mayo 27, 2012

EL CACIQUE DE TURMEQUÉ (Un preámbulo necesario)

Recreación fotográfica del monumento al Cacique de Turmequé en el Departamento de Boyacá



EL CACIQUE DE TURMEQUÉ
Discreta polémica contemporánea alrededor de una leyenda escrita hace ciento cincuenta y dos años
Por:
Gertrudis Gómez de Avellaneda

Con el título ‘El levantamiento del cacique de Turmequé: ¿un conflicto por el control político del Nuevo Reino de Granada o una intriga de celos y adulterios en el siglo XVI?’, y el subtítulo de ‘Amor y pasión en la historia de Colombia…’ fue publicado recientemente en la “Revista Credencial” ed. 306, del 9 de mayo de 2012 un reportaje, realizado por el señor D. Jorge Augusto Gamboa M. del Instituto Colombiano de Antropología e Historia. Y como era de suponer, me puse a su lectura minuciosamente porque mi nombre y calidad literaria se habían puesto en entredicho…
Una vez leído y analizado el referido artículo, y como en el mismo se me cuestionaba de alguna manera, me puse a la tarea de sacar del baúl de los recuerdos la leyenda que sobre el tema en cuestión publiqué a mediados del siglo XIX, y donde el amor y la pasión son los protagonistas de aquel conflicto histórico, de tamaña magnitud, y que quiero publicitar a los avezados lectores de mi blog para su entretenida lectura a partir de mañana lunes 28 de mayo de 2012…

Volviendo a la “Revista Credencial”, en el ‘excelente’ análisis del artículo, debo señalar que comparto con el señor D. Jorge Augusto Gamboa M. el hecho de que “las ideas que las personas tienen acerca de las causas de los conflictos que se presentan en la vida en comunidad son bastante cambiantes…” porque para eso existen los puntos de vista diferentes, a Dios gracias. Pero de ninguna manera puedo compartir el sentimiento de que la leyenda recreada por mí alrededor de aquella tradición colombiana, quedara reducida a algo más que un culebrón, culpabilizando yo de todo lo sucedido, a la lujuria que una mala mujer pudo encender en el corazón de un hombre y que le llevó a su total perdición…, precisamente en una región donde este ‘sutil’ género goza de tanta aceptación popular…
No obstante me gustaría agregar que mi leyenda fue un homenaje a la historia de los pueblos americanos, particularmente al del pueblo colombiano, escrito en la distancia de ciento cincuenta y dos años, y teniendo en cuenta que no era yo una historiadora, simplemente una poetisa, una dramaturga, una escritora…
Por lo demás recomiendo, sinceramente, el análisis histórico que hace el señor D. Jorge Augusto Gamboa y que los lectores pueden disfrutar en el enlace que aparece referido al final del artículo, sin olvidar el disfrute de mi leyenda que saldrá publicada hasta el diecinueve de junio próximos, dividida en doce entretenidos y hermosos capítulos, como ya hemos hecho de costumbre.

El cacique de Turmequé está dedicado, con amor y respeto, al pueblo colombiano.
Y como diría la señorita Maricusa Soto López, una de mis más fieles seguidoras: ¡Qué viva la literatura de cordel!

Queda vuestra, afectísima y siempre servidora







2 comentarios:

  1. El cacique de Turmequé, está basado en El Carnero escrito en 1638 por Juan Rodríguez Freyle. La novela de La Avellaneda aborda la historia de la dama santafereña que se enreda en amores adúlteros con el fiscal Orosco, y la falsa acusación que ésta eleva contra el cacique de Turmequé de querer levantarse contra la corona. Pero lo hace, sorprendentemente, desde una óptica absolutamente femenina, centrándose en la historia de la dama y reelaborándola desde esa perspectiva.
    Carolina Alzate Cadavid, investigadora de la Universidad De Los Andes, dice que “El cacique de Turmequé toma a El carnero, un texto popular que se lee además como documento verídico, y lo re-escribe para enfatizar sus componentes patriarcales represivos y subvertirlos”
    Una vez más Gertrudis Gómez de Avellaneda demuestra que fue un eslabón fundamental en la lucha por los derechos de la mujer en pleno siglo XIX.

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    1. Muchas gracias querid@ anónim@ por la excelente y clarificante apostilla-comentario...

      Queda suya, aefctísima y siempre servidora,

      Gertrudis Gómez de Avellaneda

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