marzo 08, 2015

Gloria y condena de una vida azarosa (III parte)

Cabecera en portada del periódico universal El Laberinto. Madrid 16 de noviembre de 1843.

El blog La divina Tula, recordando el día Internacional de la Mujer y felicitando a todas, ya sean ellas, escritoras, hermanas, poetas, amigas, ingenieras, madres, enfermeras, campesinas o astronautas, publica hoy la tercera parte, de la conferencia, impartida por Manuel Lorenzo Abdala (Investigador de la Avellaneda y coordinador general del blog) el 30 de junio de 2014 en la sala María Zambrano del CCHS (Centro de Ciencias Humanas y Sociales) del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas)  sobre la poetisa, escritora y dramaturga  homenajeada en el año de su bicentenario, y cuyo titulo fue:

Gertrudis Gómez de Avellaneda: Gloria y condena de una vida azarosa (1843-1846)

Manuel Lorenzo Abdala


(3ª parte)

1844.

El Laberinto[1], comenzó su andadura de 1844 con la publicación de “Espatolino”,  novela que al parecer ya estaba concluida. Entre los meses de enero y mayo  Diario de avisos y hasta El Heraldo se encargaron de publicitar cada nuevo capítulo de la novela. Al finalizar enero se publicó Viaje a La Habana[2] y en febrero es posible que se realizara el mencionado primer gran viaje a París, respondiendo a la invitación cursada el año anterior.

Carlos Manuel de Céspedes[3], joven abogado cubano instalado en París, y su esposa María del Carmen –conocida como Carmelita-, se relacionaban con la cultura, la economía y hasta con la alta política francesa. El matrimonio residía en la la mítica Rue Jacob, salón muy frecuentado por los principales políticos y artistas del momento[4]. Desde el año anterior la prensa extranjera publicaba alguna que otra referencia de la joven revelación literaria española. Y digo española porque Cuba estaba unida a España en aquel momento (La cubanía de Gertrudis Gómez de Avellaneda, desde nuestro punto de vista, fue y es incuestionable).

Las fiestas en el número doce de la Rue Jacob se tornaron interminables. Fueron ocho semanas “muy intensas”, nos cuenta Monseñor de Céspedes (fallecido en 2012 y a la sazón nieto del joven abogado que nos ocupa), durante las cuales la poetisa asistió a las innumerables soirées que se recuerdan en París por aquellos días.


Reunión de amigos (Carboncillo), Joseph Benoit-Guichard. Paris, 1844.
A la izquierda, sentada en primer término, Gertrudis Gómez de Avellaneda.


De la fabulosa y desmesurada visita, agrega Monseñor de Céspedes[5], ha quedado un retrato al carboncillo[6] que realizó durante una de aquellas tertulias el pintor francés, Joseph Benoit Guichard. Este boceto, desconocido, o al menos no tenido demasiado en cuenta, es la prueba gráfica de la presencia de la joven  Avellaneda en París durante aquella temporada.

El 24 de abril la poetisa reanuda correspondencia con Cepeda[7]. La carta está fechada en Madrid por lo que debió regresar de París, al menos unos días antes. Casualmente María Cristina y su esposo, proscritos ambos en la capital del Sena, regresan a España por la misma fecha. Madrid vive intensos movimientos políticos: el general Narváez forma un nuevo gabinete ministerial, mientras El Laberinto inserta el conocido soneto de la poetisa, “Al monumento del Dos de Mayo”[8]. El patriotismo brota por doquier. Como se puede apreciar, convergen nuevas casualidades.

Durante el resto de mayo y los primeros días de junio la escritora se dedica a los ensayos finales de su obra Alfonso Munio. Y mientras tanto, Gabriel García Tassara, que desde hace tiempo intenta conquistarle -al igual que Pedro Sabater- se consagra a publicitar, con extrema galantería, la tragedia en El Heraldo[9]. El Espectador y La Posdata se unen a la causa, igualmente gracias a Tassara, a Sabater y también al general Narváez que ejercía una gran influencia sobre esos medios de prensa[10]. La Avellaneda, henchida, radiante,  agasajada, está más que agradecida.

Todo parece indicar que las circunstancias dadas fueron favorables para Gabriel García Tassara en su interés por conseguir el favor que buscaba en la Avellaneda. El trece de junio se estrenó Alfonso Munio. El éxito fue arrollador[11].

(…) Concluida la representación, la joven autora fue llamada á la escena, y a su vista se renovaron las aclamaciones cayendo a sus pies un gran número de coronas (…) La bella poetisa ha sido llevada puede decirse que en triunfo hasta su casa por sus numerosos amigos y admiradores; y en los momentos en que escribimos estas líneas (sic), á la una de la noche, se la está dando una serenata al pie de sus balcones.[12]

Con el estreno de Alfonso Munio la Avellaneda se ganó, definitivamente, su lugar en el corazón del público dramático gracias a su arte y galantería extremos. Esa noche nació un mito. Se convirtió en la gran diva de Madrid. Pero también fue la noche en que cayó (no sabemos si para bien o para mal) en brazos del galán triunfante -García Tassara- que la llevó hasta su alcoba.

 Si hasta ese momento sus labores literarias le ocupaban las horas de todo el día, a partir de entonces las noches fueron invadidas igualmente, cediendo parte de ellas para dedicarlas a su nuevo juguete y entretenimiento, García Tassara, escritor y poeta por el que casi llega a enloquecer.

1844 fue el gran año de la Avellaneda, el despegue definitivo. Pero también fue el de dos sucesos inesperados en su vida, amargos por las circunstancias: su embarazo fruto de la relación con el dandy Tassara y el inmediato abandono de éste al conocer el resultado de su capricho.

El 1º de agosto se publica, La noche del insomnio y el alba, - brillante obra en la poesía avellanediana- poema lleno de imágenes y figuras retóricas, en clara alusión a su estado emocional[13]. El 27 ya se habla del estreno de El Príncipe de Viana[14] y curiosamente, ese mismo día -cuando la Avellaneda tiene unas cinco semanas de embarazo-, se anuncia un futuro viaje de la poetisa a Francia e Italia[15], viaje este que nunca se llegaría a realizar.

Tula había sido etiquetada en otros tiempos de salvaje, de loca, de antinatural y hasta de atea. Las circunstancias actuales corroboraban dudas para algunos de sus más fieles detractores. Pero no todos los que la rodeaban eran falsos y viejos moralistas. Desde el principio, tuvo el apoyo incondicional de sus amigos más cercanos, incluyendo a Pedro Sabater, estrechamente vinculado al entorno de Narváez y del recientemente nombrado duque de Riansares[16].

En los primeros días de octubre concluyó Guatimozín[17]. El siete fue el estreno de El príncipe de Viana[18] y el trece se oficializó el matrimonio entre la reina madre y su marido el duque de Riansares.

Durante aquellos nueve meses de embarazo, la Avellaneda se ganó el respeto de sus amigos y hasta de sus enemigos que no se atrevieron a comentar nada al respecto. La escritora se refugió en la creación. Tradujo textos, compuso varios poemas y en tan solo tres días, escribió, Egilona[19], drama en el que plasmó sus desgracias y hasta cierta culpa.

Continuará el 14 de marzo.

Para leer las anteriores partes de la conferencia pinche sobre ellas: 1ª parte2ª parte.

Notas:



[1] Revista quincenal ilustrada que aparece el uno de noviembre de 1843 con el subtítulo de “periódico universal” y con centenares de grabados, dirigida por Antonio Flores (1818-1865) y de la que es propietario, editor e impresor el librero y periodista Antonio Boix. Entre 14 y 16 páginas, contiene artículos biográficos, bibliográficos, de historia, filosofía, comercio, crítica literaria, teatro, costumbres, bellas artes, viajes, música, modas y sucesos, tanto nacionales como extranjeros, así como composiciones poéticas, además de anuncios comerciales.
 Cuenta con una larga nómina de colaboradores: Juan Eugenio Hartzenbusch (1806-1880), Enrique Gil y Carrasco (1815-1846), Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1877), Carolina Coronado (1823-1911), Evaristo San Miguel (1785-1862), Antonio Alcalá Galiano (1789-1965), José Zorrilla (1817-1893), Tomás Rodríguez Rubí (1817-1890), Manuel Bretón de los Herreros (1796-1873), Pedro Madrazo y Kuntz (1816-1898), Antonio Gil y Zárate (1793-1861), Gavino Tejado Rodríguez (1819-1891), José Amador de los Ríos (1818-1878), Jacinto de Salas y Quiroga (1813-1849), Cayetano Rosell y López (1817-1883), Leopoldo Augusto de Cueto (1815-1901), Mariano Soriano Fuertes (1817-1880), Agustín Esteban Collantes (1815-1876), Manuel Cañete (1822-1891), Juan del Peral (-1888) y Juan Pérez Calvo (-1870), entre otros. Entre los autores de los grabados aparecen Ortega, Gaspar y Castello.
A partir del uno de mayo de 1845, debido quizá a desavenencias entre Flores y Boix, su colaborador Antonio Ferrer del Río (1814-1872) se hace responsable de la dirección y edición, con el subtítulo “revista pintoresca del Tiempo y del Globo”, publicándose los lunes para los suscriptores de estos dos diarios y con ocho páginas. Su último número es del 20 de octubre de 1845.

[2] La Luz riojana, 28/01/1844, p 8. y Diario de Avisos, 4/02/1844, p 2.,  Ambos periódicos anuncian la novela, precedida por la biografía de la condesa de Merlín, escrita por la Avellaneda.

[3] Entonces era muy famoso entre la intelectualidad parisina. Con los años llegó a ser un líder independentista cubano, Mayor general del Ejército Libertador y Primer Presidente de la República de Cuba en Armas.

[4] Los compositores Richard Wagner y Frédérick Chopin, el poeta Charles Baudelaire, la condesa de Merlín y Prosper Mérimée, el barón de Humboldt, el pintor Joseph Benoit Guichard, Honoré Balzac, George Sand, el ministro de relaciones exteriores de Francia, François Guizot, amigo personal del joven abogado y también del general Ramón María de Narváez. Como podrá comprobarse, una gran familia de políticos y literatos.

[5] Al respecto monseñor de Céspedes se hace eco de las investigaciones históricas realizadas por Raúl Ernesto Chao para su novela histórica CONTRAMAESTRE. Dupont Circle Editions, Washington, London, Sydney, 2006.

[6] En el famoso carboncillo aparecen, de pie -de izquierda a derecha-, María del Carmen de Céspedes, Domingo Del Monte y Carlos Manuel de Céspedes; sentadas, Gertrudis Gómez de Avellaneda en primer término, y su lado Rosa Aldama; y a la derecha, interpretando al cello una canción de moda, Miguel Aldama, hermano de Rosa.

[7] Cfr. carta Nº 29 Autobiografía y cartas. Imprenta Helénica, Madrid 1914.

[8] “Al Monumento del Dos de Mayo”, soneto. El Laberinto, 01/05/1844, p 12.

[9] Curiosamente Tassara y Sabater eran conocidos (no sabemos si amigos), y colaboradores habituales en El Heraldo y otras publicaciones.

[10] La Posdata llega a anunciar, antes de estrenarse Alfonso Munio, que la poetisa escribe un nuevo drama, “El Príncipe de Viana” (La Posdata, 5 de junio de 1844, p 3)

[11] La tragedia Munio Alfonso fue representada por primera vez el 13 de junio de 1844 en el teatro de la Cruz bajo el título original de Alfonso Munio. Asistieron al estreno, entre otras personalidades no menos importantes, la duquesa de Villahermosa, la condesa de Campo Alange, la marquesa de Perales, la marquesa de Legarda, los marqueses de Ayerbe y la condesa de Montijo, acompañada de sus hijas Francisca (futura duquesa de Alba), y Eugenia (futura emperatriz de Francia). También asistieron Ramón María de Narváez y su esposa, Juan Nicasio Gallego, José Manuel Quintana, José Zorrilla, Manuel Cañete, Bretón de los Herreros, Antonio María Ojeda, Eugenio Hartzenbusch, Ignacio Boix y otros. Así como una representación de los enemigos más acérrimos de la autora que se vieron obligados a aplaudir, Aunque el 1 de julio, su gran enemigo, Martínez Villergas publicó una felonía en El Domine Lucas. cfr. “Preludio para un iluminado bicentenario VI” La divina Tula, 25/09/2013.

[12] El Heraldo, 14/06/1844, p 4.

[13] El Laberinto 1/08/1844, p 7.

[14] El Clamor público, 27 /08/1844, p 4.

[15] El Eco del comercio, 27 de agosto de 1844, página 4. “Se añade que la bella poetisa nos dejará en cuanto se represente El Príncipe de Viana, para hacer un viaje, que desde Paris se prolongará tal vez hasta las principales ciudades de Italia, y será un verdadero paseo artístico”.

[16] El 23 de junio Isabel II había otorgado el titulo de duque de Riansares al marido de su madre para en el mes de octubre poder oficializar el matrimonio entre ambos.

[17] Esta novela fue dedicada a Ramón María de Narváez, duque de Valencia.

[18] Tragedia en cuatro actos y en verso, obra dedicada a D. Manuel José Quintana (cfr. Prado Más, 2001, 198-235)

[19] La obra fue dedicada a su gran amiga y primerísima actriz Bárbara Lamadrid. No se estrenó hasta junio de 1846. (cfr. Prado Más, 2001, 243-284)

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