octubre 23, 2013

PRELUDIO PARA UN ILUMINADO BICENTENARIO (IX)

 
 

¿Corruptelas alrededor del certamen poético?
 
El post anterior lo concluíamos diciendo que el concurso elevó a la Avellaneda a la cima de la fama. Sí, pero como todo tiene su precio en la vida, la poetisa tuvo que pagar muy caro por ello. Y todo a pesar de no tener ella nada que ver en el asunto que trataremos, al menos, inicialmente.
 
Analizando profundamente numerosos documentos de la época y comparando lo que sucedía con lo que se publicaba, lo que se decía y se recordaba con el devenir de los años, etc., llegamos a la conclusión que Gertrudis Gómez de Avellaneda pudo ser víctima de cierta manipulación política y no tanto literaria como se ha llegado a decir por algunos investigadores. Una serie de acontecimientos (mañosos y fortuitos), ajenos a los intereses creativos de la poetisa y hasta del propio jurado, pudieron llevar a la posible manipulación expuesta anteriormente.
 
Durante los años 44, 45 y 46 del siglo XIX, la corona necesitaba apoyo mediático ¡de lujo! para ganar prestigio y mantener la estabilidad política. El país llevaba años de desequilibrio y Europa la miraba con recelo y gran preocupación. Era hora de parar el progresivo deterioro. En la poesía encontraron un filón para sus propósitos.
 
Todo parece indicar que, además del deleite que provocaba disfrutar el arte de la siempre inspirada poetisa, los sectores políticos y financieros acordes con el gobierno, aprovecharon su talento y fuerza creadora con otros fines… No olvidemos que Gertrudis Gómez de Avellaneda, transitaba igualmente por una muy difícil etapa, compleja, personal: había tenido una hija fuera del matrimonio, niña que además estaba muy enferma y condenada a una muerte segura.
 
La prensa contraria al gobierno de Narváez no equivocó sus juicios del todo respecto al concurso. Pero erró –pensamos- al lanzar tantos dardos directos sobre la persona equivocada. La poetisa no fue la culpable de los entresijos del "venturoso" certamen (tampoco lo fue el jurado). De hecho la Avellaneda creía firmemente en las piadosas intenciones del mismo, en la supuesta magnanimidad de la reina. Sus composiciones, cargadas de gran patriotismo, enaltecían los rasgos misericordiosos de la joven Isabel II y justamente eso es lo que se buscaba.
 
Para poder comprender las circunstancias que rodearon al curioso y controvertido certamen poético (primera pieza de un enrevesado puzle que daremos a conocer), creemos conveniente referenciar algunos personajes claves de la política y los negocios de aquellos días cuyos métodos y prácticas no distaban mucho de los utilizados por algunos personajes actuales. A veces nos parece como que el tiempo de Isabel II se hubiera detenido, caprichosamente, en la España más contemporánea (Las prácticas actuales distan escasos milímetros de las decimonónicas, los hechos lo demuestran).
 
Vicente Bertrán de Lis fue un influyente y curioso personaje del siglo XIX, poco o nada conocido por las actuales generaciones. El distinguido patriota (lo fue realmente), político, banquero y comerciante de primer orden, creía sin embargo que "...para obtener el bien de los pueblos, era menester estar algunos grados más altos que ellos". Y en este punto nos detenemos porque su historia, contada por el mismo, está plagada de enormes contradicciones que no es menester analizar en este post, aunque baste decir que su fortuna inicial se la debe a una barra de pan. También fue escritor y uno de los hombres más influyentes y adinerados de la España de Isabel II. Y como no podía ser de otra manera, fue el principal banquero de la Casa Real. Amigo de Ramón María de Narváez (siete veces Presidente del Consejo de Ministros), del marqués de Salamanca(1) (que aun no tenía el título, pero si mucho dinero, influencia, e ideas macabras), y también del duque de Riansares(2) (esposo de María Cristina, la madre de la reina) Todos formaban un gran y potente equipo reforzado por otro banquero no menos célebre de nombre Nazario Carriquirri3.
 
El afamado Vicente Bertrán de Lis era a su vez amigo de Gertrudis Gómez de Avellaneda, poetisa por la que sentía una gran admiración y respeto al igual que sentía todo el equipo anteriormente mencionado. Y he aquí el nexo que les aproximaba.
 
En 1845, Bertrán de Lis, además de organizar y costear íntegramente el certamen poético que como ya se sabe ganó doblemente la Avellaneda, fue socio constituyente, junto a D. José Salamanca y el resto del equipo antes mencionado, de la Sociedad de Ferrocarriles de Madrid a Aranjuez. En el mes de mayo el Señor Bertrán de Lis había obtenido la privilegiada concesión de la línea de ferrocarril de Mieres a Gijón y Villaviciosa con ramal a Oviedo. Igualmente fue socio principal, junto a Nazario Carriquirri de la Compañía minera cántabra para la fundición y elaboración del hierro, la explotación del carbón de piedra y otras minas. Todo formado y concedido con arreglo al Código de Comercio de España. Pero por si esto fuera poco, en el otoño del año anterior había sido beneficiario de cierta cantidad de millones de reales, gracias a un famoso pelotazo bursátil que manipuló sin recato y descaradamente su amigo D. José Salamanca y que valdría la pena analizar aunque se nos vaya un poco de contexto.
 
En el fructifico otoño de 1844 la bolsa de Madrid vivió una serie de jornadas entusiastas en las que la mayor parte de los inversores jugaban al alza. Se celebraba por aquellos días la boda oficial de María Cristina con el duque de Riansares. El optimismo reinaba gracias a la estabilidad que proporcionada el gobierno del espléndido Sr. Narváez, Presidente del Consejo de Ministros. Sin embargo, tras algunos días de análisis, el habilidoso Sr. D. José Salamanca, amigo de Bertrán de Lis (después se enemistarían un tiempo), empezó a jugar a la baja en la bolsa, acción aparentemente torpe, pero nada más alejada de la realidad. Con los días aconsejó a sus amigos hacer lo mismo. El listo Salamanca conocía la pretensión de una serie de generales adversos que tramaban levantarse en armas contra el gobierno, información facilitada por el Sr. Narváez. Haciendo uso de esa información, y otras, entre las que valdría destacar el fallido levantamiento capitaneado por el coronel Mauricio Rengifo, indultado posteriormente por la reina (indulto que motivó el famoso certamen poético), el habilidoso empresario y sus amigos salieron muy, pero que muy beneficiados de una gran operación bursátil. D. José Salamanca, al frente de aquel pelotazo, esperó durante muchas sesiones en las que los inversores ponían todo su dinero. Entonces él y sus allegados se encargaron de hacerse eco de la sublevación que se le venía encima a España con la única y clara intención de causar el pánico entre los inversores. Los valores de la bolsa, tan sensibles a cualquier cambio brusco en los asuntos públicos, cayeron en picado. Y como es de imaginar el señor Salamanca, que había jugado a la baja durante las sesiones en las que casi todos los inversores -menos él y sus socios- hacían lo contrario, se embolsó 30 millones de reales en un solo día. El recién desposado duque de Riansares y el general Narváez recibieron 2 millones cada uno, solo en aquella primera jornada. Desconocemos la cantidad exacta embolsada por los banqueros Vicente Bertrán de Lis y Nazario Carriquirri. Pero imaginamos que no pudo ser inferior a las de los antes mencionados. Todos formaban un envidiable y selecto equipo gubernamental, una especie de entramado de negocios perfecto (Cualquier similitud con las prácticas actuales es pura y mera coincidencia)
 
El que la reina indultara al coronel Mauricio Rengifo fue sin lugar a dudas, una sugerencia del gobierno y de sus socios financieros. El certamen poético para perpetuar aquel magnánimo hecho y que casualmente ganó la Avellaneda, fue el agradecimiento (o el tributo) del propio gobierno y de sus socios (en la persona de Vicente Bertrán de Lis), por las enormes ganancias obtenidas por todos ellos en las diferentes operaciones políticas y financieras. Estamos convencidos de ello.
 
La Avellaneda no tenía idea de lo que estaba sucediendo. Pero al igual que la prensa, muy pronto lo comprendió todo y de alguna manera entró en el juego, sutilmente.
 
Continuará…
 
Manuel Lorenzo Abdala
 
 
Avance:
En el próximo post describiremos cómo se desarrolló la entrega de los premios, la reacción que tuvo en la prensa, y las conclusiones a las que llegó la poetisa.
 
 
Referencias:
  
1.  José María de Salamanca y Mayol
Nació en Málaga el 23 de mayo de 1811  y falleció en Madrid el 21 de enero de 1883. I marqués de Salamanca y I conde de los Llanos con Grandeza de España, fue un influyente estadista y destacada figura aristócrata y social. De vida aventurera y con múltiples altibajos, se le atribuyen numerosos negocios con grandes beneficios en sectores como el ferroviario, la construcción, la banca o la inversión bursátil, además de varias corruptelas; a menudo como socio de otros destacados miembros de la sociedad española del momento, incluyendo a María Cristina de Borbón, madre de Isabel II y regente durante la minoría de edad de ésta. Probablemente llegó a poseer, en sus mejores momentos, la mayor fortuna de España.
Durante los 42 años de su vida que estuvo establecido en Madrid, Salamanca desarrolló la intensa carrera empresarial y financiera que le valió su renombre (El barrio de Salamanca de Madrid le debe su nombre)
Mañoso y hábil  ingresó cerca de 300 millones de reales al arrendar durante cinco años al Estado su monopolio sobre el negocio de la sal. Esta cantidad era el doble de todo lo que había ganado desde la obtención de dicho monopolio.
Fue amigo de Ramón María de Narváez, quien llegaría a ser, junto al duque de Riansares y otros importantes banqueros del siglo XIX, socio por excelencia en multitud de negocios.
Fundó en 1844, el banco de Isabel II, la primera entidad financiera de crédito privada de España, junto con el Banco de San Fernando y tenía un capital de 100 millones de reales para concesión de créditos, generosamente distribuidos entre el emergente capitalismo inversor de la época.
 
2.  Agustín Fernando Muñoz y Sánchez
Nació en Tarancón el 4 de mayo de 1808 y falleció en  Le Havre, el 13 de septiembre de 1873 (I duque de Riansares, Grande de España, I marqués de San Agustín y I duque de Montmorot) Fue un militar español de escaso rango (Sargento) que pertenecía al servicio de Palacio. Se casó secretamente por primera vez con María Cristina, la Regente de España. Su segunda boda se celebró oficialmente con expreso consentimiento de la Reina Isabel II el 12 de octubre de 1844. Anteriormente en el mes de junio, fue nombrado Grande de España. Al día siguiente de la boda oficial fue nombrado Teniente General y Senador vitalicio. Su hijastra, la reina Isabel II, le concedió el Toisón de Oro. Adquirió más tarde el título de Marqués de San Agustín. Fue el promotor de múltiples negocios junto a su esposa María Cristina. Ambos crearon empresas promotoras del ferrocarril en el Principado de Asturias y la actual Comunidad Valenciana, alzándose con una gran fortuna. Carecía de ambición política, llegando incluso a rechazar la corona de Ecuador, que las autoridades de aquel país pretendían instaurar. Hizo grandes negocios con la familia Rothschild, la familia de banqueros Laffitte, el I marqués de Salamanca, el marqués de Valencia (Ramón María de Narváez), y con los banqueros Vicente Bertrán de Lis y Nazario Carriquirri.
Fue exilado con su mujer la Reina Madre por culpa de la ilegalidad de muchos de sus negocios, incluido el tráfico de esclavos con Cuba, entonces prohibido. Ya en el exilio, Luis Felipe I de Francia lo nombró I duque de Montmorot y le concedió la Legión de Honor.
 
3.  Nazario Carriquirri Ibarnegaray
Nació en Pamplona, el 28 de julio de 1805, y falleció en Madrid, en enero de 1884. ]Fue un famoso multimillonario, banquero, ganadero e industrial español. De origen navarro, es conocido por haber sido el fundador de la ganadería de toros bravos, lidiados por primera vez en las fiestas de San Fermín en el año 1852. Pero sus negocios financieros fueron mucho más importantes, ] abarcando desde participaciones industriales en la red ferroviaria de Asturias, junto a Vicente Bertrán de Lis o las obras del muelle valenciano del Grao, junto al duque de Riansares, hasta la construcción del palacio de los Baleztena en Pamplona. Tuvo posiciones políticas favorables a Isabel II y las desarrolló en el Casino de Madrid. ]Elegido diputado al Congreso español por la circunscripción de Navarra en once ocasiones desde 1843 hasta 1879.
También fue muy famoso en su época por ser el propietario de una importante colección pictórica.
 
 
 
 
Bibliografía:
 
Semanario pintoresco español, Revista literaria El español, La posdata, La esperanza, El heraldo, El eco del comercio, El espectador, El fandango (Hemeroteca, BNE)
 
Torrente Fortuño, José Antonio. Salamanca, bolsista romántico. Ed. Taurus, Madrid, 1969.
 
Tamburri y Moso, Carlos. Nazario de Carriquirri, un pionero del desarrollo económico español. Historia y Vida, n.° 37, Barcelona 1971.
 
Bertrán de Lis, Vicente. Los Gobiernos y los intereses materiales. Apuntes biográficos. Madrid, 1852
 
Lentisco, David. Cuando el hierro se hace camino, Historia del Ferrocarril en España. Alianza Editorial 2005
 
Wais y San Martín, Francisco. Historia de los Ferrocarriles Españoles. Editora Nacional, 1974
 
Rodríguez Lázaro, Francisco Javier. Los primeros ferrocarriles españoles. Ed. Akal, 2000.
 
 
 
 
 
 


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