agosto 17, 2014

AMOR Y PASIÓN (carta Nº 7)

(¡Cuidado! Puedo ser inflexible) Photo by Lady Clementina Hawarden. London, 1860.

Imprudencia fatal
(¿Se abrirá la caja de Pandora?)

Era cosa de días para que Armand Carrel cometiera el primer gran error. Y era cosas de días, igualmente, para que Tula lo pusiera en su debido lugar. Armand Carrel teme que ella descubra que tras el disfraz se esconde Antonio Romero Ortiz, escritor y “prometedor” político. No le conviene, desea mantener el anonimato y le hace saber que el indagar sobre su identidad sería como el abrir la caja de Pandora.
Tula le responde diciendo que ella es mujer de tal temple (...) que acaso sería capaz de amar a piratas, bandidos, y hasta frailes, si se le presentaran noblemente (a cara descubierta) para probarle que latía en su pecho un corazón capaz de amar como ella concibe el amor. Pero que todas las ilusiones que le pudieran inspirar se desvanecerían desde el momento en que viese falsedad, egoísmo y artificio mezquino, algo que se está temiendo en él.
¡Cuidado Armand Carrel...! Si quieres hacerte amar por Tula, ya va siendo hora de quitarte el antifaz. Desde la noche del domingo le estás pareciendo fatalmente imprudente: demasiado peligroso. Y si, como dice el refrán, hombre precavido nunca fue vencido, mujer prevenida puede que sea invencible. Y Tula, maestra en el arte de amar, podría mostrarse inflexible cual sólida roca.

Ponerse un antifaz para obtener la gloria de hacerse amar por solo su talento, es una idea feliz, una ambición noblemente orgullosa: ponerse un antifaz por prestar más poesía y más vivo interés al comienzo de una aventura de galantería, no me parece tampoco mala idea: pero ponerse antifaz para engañar, para dar lugar a que el ingenio y el encanto del misterio obren sobre el corazón de una mujer poeta, y puedan inspirarle un afecto que ha de ser para ella la caja de Pandora; un afecto que ha de morir cuando caiga el antifaz… eso, amigo Carrel, me merecería calificación muy dura.

¡Cuidado Armand Carrel! ¡Mucho cuidado! El hombre a quién ella sospechase capaz de semejante deslealtad, jamás le podría inspirar aquella pasión ideal sin nombre en el lenguaje humano.


Manuel Lorenzo Abdala
http://www.ladivinatula.blogspot.com




Carta Nº 7
[19 de abril de 1853. Esta carta es continuación de la anterior escrita la noche del martes 18, pero concluida de madrugada cuando ya era miércoles 19. Por ello es que se repiten las fechas en ambas].


Miércoles por la mañana.

Me dice el misterioso Armand, entre otras cosas a que ya he contestado en la adjunta, que si no respeto su incógnito “abriré la caja de Pandora”, y añada que “mataría al ser que ha nacido para encender en mi alma la llama inextinguible de aquella pasión ideal que no tiene nombre en la tierra”. Yo supongo que si ha comprendido algo mi carácter el amable corresponsal que me ha deparado el cielo, sabe perfectamente que el hombre capaz de encender en mi alma aquella pasión inextinguible, no perdería nada a mis ojos por no ser lo que el mundo llama persona de alta posición; no perdería tampoco gran cosa por no llevar en su frente una corona de gloria. Claro es por lo tanto que para que fuese una cosa tan funesta el descubrimiento de su nombre, era menester que fuesen tales y tan notorios los vicios que lo deshonrasen, o tan sagrado su estado, que opusiesen una valla insuperable entre su alma y mi alma; una valla tal que el mismo amor no fuera poderoso a salvarla. Esto es por lo tanto lo que debo suponer en vista del párrafo a que hago referencia, y en verdad, no concibo como el sagaz Armando ha podido despertar tales recelos en el corazón que dice quiere conquistar: esa sí que sería una irremediable imprudencia, no el haber pasado el Rubicón antes de tiempo. Aún diré más a mi desconocido caballero: ponerse un antifaz para obtener la gloria de hacerse amar por solo su talento, es una idea feliz, una ambición noblemente orgullosa: ponerse un antifaz por prestar más poesía y más vivo interés al comienzo de una aventura de galantería, no me parece tampoco mala idea: pero ponerse antifaz para engañar, para dar lugar a que el ingenio y el encanto del misterio obren sobre el corazón de una mujer poeta, y puedan inspirarle un afecto que ha de ser para ella la caja de Pandora; un afecto que ha de morir cuando caiga el antifaz… eso, amigo Carrel, me merecería calificación muy dura, y te aseguro desde luego que el hombre a quién yo sospechase capaz de semejante deslealtad, jamás me podría inspirar aquella pasión ideal sin nombre en el lenguaje humano. Soy mujer de tal temple de alma que acaso sería capaz de amar a un pirata, a un bandido, a un fraile, si se me presentaba noblemente con la cara descubierta a probarme que latía en su pecho un corazón varonil, capaz de amar como yo concibo el amor; pero todas las ilusiones que pudiera inspirarme el hombre más lleno de mérito y de gloria y de poder, se desvanecerían desde el momento en que viese en él falsedad y egoísmo y artificio mezquino.

Si es cierto, pues, que se te ha antojado hacerte amar de mi, sabe de mi leal franqueza que hoy te será la empresa mucho menos fácil que ayer porque antes de leer tu última carta no se me había ocurrido ver en tu disfraz la necesidad de ocultar algo, y desde que la he leído sospecho mucho que seas, o un ente muy desalmado, o un hombre que no es dueño de sí mismo, que no puede ofrecer su amor sino a través de una máscara, porque eso le deja libre para retroceder a su antojo. Te debo pues las gracias por haberme dado el grito de alarma tan a tiempo: sí, muy a tiempo a fe mía; porque desde la noche del domingo me estabas pareciendo muy peligroso; pero ya sabes aquel refrán de que hombre precavido nunca fue vencido. Mujer prevenida aun es más invencible, por lo mismo de que es más cobarde y más desconfiada de su fuerza. Si lo has hecho de intento te has mostrado leal y por eso te estimaré siempre.

He determinado marcharme muy pronto a mi retiro, ¿querrás decirme antes qué obra es aquella que deseabas hacerme escribir? Por mi parte quisiera que antes de separarnos me hicieses un nuevo favor, además del que me has prometido. No pretendo saber tu nombre ni ver tu semblante: te he dado mi palabra y es para mí más sagrada que para ningún hombre la suya. Pero quisiera que me contestases a dos preguntas, lealmente. El decirme la verdad sobre los dos puntos de que deseo hablarte, no me diría en manera alguna quien eres, pero me diría quien no eres, y eso acaso nos convendría a entrambos. Si; así como antes he sospechado que fueras Escosura, acaso sospecho ahora que eres otro que aun me odia más que aquel; otro que… en fin, tengo una duda ingrata y puedes hacerme bien en sacarme de ella; tanto que aun cuando seas realmente la persona que imagino, dejaré de aborrecerte desde el instante en que me rindas aquel servicio ¿Quieres oír mis dos preguntas…? Solo con esa condición volveré a hablarte antes de alejarme de ti. Si te prestas a ello escríbeme señalándome día. Si no tienes a bien el complacerme en este último obsequio que demando de ti, no hay que hablar más de eso, ni de otra cosa que de aquellas indiferentes que pueden tratarse entre dos personas completamente extrañas la una para la otra.

Adiós, misterioso corresponsal. No dirás que te escribo corto.

G.   

7 comentarios:

  1. Bella fotografía y aún más, siendo la retratada una "Mujer prevenida aún es más invencible, por lo mismo de que es más cobarde y más desconfiada de su fuerza."
    Espero la próxima entrega.
    Un abrazo

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  2. Y ¿quién no cortejó a Gertrudis? Su intelecto, no reñido para nada con su asombrosa inteligencia, supongo que atraían cual miel a muchos más de lo que en realidad conocemos.
    Me encanta ponerme en su lugar y adoptar sus formas locuaces y sinceras:
    "Si es cierto, pues, que se te ha antojado hacerte amar de mi, sabe de mi leal franqueza que hoy te será la empresa mucho menos fácil que ayer..."
    Casi un manual de cómo tratar a los aspirantes. Y el cierre, magistral: “....No dirás que te escribo corto”.
    Y la foto de Lady Clementina, exquisita.

    (Rocío Biedma)

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  3. Isabel Rojas escribió:
    De estas cartas se vislumbra una mujer inteligente a la que me encanta leer, ¡y qué bien escribe! Gracias, Manuel.
    (Isabel Rojas)

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  4. Carmen de América (Seudónimo de una amiga) escribió en Facebook:

    De armas tomar La Tula, qué mujer para ser valiente y segura en su época!!!

    (Carmen de América)

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  5. Dice Carmen Mesa desde Tenerife:

    "Y si, como dice el refrán, hombre precavido nunca fue vencido, mujer prevenida puede que sea invencible". Cada vez me enganchan más tus introducciones.

    (Carmen Mesa)

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  6. Que bella foto!

    (Julio Martínez)

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  7. Como es tan complicado y enrevesado publicar comentarios por esta vía, me he tomado el trabajo de insertar cinco de los aparecidos en mi página de facebook. Creo que Tula se lo merece.

    Muchas gracias a tod@s.

    Manu

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