallaremos...
Pero ¿qué importa? ¡esperemos!
Porque es vivir esperar;
Y aquí -do todo nos habla
De pequeñez y mudanza
Sólo es grande la esperanza
Y perenne el desear.


Gertrudis Gómez de Avellaneda
abril de 1843

diciembre 08, 2011

POESÍAS DE AMOR VI


Deseo de venganza


¡Del huracán espíritu potente,
rudo como la pena que me agita!
¡Ven, con el tuyo mi furor excita!
¡Ven con tu aliento a enardecer mi mente!
 
¡Que zumbe el rayo y con fragor reviente,
mientras -cual a hoja seca o flor marchita-
tu fuerte soplo al roble precipita.
roto y deshecho al bramador torrente!

Del alma que te invoca y acompaña,
envidiando tu fuerza destructora,
lanza a la par la confusión extraña.

¡Ven… al dolor que insano la devora
haz suceder tu poderosa saña,
y el llanto seca que cobarde llora!


Gertrudis Gómez de Avellaneda